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Dic 27, 2010
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Iluminación espiritual

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El Mayor Obstaculo a la Iluminacion Espiritual

 por Eckhart Tolle

La palabra “iluminación” evoca la idea de algún logro sobrehumano, y al ego
le gusta verlo así; sin embargo, se trata simplemente de tu estado natural
sentido de unión con el Ser. Es un estado de conexión con algo
inconmensurable e indestructible, algo que, casi paradójicamente, eres tú en
esencia y que, sin embargo, es mucho más grande que tú. Es el encuentro de
tu verdadera naturaleza, más allá de nombres y formas.

Fuente : www.mentecuantica.com

Pregunta: ¿Qué es la Iluminación?
Echart Tolle: Un mendigo había estado sentado a la orilla de un camino
durante más de 30 años. Un día pasó por allí un extraño. “¿Tienes algunas
monedas?”, murmuró el mendigo, estirando mecánicamente el brazo con su vieja
gorra. “No tengo nada que darte”, respondió el extraño. Y luego preguntó,
“¿Qué es eso sobre lo que estás sentado?”. “Nada”, replicó el mendigo, “sólo
una caja vieja. He estado sentado sobre ella desde que tengo memoria”.
“¿Alguna vez has mirado en su interior?”, preguntó el extraño. “No”,
respondió el mendigo, “¿Para qué? No hay nada adentro”. “Echa una ojeada”,
insistió el extraño. El mendigo logró entreabrir la tapa. Para su asombro,
incredulidad y euforia, descubrió que la caja estaba llena de oro.
Yo soy ese extraño que no tiene nada para darte y que te dice que mires en
tu interior. No dentro de alguna caja -como en la parábola- sino en un lugar
aún más cercano: dentro de ti mismo.
“Pero no soy un mendigo”, te puedo oír decir.
Aquellos que no han descubierto su verdadera riqueza -la brillante joya del
Ser y la profunda e inalterable paz que se encuentra en ese lugar-, son
mendigos, aún cuando tengan gran riqueza material. Buscan externamente
desechos de placer o plenitud -para la validación, la seguridad o el amor-,
mientras en su interior tienen un tesoro que no sólo incluye todas esas
cosas, sino que es infinitamente más grande que cualquier cosa que el mundo
pueda ofrecer.
La palabra “iluminación” evoca la idea de algún logro sobrehumano, y al ego
le gusta verlo así; sin embargo, se trata simplemente de tu estado natural
sentido de unión con el Ser. Es un estado de conexión con algo
inconmensurable e indestructible, algo que, casi paradójicamente, eres tú en
esencia y que, sin embargo, es mucho más grande que tú. Es el encuentro de
tu verdadera naturaleza, más allá de nombres y formas. La incapacidad de
encontrar esta conexión da origen a la ilusión de separación de ti mismo y
del mundo que te rodea. Te percibes entonces a ti mismo, consciente o
inconscientemente, como un fragmento aislado. Surge el temor, y el conflicto
-interno y externo- se vuelve habitual.
Me gusta la sencilla manera en que el Buda define el estado de iluminación:
“el fin del sufrimiento” . ¿Hay acaso algo sobrehumano en esto? Por supuesto,
como definición es incompleta. Sólo te dice lo que la iluminación no es: no
es sufrimiento. Pero, ¿qué es lo que queda cuando ya no hay sufrimiento? El
Buda guarda silencio al respecto, y su silencio implica que tendrás que
descubrir eso por ti mismo. Utiliza una definición negativa, de modo que la
mente no pueda transformarlo en algo en qué creer o en algún logro
sobrehumano, en una meta que te sea imposible alcanzar. A pesar de esta
precaución, la mayoría de los budistas sigue creyendo que la iluminación es
para el Buda -no para ellos- al menos por esta vida.
Pregunta: Utilizaste la palabra “Ser”. ¿Puedes explicar a qué te refieres
con eso?
Eckhart Tolle: El Ser es la Vida Única eterna y omnipresente que se
