Fomentar la autoestima es esencial y entender cómo se forma, un paso primordial para ello.
La autoestima es un término que ha tomado mucho protagonismo en el último tiempo, se suele escuchar permanentemente que tal persona tiene “baja” o “alta” autoestima y a partir de esto definir que todos los problemas se originan allí.
En efecto, la autoestima es parte fundamental de nuestro desarrollo y de cómo nos posicionaremos en los distintos ámbitos de nuestra vida.
¿Qué es la autoestima?
La autoestima es la valoración que hacemos de nosotros mismos, su construcción se realiza a partir de la percepción de nuestras cualidades. Las personas no nacen con un concepto de sí mismo definido, sino que se va formando y desarrollando gradualmente a lo largo de toda la vida en la medida en que se relaciona con el ambiente, mediante la internalización de las experiencias psicológicas, físicas y sociales que la personas atraviesa en su desarrollo.
El concepto que tenemos de nosotros mismos influye en cómo nos sentimos, en si valoramos nuestras habilidades, nuestra apariencia física, nuestra conducta, en cómo nos relacionamos con los demás, así como la forma que integramos las vivencias del pasado y como nos sentimos valorados por nuestro entorno.
La imagen que tenemos de nosotros mismo es un factor clave para entender como nos relacionamos, como interpretamos lo que nos sucede y como afrontamos los desafíos de las distintas etapas de nuestras vidas.
¿Cómo se constituye nuestra autoestima?
La autoestima se construye a partir del vínculo con los otros, podemos entenderlo como el grado de aprecio y valoración que tenemos hacia nosotros mismos, y que es el resultado de la concordancia o discordancia entre lo que soy, lo que creo ser y lo que desearía ser.
Podemos pensar su constitución desde dos líneas, uno es el contacto con el mundo exterior: los mensajes que recibimos desde la infancia por parte de nuestros padres, familiares, amigos, profesores. Y por otro lado, la suma de las experiencias vividas en la infancia, influyen en como percibimos nuestra realidad en la vida adulta, como afrontamos nuestros éxitos, errores, etc.
En los primeros momentos de nuestra vida, recibimos una serie de palabras y mensajes que nos hacen sentir en mayor o menos medida merecedores de recibir afecto y de ser aceptados por los demás. En esta etapa es de suma importancia tener al menos un cuidador que nos brinde apego emocional, seguridad y confianza. Las primeras vivencias de satisfacción de nuestras necesidades básicas de alimentación, limpieza, cercanía y afecto físico por parte del adulto que nos cuida, marcan profundamente la sensación de que el mundo es un lugar seguro, o por el contrario no lo es.
A medida que vamos creciendo, comenzamos a construir nuestra autonomía, exploramos nuestro ambiente más próximo, y dependiendo de las facilidades o inhibiciones que las personas que nos rodean nos ofrezcan, iremos ejercitando el estímulo para aprender cosas nuevas e ir probando nuestras propias capacidades.
En este punto, un apego seguro permitirá desarrollar una autoestima equilibrada, sentirse querido, aceptado y valorado. Por el contrario, si el niño no formó una relación segura y satisfactoria, cuando le han trasmitido que posee pocas cualidades para ser amado y valorado, se irá constituyendo un sistema de creencias que distorsionará la forma en como procesa la experiencia en la vida adulta.
¿Qué hacer con eso que nos dicen que somos?
Hasta aquí, hemos desarrollado como se construye la autoestima, y hemos visto que juegan un papel fundamental nuestros cuidadores y los primeros años de nuestra vida. Pero cabe preguntarnos, ¿eso es todo? ¿Lo que nos han dicho y nos han hecho creer nos determinará sin posibilidad de cambiarlo? La respuesta no es sencilla ni única, pero podemos arriesgarnos a decir que no, que la autoestima no es una construcción inalterable y rígida. La autoestima va cambiando y evoluciona a lo largo de nuestra vida.
Ampliemos esta idea, lo que nos ocurre de niños y la influencia de las palabras de los otros en la constitución de nuestra autoestima puede condicionar nuestra vida adulta, las creencias que tenemos sobre nosotros mismos y como nos relacionamos con el mundo, pero de ninguna manera nos determina. Ya que aquí comienza a influir un elemento importante, nuestro auto- construcción, hay un punto de libertad en donde tenemos de decidir qué hacer con eso que nos dijeron que somos.
Esto es un punto fundamental, no podemos cambiar la historia de nuestra vida, pero si la manera en que la interpretamos. Hacernos cargo de lo que nos sucede en la vida y tomar las riendas de lo que ocurre en ella nos permitirá posicionarnos de una manera distinta, nos dará la posibilidad de comenzar a valorarnos, a apreciar lo que somos y aquello que hemos logrado.
El auto-concepto que se tenga de sí mismo, toca un aspecto de identidad y bienestar que posibilita llevar adelante relaciones saludables con los demás, como también con uno mismo. En todos los ámbitos en que una persona se desarrolla, ya sea en el estudio, el trabajo, las relaciones personales, se verá afectada por el valor que cada uno se da, lo que se dice de sí mismo. En otras palabras, si uno cree que es un tonto, un inútil o que los demás no le prestan atención, eso marcará su propia sentencia sobre cómo se sentirá y el lugar que ocupará para el resto.
¿Cómo mejorar la autoestima?
En líneas generales podemos mencionar ciertos elementos que nos ayudaran a tener una mejor relación con nosotros mismos:
- Reflexionar sobre nuestros diálogos internos: Para poder tomar consciencia de qué nos decimos y porque, nos da la posibilidad de comprender la raíz de nuestras creencias para poder hacernos responsables de nosotros mismos y hacer algo distinto a lo que veníamos haciendo.
- No compararse con los demás: Solemos idealizar a las personas con las que nos comparamos, generando sentimientos de inferioridad por resaltar solo los rasgos que sentimos que nos faltan.
- Identifica tus fortalezas: Todos tenemos cualidades y características que son nuestros puntos fuertes, conocer lo que se nos da bien permite ganar confianza y comenzar a tener una mirada más amable y segura hacia nosotros mismos.
- Practica la aceptación: Conocerse, saber cuáles son nuestras habilidades y limitaciones, saber de dónde venimos y la historia que cargamos a cuesta, nos permite aceptar que hay cosas que si se puede cambiar y otras que exceden a nuestro control.
Para concluir, la autoestima no es algo que debamos subir ni bajar, es un sistema que nos permite relacionarnos con nosotros mismos y con nuestro alrededor de forma tolerante y amable, siendo realista con nuestras posibilidades y con las de los demás.
Fuente: psicologiaymente.com