Es un hecho que la inteligencia artificial está ya entre nosotros. No siempre es como en las películas de ciencia-ficción se mostró algunos años atrás, pero ahí están: en muchas de las cosas a las que dedicamos nuestro tiempo a lo largo de un día cualquiera.
Cuando usamos el teléfono móvil, navegamos por internet o simplemente conducimos algún vehículo dentro de una ciudad; en todos estos casos, la mayoría de veces inadvertidamente, la inteligencia artificial está participando de un modo u otro.
El objetivo del presente artículo no es otro que mostrar algunos de los rostros que asume tal realidad. Para ello veremos varios ejemplos de inteligencia artificial, los cuales ya se utilizan en la actualidad o lo harán en poco tiempo.
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6 ejemplos de inteligencia artificial
La inteligencia artificial (IA) es el ámbito de las ciencias computacionales encargado de idear, diseñar y producir máquinas o algoritmos que hacen gala de parámetros de funcionamiento que las acercan al procesamiento que el ser humano hace de la información. Así, suelen incluirse funciones tales como la resolución de problemas muy complejos, la comprensión de textos y la planificación de protocolos en muy diversas áreas; aunque en los últimos años se está extendiendo a dominios progresivamente más amplios (como los que aquí se tocarán).
Las tecnologías actuales permiten materializar lo que hace apenas unos pocos años no podía ser concebido ni siquiera por la ciencia-ficción. Desde el uso de robots (cada vez de aspecto más humano) capaces de diagnosticar algún problema de salud, hasta vehículos capaces de moverse con autonomía (no tripulados). El énfasis principal se está orientando hacia la concepción de máquinas inteligentes, capaces de aprender sin necesidad de una supervisión humana, y que incluso utilizan una estructura similar a la de nuestro propio sistema nervioso central. De hecho, empiezan a estudiarse las consecuencias afectivas asociadas a convivir con seres robóticos, surgiendo teorías como la del Valle Inquietante.
Se trata de un área de desarrollo tecnológico trepidante, y que probablemente en un futuro cercano implique la convivencia cotidiana con seres artificiales capaces de entenderse a sí mismos e incluso de desarrollar una suerte de conciencia. En otros casos explora tipos de tecnología menos “tangibles”, que adoptan la forma de algoritmos y/o códigos en los que se fundamentan muchos procesos “invisibles” en el diario vivir: desde el control del tráfico aéreo a la custodia y análisis de volúmenes ingentes de información. Todo ello mediante estrategias de estadística avanzada.
Así, a medida que la ciencia ficción pierde su apellido y deviene solo ciencia, es necesario que el ser humano empiece a asumir que está moldeando con sus propias manos un cambio paradigmático en el modo en que entendemos el mundo. Como un ejemplo ilustrativo de ello, aquí planteamos apenas unos pocos ejemplos de inteligencia artificial que se avecinan, o que ya están entre nosotros. Para organizar de un modo más comprensible la información, esta se detallará por áreas.
1. Publicidad
La inteligencia artificial en el ámbito particular de la publicidad persigue el fin de optimizar las campañas de marketing digitales, a través de la utilización de algoritmos con una progresiva sofisticación y dirigidos a identificar todas las necesidades de un potencial consumidor con el objetivo de mostrar los “spots” que pudieran resultarle más interesantes. En este sentido, se trata de una fusión entre el uso de datos, la creatividad (siempre patente en este sector) y el uso de las tecnologías de la información y la comunicación.
La inteligencia artificial en este ámbito lleva a cabo un proceso de monitorización en tiempo real del “tráfico online” y del perfil de cada navegante, con el fin de optimizar el proceso de selección de los diferentes espacios en los que mostrar los productos o servicios que se pretende vender (retorno económico). El fin es que el mensaje oportuno llegue a la persona más adecuada en el mejor momento posible, lo que acelera el proceso de persuasión al que se dirige este ámbito del saber.
Esta forma de inteligencia artificial está siendo objeto de críticas muy importantes, ya que se considera que vulnera la intimidad del usuario, aunque hoy en día se encuentra extendida en prácticamente toda la red (con mayor o menor complejidad). Las últimas leyes sobre políticas de protección de datos obligan a advertir a los que visitan cualquier lugar en internet sobre el uso que este hace de tales prácticas (cookies, recopilación de la actividad, etc.).
2. Transporte
La inteligencia artificial se está adentrando en una expansión imparable también en el sector del transporte, tanto público como privado. El propósito de estos desarrollos tecnológicos es aumentar la seguridad de los pasajeros de los vehículos, así como de los transeúntes que se encuentran a su alrededor durante el acto de conducir, o incluso regular el uso de las vías que se habilitan para ello. Algunas empresas, asimismo, pretenden reducir la contaminación ambiental en el futuro, también a través de los avances en esta área.
Se están empezando a implementar sistemas de navegación autónoma para toda suerte de vehículos; y no solo en los aviones, donde se utiliza desde hace muchísimo tiempo (pues el piloto “solo” asume el control del aparato en el despegue y el aterrizaje, o cuando la situación climática así lo requiere). En estos casos, una sucesión de algoritmos orquestados por una unidad central es la responsable de procesar ingentes volúmenes de información sobre la posición relativa en el espacio y lo que este último contiene, para así tomar decisiones con mucha mayor velocidad y precisión (eficiencia) que cualquier ser humano.
También se empiezan a utilizar herramientas informatizadas, cada día más avanzadas, para la gestión del volumen de tráfico en carreteras o autovías; controlando todas las condiciones ambientales y prediciendo atascos a partir de la información contextual y del procesamiento estadístico de eventos precedentes. ¡Incluso es posible detectar quién está haciendo uso de su teléfono móvil mientras circula, y avisar a las autoridades!
