Alcanzar la felicidad en tiempos complicados parece sin duda un imposible. Pero la adversidad tiene una extraña virtud, nos va quitando capas y capas hasta recordar que la auténtica alegría y el bienestar se encuentra en las cosas más sencillas de la vida.
El día de la felicidad se celebra cada 20 de marzo. Esta fecha fue decretada por la ONU en el 2012 con una finalidad muy concreta: crear conciencia para que entre todos luchemos por nuestros derechos para alcanzar el bienestar, la alegría y la satisfacción plena. Ahora bien, en el contexto actual, bien podríamos preguntarnos cómo hacerlo, cómo hallar la felicidad en tiempos difíciles.
Como suele decirse, afrontar momentos complejos forma parte de nuestra experiencia vital. Por tanto, no es fácil encontrar ese punto álgido en el que sentirnos felices en medio de esas dificultades que de vez en cuando llaman a nuestra puerta sin preaviso.
Sin embargo, es importante saber que este concepto tiene en realidad varias capas psicológicas y, aún en medio de un océano de tempestades, es posible conectar con dicho sentimiento.
No tenemos más que recordar, por ejemplo, la definición que nos dio Aristóteles sobre la felicidad. Para el padre de la filosofía occidental, la felicidad es una actividad del alma y solo se alcanza cuando somos capaces de hacer algo bello o bueno. Por tanto, el simple hecho de ser virtuosos, de llevar a cabo actos nobles para con nosotros y las personas que nos rodean, ya debería ser un buen componente para sentir ese bienestar.
Se trataría, por tanto, de ajustar nuestro enfoque y de tomar conciencia de ciertos aspectos de nuestra existencia. Porque a pesar, de cada embestida, de cada brecha y extraño revés del destino, podemos seguir vibrando con esta emoción.
Felicidad en tiempos difíciles ¿cómo encontrarla?
La palabra felicidad tiene un origen curioso y evocador. El adjetivo feliz viene del latín, del término felix, que significa ‘fértil’. Esta palabra tiene por tanto su raíz en el mundo agrícola, hasta el punto de que los poetas romanos llamaban árboles felices a aquellos que daban muchos frutos. Plinio, por ejemplo, hablaba de los árboles tristes, esos que no florecían en primavera y no daban frutos en verano.
De algún modo, este 2020 parece ser un campo fértil para que solo crezcan este tipo de árboles de los que hablaba Plinio. Así, y aunque la ONU focalice la necesidad de trabajar de forma conjunta para acabar con el hambre, las guerras y la desigualdad social, hay más factores que dificultan nuestra capacidad para ser felices.
Los trastornos mentales, las enfermedades, las pérdidas, la incertidumbre económica y laboral nos sitúa en esa cuerda floja donde tanto cuesta mantener el equilibrio.
¿Cómo lograr por tanto ser «árboles felices» cuando transitamos por este tipo de situaciones?
Compromisos y propósitos vitales
Felicidad es algo más que experimentar placer. Más incluso que alcanzar logros, que tener bienes, que lograr el éxito. La felicidad en tiempos difíciles pasa por recordar cuáles son nuestros propósitos, qué significado le damos a la vida y clarificar, a su vez, cuáles son nuestros compromisos.
Nuestra familia, amigos, nuestros sueños e ilusiones o el compromiso con nuestro trabajo son esas raíces que nos nutren, incluso en los días complicados.
Mente flexible y corazón resistente
Con el enfoque mental correcto es posible hallar la felicidad en tiempos difíciles. Se trataría de ser flexibles ante cada evento y circunstancia. De no resistirnos ni pelear ante cada cambio, de ser abiertos y receptivos frente a cada experiencia para aprender de ella.
Si actuamos como ese muro que no acepta lo que está pasando, difícilmente avanzaremos en el viaje vital. Hay que tener calma, apertura, equilibrio interno.
Por otro lado, además de una mente flexible, necesitamos también un corazón resistente. ¿Qué significa esto? Implica, por ejemplo, hacer uso de la resiliencia. También, de ese hilo que es la autoestima capaz de reparar y coser cada herida, cada pedazo suelto.
Reconectar con las cosas sencillas de la vida
El día de la felicidad debe recordarnos una fórmula esencial que nunca falla: aprecia las cosas más elementales de la vida y darás con la auténtica alegría. Si hay algo curioso que tienen las épocas complicadas es que nos van quitando capas. Nos retira, por ejemplo, el demonio de la prisa, el de las obligaciones y tareas pendientes.
Nos va despojando de esa pesada mochila en la que acumulamos enseres que en realidad no eran tan esenciales. Y de pronto, lo hacemos, nos damos cuenta de lo bonita que es nuestra existencia gracias a los hechos más insospechados. Quedar en una cafetería con un amigo y conversar durante horas.
Salir a dar un paseo y conectar con el rumor de la naturaleza o con una calle populosa, efervescente de vida, de risas, de esa cotidianidad que nos da energía y motivación.
La felicidad en tiempos difíciles se concentra en momentos. En pequeñas pinceladas donde conectar con los nuestros, donde relajarnos con algo que nos apasiona: música, un buen libro, dibujar, una vieja película que no nos cansamos de ver…
Para concluir, como bien decía Viktor Frankl, son nuestras decisiones y pensamientos los que favorecen nuestro bienestar, no las condiciones. Cuidemos de nuestras emociones, de nuestro enfoque personal para garantizar que no falte ni un gramo de felicidad en nuestros bolsillos.
Fuente: https://lamenteesmaravillosa.com
Por: Valeria Sabater