No es la Situación, sino la Emoción…
Célebre frase de Tony Robbins, connotado orador y mentor internacional en el ámbito de cambios transformacionales, a quien conocí recientemente al asistir a uno de sus talleres en USA y que simplemente me dejó atónita, al igual que el resto de los casi 6.000 asistentes, por su capacidad hipnótica y de múltiples herramientas para dejarnos claros a todos que por sobre la situación existe siempre una emoción, empoderándonos desde el día uno del taller a entrenar nuestra mente, cambiando nuestros estados y superando algunas de nuestras creencias limitantes, al punto de atrevernos a caminar sobre brasas calientes el mismísimo primer día, al término de la jornada.
El para qué de esta experiencia (caminar sobre brasas) es sin duda uno de los anclajes que ciertamente se me grabó como un hito del viaje, ya que aprehendí (de aprehender y no aprender) que lo esencial para poder llegar a un objetivo de manera sobresaliente; para salir de una situación desempoderante o para resignificarla, debemos trabajar en cambiar nuestro estado emocional, tema que ahora siento abordé parcialmente en uno de mis artículos anteriores, El poder del Pensamiento, ya que Robbins profundiza el paradigma que “…ningún pensamiento carece de efectos” y que “Cada pensamiento de nuestra mente está produciendo algo todo el tiempo…”. (A. Watson, Un Curso de Milagros), al afirmar que nuestros comportamientos (acertados o no) son resultantes de nuestros estados emocionales presentes.
Entonces me surge casi espontáneamente la pregunta de cómo cambiar nuestro estado emocional en forma consciente. Tony Robbins coincide con otros autores que es clave aprender a administrar nuestra mente, precisando que para poder crear estados emocionales generativos (positivos) debemos tener presente que éstos (los estados emocionales) se componen de nuestras representaciones internas (relacionadas con los patrones de conductas de nuestro entorno, modeladas principalmente durante nuestra infancia) y por sobre todo, de los modelos y condición de nuestra fisiología (nuestras posturas, forma de respiración, nuestra alimentación y funcionamiento bioquímico), en donde el qué – cómo te imaginas las cosas – (representación interna) y el cómo te las dices (fisiología), crean tu emocionalidad en forma circular, las que se reflejarán en tus conductas.
Resumiendo…
El cambiar un estado emocional involucra cambiar tanto las representaciones internas como la fisiología.
Entonces…
Comprendí la experiencia vivida esa primera noche, ya que desde el inicio de la jornada trabajamos en focalizarnos en el objetivo final; es decir, visualizarnos en la victoria; al otro lado de la pila de brasas, no durante el camino (representación interna), trabajando nuestra fisiología para el estado deseado, todo lo cual estuvo reforzado por medio de anclajes verbales y físicos (gestos), lo que quedó evidenciado en nuestra prueba final: Haber pasado invictus la literal prueba de fuego.
De camino a casa, decantando todo lo vivido, tomé consciencia de la importancia de cuidar la integridad de mi fisiología para alinearla con mi energía en forma positiva, recordando de paso una de las cientos célebres frases que vengo escuchando recurrentemente de Robbins y que recién ahora me hacen sentido… “El poder de la decisión comienza con una acción”
Fuente: http://verdealegria.com/