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Jun 11, 2015
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Jugar en adultez mejora relaciones interpersonales y activa el cerebro

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Jugar en la vida adulta mejora las relaciones interpersonales y activa el cerebro

Una actitud lúdica frente a la vida y dejar espacio para actividades recreativas tiene beneficios para la salud física y mental.

Fuente: www.emol.com

¿Cuándo fue la última vez que se disfrazó, hizo castillos de arena, jugó a la pelota con los amigos, trepó un árbol o se escondió para darle un susto a un amigo?

Si cree que la pregunta está dirigida a niños o no se acuerda cuándo fue la última vez que hizo alguna de estas actividades, hay varias cosas importante que se está perdiendo. Diversos estudios muestran que para los adultos el juego es algo que debe tomarse en serio.

Stuart Brown, psiquiatra y fundador del Instituto Nacional del Juego, en EE.UU., dedicado a la promoción y el estudio científico del juego, lo ha definido como “un estado mental, una actitud de curiosidad y asombro”.

Estudios realizados en este centro muestran que cultivar el juego en la vida adulta genera optimismo, estimula la perseverancia, fomenta la empatía y facilita la resolución de conflictos y desacuerdos, entre otros beneficios.

Jugar también contribuye a desarrollar conexiones cerebrales complejas y flexibles que permiten adaptarse de mejor manera a nuevos entornos y personas.

“Se trata de una actividad placentera, lo que libera endorfinas y con eso reduce el estrés”, señala Claudia Miranda, psicóloga e investigadora del Instituto Milenio para la Investigación en Depresión y Personalidad (MIDAP). Y se sabe que una menor carga de estrés contribuye a mejorar el sistema inmune y reducir el riesgo de enfermedades.

Todos los viernes, desde hace 40 años, Claudio Fernández, profesor de matemática de la Universidad Católica, se reúne a jugar bridge. “Somos un grupo bien diverso, con edades que van entre 45 y más de 80 años. Y aunque tenemos un nivel de juego muy bueno y le dedicamos tiempo y compromiso, no nos estresamos ni competimos. Este es un momento agradable, que esperamos durante la semana, donde lo pasamos bien y conversamos mucho”, cuenta. Sus señoras aceptan sin problema este “club de Tobi”, agrega Claudio, y celebran ese espacio de juego e interacción.

“A nivel de salud mental una persona que se da permiso para jugar mejora su creatividad y tiene una actitud más abierta, alegre y tolerante, lo que enriquece sus relaciones interpersonales con pareja, amistades o compañeros de trabajo”, señala Fernando Marchant, psicólogo de VidaIntegra.

En la familia, el juego facilita el acercamiento y estimula la creatividad, tanto de hijos como padres. Inventar juegos o cuentos a los niños estimula la imaginación del adulto, dice Claudia Miranda.

Y, a largo plazo, agrega, “el juego es también una inversión, porque la estimulación cerebral puede retardar el deterioro cognitivo y, entre quienes están en las etapas iniciales de demencia, retomar las actividades recreativas que se disfrutaban en el pasado mantiene activa la reserva neurológica, lo que ayuda a ralentizar el deterioro”.

Vivir sin juegoTras analizar la experiencia con el juego de más de 6 mil personas, Stuart Brown afirma que los adultos que no juegan “se vuelven estereotipados y sin humor, no usan la ironía, pierden su capacidad de optimismo y suelen reaccionar más rápidamente al estrés con violencia o depresión que quienes han mantenido una vida lúdica”.

Article Categories:
Relaciones humanas
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