3. Finanzas y economía
A medida que las sociedades se expanden y se tornan progresivamente más complejas, la habilidad desnuda de los seres humanos para apresar/procesar la información que se genera confronta de forma inevitable sus limitaciones, hasta tal punto que deviene fundamental la búsqueda y la implementación de alternativas que den viabilidad a los mecanismos que hasta el momento se habían utilizado para subsistir. Se precisa, por tanto, una revolución tecnológica. Y en este sentido, la inteligencia artificial ha hallado un espacio de aplicación inagotable en el ámbito de la banca y de la economía.
El volumen de información que en la actualidad es objeto de análisis en el sector de las finanzas es realmente abrumador. No obstante, tiene la peculiaridad de usar datos fundamentalmente cuantitativos (como inversiones, comisiones, deudas, etc.) y de gran regularidad, por lo que facilita que la inteligencia artificial se ponga en marcha con algoritmos que en el futuro se extenderán a prácticamente todos los ámbitos de estas áreas de negocio.
En la actualidad la inteligencia artificial en las finanzas sigue considerándose una tecnología adolescente, aunque en auge (únicamente el 25% de las entidades que operan actualmente no contemplan hacer uso de ella en un plazo de veinticuatro meses). La utilidad más común hoy en día es la detección del fraude fiscal y la gestión de los patrimonios, aunque empiezan a extenderse hacia las finanzas personales y la solicitud de préstamos.
4. Educación
La inteligencia artificial en el ámbito educativo persigue diluir la barrera que actualmente se erige entre la enseñanza formal (en el aula) y el aprendizaje autónomo e independiente del alumnado. El fin es minimizar la redundancia en las tareas que se imparten a los jóvenes, fomentando metodologías colaborativas en la construcción del conocimiento y en el estímulo de la autonomía. Para ello se hace uso de los sistemas de comunicación personal (internet, dispositivos móviles, etc.) allende los espacios tradicionales donde se desarrollaba el proceso de enseñanza-aprendizaje.
La inteligencia artificial puede contribuir al sistema de evaluación continua monitorizando en tiempo real el rendimiento del alumno y anticipando posibles dificultades que pudieran surgir en el tiempo de estudio, optimizando las demandas e informando al profesorado sobre estas circunstancias.
También se permitiría la detección precoz de necesidades educativas especiales, e incluso de trastornos específicos del aprendizaje, para articular soluciones más rápidas y eficientes por parte de los distintos profesionales implicados en su tratamiento (pedagogía terapéutica, psicología, logopedia, etc.).
5. Industria
Actualmente la inteligencia artificial se utiliza de forma masiva en el sector de la industria, automatizando los procesos de producción y perfeccionando recursos materiales/humanos. Por ejemplo, su uso es muy frecuente para la elaboración de harinas y panes, en los que se usan algoritmos de gran complejidad capaces de predecir eventos que podrían condicionar su calidad o su matriz nutricional. Con este tipo de tecnologías se toman decisiones para solucionar contingencias que hasta hace poco tiempo requerían una intervención manual.
También existen técnicas de imagen capaces de capturar cualquier desviación respecto a un estándar en las cadenas de montaje o en las líneas de producción, muchas de las cuales son inapreciables para el ojo humano, y que advierten sobre la situación antes de que esta adquiera dimensiones catastróficas o de alto coste para la empresa (errores encadenados, defectos de fábrica, etc.).
6. Salud
La sanidad es uno de los ámbitos de la vida en los que la inteligencia artificial experimenta un mayor auge en la actualidad. Así, existen tecnologías diseñadas para la detección de primeros o sucesivos episodios psicóticos a partir de los datos extraídos de resonancias magnéticas funcionales, con un éxito de hasta el 80%, y que supone un hito sin parangón en la historia de la salud mental (pues se trata de un marcador biológico para el diagnóstico de tan grave psicopatología). No obstante, en los últimos años se está cuestionando la utilidad de estas técnicas de neuroimagen, por lo que se trata de un uso sometido a reflexión.
En otro orden de cosas, también se empieza a hacer uso de las redes sociales, y la ingente cantidad de información que en ellas se puede llegar a volcar, como indicadores predictivos de muchas patologías físicas y mentales. De momento, el uso más común está dirigido a la detección de riesgo suicida y de trastornos del estado de ánimo, aunque se prevé que con la mejora de la gestión Big Data (tecnologías de naturaleza informática destinadas a procesar volúmenes enormes de datos) pueda llegar a extenderse a otras circunstancias de salud.
Si bien en el ámbito de la salud mental son todavía muy escasas las incursiones de la inteligencia artificial, no sucede así en otras áreas afines, como la Medicina. Desde hace algún tiempo se vienen diseñando piezas de software para estimar los daños colaterales de la radioterapia mediante información recabada desde la convergencia entre historias clínicas y sistemas de registro o verificación. Con ello se consigue mejorar los factores pronósticos y anticipar secundarismos de esta modalidad de tratamiento.
En los últimos años los esfuerzos también se están dirigiendo a la automatización de todas las historias clínicas en el ámbito de la salud, en interacción con indicadores actuales sobre el estado del propio cuerpo, mediante los que se pueda predecir la evolución de un paciente a través de algoritmos predictivos sujetos a la constante actualización de la evidencia que se acumula en el acervo científico. De esta forma los profesionales podrán conocer de manera automática cómo se encuentra su paciente y ofrecer un tratamiento sustentado sobre bases más objetivas. El mapeo genético, que poco a poco resultará más asequible, tendrá también un papel clave en el proceso imparable hacia la transformación digital de la salud.
Fuente: https://psicologiaymente.com
Por:Joaquín Mateu-Mollá
Doctor en Psicología Clínica