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Ene 9, 2020
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Los 3 estados del “yo” ¿te reconoces?

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¿Sabes qué según la teoría del análisis transaccional todas las personas nos relacionamos desde tres estados del “yo”? ¿Alguna vez has reflexionado sobre las diferentes formas de reaccionar que tenemos las personas? Seguramente, si nos preguntáramos a nosotras y a nosotros mismos, cuantas formas conocemos de reaccionar ante un mismo estímulo, se nos ocurrirían infinidad de posibilidades.

Si bien es cierto que cada persona es única e irrepetible, hay ciertas cuestiones que repetimos a la hora de relacionarnos. ¿Alguna vez te ha pasado, que después de una reacción excesiva de rabia, de tristeza o de miedo, pasado el tiempo reflexiones y llegues a la conclusión de que tampoco era para tanto? La teoría del análisis transaccional creada por Eric Berne, nos explica este fenómeno.

 

¿Qué es un estado del yo?
Es la manera en la que manifestamos una parte de nuestra personalidad en un momento dado. Existen tres formas diferentes desde donde podemos relacionarnos con el mundo. Según en qué situaciones, será mejor “funcionar” desde un estado u otro. Los tres estados del yo serían: padre, adulto y niño. Eric Berne, los englobó en tres grupos, ya que los comportamientos, pensamientos, sentimientos y emociones que se expresan en cada estado del “yo”, tienen las características comunes que mostramos a continuación.

 

El estado padre
Este estado lo compone aquélla información que manejamos de la que en ocasiones, no tenemos conciencia. La interiorizamos prácticamente desde que nacemos. Tiene que ver con lo que entendemos que es correcto en cada momento, lo que debemos o no debemos hacer, la ética, la moral, aquellas cuestiones propias de nuestra cultura que nos condicionan en la forma de ser y hacer nuestro pequeño mundo. Se llama estado padre o madre porque las actitudes, sentimientos y pautas de conducta de este estado, se asemejan a los de una figura parental. Son aquellas cuestiones que se nos disparan en forma de diálogo interno o externo ante un acontecimiento. Por ejemplo: “Cuando suspendo un examen, llego a casa y mi familia me dice que debería haber estudiado más” o cuando mi hermana mayor cuando se entera que voy a coger el coche me dice, “conduce con cuidado y respeta los límites de velocidad.”

 

El estado niño/a
Todas las personas hemos sido niñas y niños. Algunas veces sentimos, pensamos, hablamos o actuamos como cuando lo éramos. Este grupo está basado en las reacciones basadas en emociones, sentimientos o fantasías de cuando éramos pequeñas y pequeños. Al carecer de vocabulario amplio, los y las peques muchas veces se dejan llevar por las emociones desmesuradas de ira, de tristeza, de miedo, o de alegría, entre otras, sin poderlas explicar claramente. ¿Tenéis en mente la expresión de alegría de los y las más peques estas navidades abriendo los regalos?, ¿Creéis que se parece a la expresión de una persona adulta cuando aprueba una oposición que lleva preparando mucho tiempo? o, ¿Cuándo imaginamos que nos toca la lotería? Estas son las reacciones que se engloban en este apartado.

 

El estado del yo adulto/a
Es la adaptación de la persona al entorno, de manera actualizada a la realidad, usando todos sus recursos adquiridos por la experiencia integrada, teniendo en cuenta las circunstancias de la situación, las necesidades y sentires propios y ajenos, así como la propia ética. Las expresiones desde este estado del yo, son descriptivas y tienen como objetivo dar y obtener información. Se llega a esta fase cuando se descubre que, los sentimientos y las emociones no son ni malas ni buenas, todo depende del uso que se les dé, del contexto en el que estemos y de la intensidad con la que procesemos esa emoción.

 

Concluyendo, ningún estado del “yo” es mejor que otro, todo depende del contexto en el que nos encontremos. En el ámbito laboral, relacionarme desde el estado del yo niño/a, quizás pueda generarme dificultades, mientras que en un entorno de ocio y tiempo libre, puede permitirme disfrutar al máximo, de la sensación de juego, creatividad y libertad, que tiene una niña o un niño, mientras explora el entorno que le rodea. Es importante ser consciente de la forma en la que nos relacionamos con el mundo, para así, poder elegir desde donde reaccionamos, ser nosotros y nosotras, las que dominemos las emociones y no tanto vernos dominadas o dominados por ellas, ya que a veces, reaccionar de forma desmesurada sin ser consciente de ello, puede jugarnos alguna que otra mala pasada.

Fuente:Fundación Gizagune

Article Categories:
Desarrollo Personal
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