Desarrollo de la identidad en la adolescencia

La identidad o identidad personal se refieren a un núcleo de la persona, que rige otros comportamientos y que está presente en la conciencia del propio sujeto en forma de representaciones acerca de sí mismo, proyectos y expectativas de futuro, coordinación de las propias experiencias y presentación de sí ante los demás (Fierro, 2015). Es en la adolescencia cuando comenzamos a tejer nuestro propio relato personal, que constituye el discurso fundamental de nuestra identidad personal, aunque empieza a los 3-4 años.

En esta época de la vida, el desafío fundamental supone obtener una identidad coherente, es decir, un conjunto de congruente y estable de aspiraciones y percepciones sobre si mismo. En este sentido es una etapa psicosocial, y no fisiológica, ni tampoco sólo psicológica.

Grace J. Craig

Según Craig (1997), hay elementos dentro de la identidad personal que parten de la comprensión de sí mismo que tiene un adolescente. Craig hace una descripción de estas dimensiones o elementos:

Abstracción: son elementos nuevos, sensibles; son un ser humano.
Diferenciación: tendencia descriptiva que sitúa al adolescente cada vez más lejos de la influencia social.
El yo fluctuante/el yo barométrico: hay una inestabilidad de todos los factores del yo, hasta que se construya una idea fija del yo, que tarda más años.
Vivencia de contradicciones internas: el adolescente se vive a sí mismo de diferente forma en diferentes lugares. Estos elementos crean contradicciones.
Se agudiza la diferencia entre el yo ideal y el yo real: cuanto más agudo sea el ideal, más se aleja del real.
Comparación social: utilización de los demás como criterio comparativo.
Capacidad de introspección: mirar hacia sí mismo.
Autoprotección: es una defensa, se sienten muy atacados, vulnerables. Aparecen estos mecanismos de protección como negación, idealización.

Erikson

De acuerdo con las posturas tradicionales de Erikson (1968) en las sociedades complejas, los adolescentes se encuentran sometidos a presiones de diversa índole que los llevan a revisar su Yo real, su autoconcepto y que promueven una revisión de éste y de la autoestima asociada al mismo. Para Erikson la adolescencia es el periodo que denomina de “cristalización de la identidad”, etapa número 5 de desarrollo humano.

Esta etapa se define desde el modelo de Erikson en torno a la polaridad: “identidad versus confusión de identidad”. Para construirla, los adolescentes deben organizar sus habilidades, necesidades e intereses y deseos, de modo que puedan expresarse en un contexto social (Erikson, 1968). Erikson vio el peligro principal en esta etapa en la confusión de identidad, que puede retrasar la llegada de la vida adulta, inclusive hasta después de los treinta años. Dice que o conseguimos tener una identidad o conseguimos tener confusión.

Teoría de la identidad dominante en la actualidad

Marcia(1980) discípulo de Erikson, siguiendo sus teorías, desarrolló una tipología de estatus de identidad a partir de las respuestas que obtuvo a un conjunto de entrevistas semiestructuradas. Esta tipología incluye cuatro categorías distintas de estatus de identidad en adolescentes, y refleja etapas en la consecución del desafío adolescente. Este modelo que supone cuatro momentos evolutivos no es un camino lineal. Las distintas fases vendrán en relación con la capacidad para generar compromisos y la existencia de crisis de desarrollo asociadas:

Difusión de la identidad

El individuo no ha experimentado todavía una crisis identitaria ni ha establecido ningún compromiso con una vocación o conjunto de creencias. A veces se produce abandono de la escuela o se recurre a diferentes mecanismos, adiciones, posiciones existenciales vacías, para evadir la propia responsabilidad. No está seguro de sí mismo y tiende a no ser colaborador. Podría cambiar fácilmente su posición, que es inestable y sin ninguna motivación.

Exclusión

No se ha experimentado una crisis; se encuentra comprometido con metas y creencias que le han proporcionado otras personas, sin que se haya producido una elección propia. Cuenta con una fortaleza rígida y es feliz y seguro de si mismo, autosatisfecho, se vuelve dogmático cuando se cuestionan sus opiniones. Se ha adoptado una posición prematura que no se cambiará fácilmente, adquirida de su familia. Hay problemas cuando les contradices una idea.

Moratoria

El adolescente se haya en un estado de crisis, y, no habiéndola resuelto, busca activamente elegir entre diversas opciones para alcanzar su propia identidad, siendo con frecuencia las opciones o decisiones sobre las que se pretende resolver antagónicas. Está enfrentado a sus propios problemas ideológicos u ocupacionales. Podría cambiar, pero no sabe hacía donde ni como. Lo normal es estar aquí. Afortunadamente es un estado muy mutable.

Logro de la identidad

El individuo ha pasado el periodo de toma de decisiones y ha resuelto la crisis por sus propios medios. Persigue la ocupación elegida por si mismo, así como objetivos ideológicos propios, se ha comprometido activamente con una ocupación y una ideología. No cambiará fácilmente su posición, porque piensa que su posición es acertada.

Los individuos que se instalan en el primer y segundo estado resultarán individuos problemáticos, en permanente estado de crisis de identidad y, por tanto, susceptibles de sentirse desadaptados. Lo contrario ocurre con los individuos que se encuentran en fase con compromiso impreciso, que tienden a evolucionar hasta el cuarto estado, que es el que supone un mayor ajuste del sujeto a la realidad. Aunque puedan considerarse una secuencia de desarrollo, el individuo situado en uno de ellos no necesariamente ha debido de pasar antes por los anteriores.

Influencias en los distintos tipos de identidad

Así mismo, el entorno, los padres y en general los adultos, tienen un papel importante en la adquisición de esta identidad y la autoestima asociada. Unos padres que sirvan de apoyo y un entorno familiar acogedor psicológicamente hablando, un lugar donde se pueden expresar las emociones, las ideas y la visión de la realidad, proporciona a los individuos una fuente de gratificación y seguridad que le empujan a explorar el entorno.

Sobre la influencia que los factores de personalidad y de las relaciones familiares tienen en el desarrollo de los cuatro tipos de identidad adolescente, Kroger (1993) realiza una revisión procedente de diferentes estudios:

Factores de la familia en:
- Logro de la identidad: padres que estimulan la autonomía y el contacto con los profesores; se analizan las diferencias dentro de un contexto de participación mutua. Estimulan la independencia y les permiten equivocarse.
- Exclusión: los padres se involucran demasiado con los hijos; evitan expresar sus diferencias, los padres utilizan las negativas y la represión para evitar el manejo de pensamientos y situaciones no deseadas.
- Moratoria: los adolescentes suelen madurar dentro de un conflicto ambivalente con la autoridad paterna. Se activan los conflictos con los padres.
- Difusión de la identidad: los padres son laxos en sus actitudes de crianza con sus hijos, los rechazan o no los atienden.
Factores de la personalidad en:
- Logro de la identidad: altos niveles de desarrollo del yo, razonamiento moral, locus de control interno, seguridad en si mismo, autoestima, desempeño alto en situaciones de estrés y logro de la intimidad. «La responsabilidad de la vida es mía».
- Exclusión: altos niveles de autoritarismo y pensamiento en estereotipos; obediencia a la autoridad, locus de control externo, relaciones dependientes y bajos niveles de ansiedad.
- Moratoria: más ansioso y con miedo al éxito y al fracaso, altos niveles de desarrollo del yo, razonamiento moral y autoestima.
- Difusión de la identidad: resultados mixtos, con bajos niveles de desarrollo del yo, complejidad cognoscitiva y seguridad en si mismo, bajas habilidades de cooperación. No crean vínculos.