encuentra más allá de las innumerables formas de vida que se hallan sujetas
al nacimiento y a la muerte. Sin embargo, el Ser no sólo se halla más allá
sino en la profundidad de cada forma, como su esencia más interna, invisible
e indestructible. Esto significa que eso está a tu alcance ahora, como tu
naturaleza más verdadera, tu yo más profundo. Pero no intentes comprenderla
con la mente. No trates de comprenderla. Sólo puedes conocerla cuando la
mente está quieta. Cuando estás presente, cuando tu atención se halla en
forma total e intensa en el Ahora, podrás sentir al Ser, pero nunca podrá
ser comprendido con la mente. Tomar nuevamente consciencia del Ser y vivir
en ese estado de “consciencia sentida” es la iluminación.
Pregunta: Cuando dices Ser, ¿estás hablando de Dios? Y si lo estás, ¿por qué
no usas esa palabra?
Eckhart Tolle: La palabra “Dios” ha perdido completamente su significado, a
través de miles de años de mal uso. La utilizo a veces, muy escasamente. Por
“mal uso”, me refiero a que personas que nunca han tenido siquiera un atisbo
del ámbito de lo sagrado, de la infinita inmensidad existente detrás de esa
palabra, la utilizan con gran convicción, como si supieran de lo que hablan.
O bien, argumentan en su contra, como si supieran qué es lo que están
negando. Este mal uso origina creencias, afirmaciones e ilusiones
egóticasabsurdas, como “Mi Dios o nuestro Dios es el único dios
verdadero, y el tuyo
es falso”, o la famosa frase de Nietzche: “Dios ha muerto”.
La palabra Dios se ha transformado en un concepto cerrado. Apenas la palabra
es pronunciada, se forma una imagen mental -quizás ya no de un anciano de
barba blanca-, pero sigue siendo una representació n mental de alguien o algo
fuera de ti; y, sí, casi inevitablemente un algo o alguien masculino.
Ni “Dios” ni el “Ser” ni ninguna otra palabra pueden definir o explicar la
inefable realidad que se halla detrás de la palabra, de modo que la única
pregunta importante es si la palabra es una ayuda o un obstáculo en cuanto a
permitirte experimentar Aquello a lo cual apunta. ¿Apunta acaso más allá de
sí misma, hacia esa realidad trascendente, o se presta muy fácilmente a
transformarse en nada más que una idea, una creencia en tu cabeza, un ídolo
mental?
La palabra “Ser” no explica nada, pero tampoco la palabra “Dios”. “Ser”, sin
embargo, tiene la ventaja de ser un concepto abierto: no reduce el infinito
invisible a una entidad finita. Es imposible formarse una imagen mental de
él. Nadie puede adjudicarse la posesión exclusiva del Ser. Es tu esencia
misma, y te es accesible de inmediato como la sensación de tu propia
presencia, la sensación de “Yo soy” previa a “Yo soy esto o lo otro”. Así
que sólo hay un pequeño paso entre la palabra “Ser” y experimentar el Ser.
Pregunta: ¿Cuál es el mayor obstáculo para experimentar esta realidad?
Eckhart Tolle: La identificació n con tu mente, lo que hace que el
pensamiento se vuelva compulsivo. No poder dejar de pensar es una espantosa
calamidad, pero no nos damos cuenta de esto porque casi todo el mundo la
sufre, así que es considerada “normal”. Este ruido mental incesante te
impide hallar ese dominio de quietud interna que es inseparable del Ser.
Esto también crea un falso “yo” -fabricado por la mente-, que extiende una
sombra de temor y sufrimiento. Examinaremos todo eso en más detalle más
adelante.
El filósofo Descartes creyó haber encontrado la verdad más fundamental
cuando formuló su famosa frase: “Pienso, luego existo”. De hecho, expresó
con eso el error más fundamental: igualar el pensar con el Ser y la
identidad con el pensar. El pensador compulsivo -y casi todo el mundo lo es-
vive en un estado de aparente separación, en un insanamente complejo mundo
de problemas y conflictos continuos, un mundo que refleja la creciente
