ESTAS MUJERES FUERON RELEGADAS A PAPELES SECUNDARIOS Y EN ALGUNOS CASOS INCLUSO OLVIDADAS, AUN CUANDO SU PARTICIPACIÓN FUE VITAL PARA MUCHOS DE LOS SUCESOS MÁS IMPORTANTES DE LA HISTORIA SOCIAL Y DEL DESARROLLO DE LA CIENCIA
Por lo general la historia de la ciencia y de los acontecimientos históricos ha sido contada por hombres, dándoles una voz y un lugar privilegiado en relación a sus pares femeninos.
Sin embargo, cada vez se hace más urgente visibilizar el papel que las mujeres han tenido en la ciencia, la historia y las artes, no sólo por su condición de mujeres sino por haber contribuido de manera sustancial en esos y otros campos.
A continuación compartimos la historia de cinco mujeres que, a pesar ser decisivas en el desarrollo de ciertos descubrimientos, eventos históricos o creación de obras artísticas, su participación en dichos hechos no ha sido reconocida justamente.
Celia Sánchez Manduley
Guerrillera de la Revolución cubana, colaboradora más cercana a Fidel Castro y la primera mujer en ocupar la posición de soldado combatiente en el Ejército Rebelde, Celia Sánchez Manduley fue además la creadora del pelotón femenino “Las Marianas2, llamado así en honor a Mariana Grajales, luchadora insigne de la independencia cubana.
Sánchez Manduley tuvo un papel central en la Revolución, ya que organizó a campesinos guerrilleros en la Sierra Maestra.
“En cuanto a la Sierra, cuando se escriba la historia de esta etapa revolucionaria, en la portada tendrán que aparecer dos nombres: David y Norma”, decía una carta enviada a Fidel Castro.
Mileva Maric
Matemática serbia. Desde niña tuvo interés en la física, las matemáticas y la música. Su padre tuvo que conseguir un permiso especial para que asistiera a la Universidad de Zagreb, cuyo acceso estaba reservado en la época únicamente a los hombres. Durante sus clases de física se hizo amiga de Nikola Tesla.
Más tarde en su vida conoció a conoció a Albert Einstein, en el Instituto Politécnico de Zúrich. Sus conocimientos matemáticos y sus propias investigaciones sobre teoría de los números, cálculo diferencial e integral, fueron indispensables para que Einstein desarrollara sus teorías, en especial la teoría de la relatividad.
Elsa von Freytag-Loringhoven
Conocida como “la reina dadá”. En 1917, Elsa von Freytag-Loringhoven realizó su pieza God, considerada como la primera obra del dadá americano. God es una obra hecha de una pieza de tubería que se usa para los urinarios, en su caso algo retorcido pero también erguido. La pieza completa se encuentra sobre un pedestal. Elsa ideó esta obra, pero por alguna razón nunca fue expuesta los escenarios artísticos propios de la escena dadaísta.
En 1917 Marcel Duchamp escribió en una carta a su hermana Suzanne en la que hablaba de una amiga suya (de Marcel) que se hacía llamar “Richard Mutt” y quien le acaba de enviar una escultura hecha con un urinario.
Como es sabido, la escultura del urinario de Duchamp (Fountain) es en extremo famosa, pero dicho documento nos hace preguntarnos cómo está construida la narrativa en torno a la historia del arte, una narrativa predominantemente masculina, tanto de los narradores como de los artistas a los que se expone.
Ynés Mexía
Esta botánica mexico-estadounidense es responsable del descubrimiento de una buena cantidad de especies de plantas. Mexía realizó diversos viajes por varios países de América Latina, de entre los cuales, los más relevantes para sus descubrimientos fueron a México, Brasil y Ecuador. En particular durante sus viajes a México descubrió el Mexianthus, un género botánico de plantas que sólo tienen disco (sin rayos florales) y cuyos pétalos son de color blanco, ligeramente amarillento blanco, rosa o morado (nunca de un completo color amarillo).
Mexía pasó también tres meses en el río Amazonas viviendo con el grupo indígena aguaruna.
A partir de sus descubrimientos, en el campo de la botánica se usa una abreviatura especial para identificar a ciertas especias: mexia.
Jocelyn Bell Burnell
Esta astrofísica norirlandesa descubrió la primera radioseñal de un púlsar (una estrella que emite radiación) en 1967, mientras estudiaba un posgrado en la Universidad de Cambridge. En ese momento, el director de su tesis de doctorado era el astrofísico Antony Hewish, a quien eventualmente se le adjudicó dicho descubrimiento en exclusiva, sin ningún crédito a Bell (por lo cual Hewish fue también reconocido con el Premio Nobel de Física en 1974).
Fue hasta 2018 cuando la científica recibió el reconocimiento que merecía, cuando le fue otorgado el Premio Especial de Avances en Física Fundamental, con un valor de tres millones de dólares.
Bell Burnell donó este dinero en su totalidad al Instituto de Física del Reino Unido para financiar a mujeres, minorías étnicas sin representación y estudiantes refugiados con el objetivo de que se conviertan en físicos e investigadores.