fragmentación de la mente. La iluminación es un estado de “completitud” , de
“ser uno”, y por tanto se está en paz. Se es uno con la vida en su aspecto
manifiesto -el mundo- así como con tu yo más profundo y la vida no
manifiesta -uno con el Ser-. La iluminación no es sólo el fin del
sufrimiento y del continuo conflicto interno y externo, sino también el fin
de la horrible esclavitud del pensar incesante. ¡Qué increíble liberación
es!
Identificarte con tu mente genera una cortina opaca de conceptos, etiquetas,
imágenes, palabras, juicios y definiciones que impiden toda relación
verdadera. La cortina se interpone entre tú y tú mismo, entre tú y los demás
hombres y mujeres, entre tú y la naturaleza, entre tú y Dios. Es esta
cortina de pensamiento la que crea la ilusión de la separación, la ilusión
de que hay un tú y un “otro” enteramente separado. Olvidas entonces la
realidad esencial de que, debajo del nivel de las apariencias físicas y las
formas separadas, eres uno con todo lo que existe. Con “olvidas”, me refiero
a que ya no logras sentir esta unión como una realidad evidente por sí
misma. Puedes creer que es así, pero ya no sabes si lo es o no. Una creencia
puede ser tranquilizadora. Sólo es liberadora, sin embargo, a través de tu
propia experiencia.
Pensar se ha vuelto una enfermedad. La enfermedad se presenta cuando las
cosas se desequilibran. Por ejemplo, no hay nada malo con que las células se
dividan y multipliquen en el cuerpo, pero cuando este proceso prosigue en
forma independiente del organismo completo, las células proliferan y
tendremos una enfermedad.
La mente es un instrumento soberbio si la usamos correctamente. Si se le usa
en forma incorrecta, sin embargo, se vuelve muy destructiva. Para ser más
preciso, no se trata tanto de que uses tu mente del modo incorrecto -en
general no la usas para nada-. Ella te usa. Ésa es la enfermedad. Crees que
eres tu mente. Ese es el delirio. El instrumento se ha apropiado de ti.
Pregunta: No estoy enteramente de acuerdo. Es cierto que pienso mucho sin
sentido alguno -como la mayoría de las personas-, pero aún puedo utilizar mi
mente para lograr cosas, y hago eso todo el tiempo.
Eckhart Tolle: Sólo porque puedes resolver un acertijo de palabras o
construir una bomba atómica, no significa que puedes utilizar tu mente. Tal
como a los perros les encanta morder huesos, a la mente le encanta hincarle
sus dientes a los problemas. Es por eso que resuelve acertijos y construye
bombas atómicas. A ti no te interesan esas cosas. Permíteme preguntarte
esto: ¿puedes liberarte de tu mente cada vez que quieres? ¿Has hallado el
botón que detiene todo el mecanismo?
Pregunta: ¿Te refieres a dejar de pensar? No, no puedo hacerlo, excepto
quizás por unos instantes.
Eckhart Tolle: Entonces la mente te utiliza a ti. Inconscientemente, te has
identificado con ella, de modo que ni siquiera te das cuenta de que eres su
esclavo. Es casi como si fueses poseído sin darte cuenta: crees que la
entidad que se posesionó de ti eres tú mismo. La libertad se inicia dándote
cuenta de que no eres esa entidad que se posesionó de ti -el pensador- Saber
esto te permite observar a la entidad. Apenas comienzas a observar al
pensador, comienza a activarse un nivel más alto de consciencia. Comienzas
entonces a darte cuenta de que hay un enorme ámbito de inteligencia más allá
del pensamiento, y que ese pensamiento es sólo un diminuto aspecto de esa
inteligencia. También te das cuenta de que todas las cosas que realmente
importan -la belleza, el amor, la creatividad, la alegría, la paz interior-
tienen su origen más allá de la mente. Comienzas a despertar.

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Filosofía
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