Del Ego a la Compasión

Una característica fundamental del ego es el miedo. El miedo a no ser amado, a no ser aceptado, a no ser integrado. El ego le teme al futuro. A lo que pueda ocurrir. El siquismo del ego en general vive desde el miedo y desde ahí toma las decisiones y elecciones. “Sabemos que estamos situados en el ego cuando estamos tensos frente al otro, porque significa que estamos de alguna manera defendiéndonos, protegiéndonos o generando corazas. El intentar parecer es muy tensionante”. 

Otra característica del ego es la avidez, el deseo. La sensación constante de que algo falta. “Nuestra cultura está fundamentada en eso. El consumismo es eso. El ego siempre está diciendo que no es suficiente”, explica Patricia. En nuestra vida cotidiana, el ego se traduce en ese rollo mental que no nos permite estar en presencia y en sintonía con la vida como es en cada momento.

 

Fuente : http://www.desafio.cl/

 

 

A eso apunta la evolución de la conciencia del ser humano. A darnos cuenta que todos somos uno. Por lo tanto, lo que le pase al otro ya no nos será indiferente y aflorará naturalmente la compasión y nos pondremos en acción para construir un mundo mejor para todos.

Patricia May ha caminado en su vida por un sendero de búsqueda profunda. Nació con una enfermedad llamada Acondroplasia, relacionada con el enanismo, y los dolores físicos y emocionales fueron una constante desde su niñez.Con la autoestima dañada y con la idea de que no tenía cabida en el mundo inició un duro camino. Entre dudas y tropiezos, fue madurando desde su experiencia ese desenvolvimiento de la conciencia del que más tarde hablaría en sus libros….

 

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En un punto no le quedó más que oír el clamor de su alma, que la llamaba a erguirse, a dejar de compadecerse y ser feliz. “Sé lo difícil que es alzarse desde la desesperanza a la dignidad del ser. La vida me regaló una dura y, al mismo tiempo (visto desde mi amplitud actual), maravillosa oportunidad”, dice hoy.

Fueron esos desafíos los que la llevaron a hacerse preguntas esenciales: ¿Quiénes somos? ¿De dónde venimos? ¿Hacia dónde vamos? El afán por encontrar esas respuestas fue lo que la llevó a decidir estudiar antropología. Después de graduarse, se ha dedicado al estudio, práctica y profundización del conocimiento de la humanidad, su finalidad y destino. Su afán es traer el conocimiento a la práctica cotidiana, de modo que sea un recurso transformador de la vida personal y social.

Una de esas transformaciones es el paso desde una concepción de vida basada en el ego, hacia una basada en la compasión. En la visión de Patricia May, el ego es ese aspecto interior que nos lleva a vernos separados de los otros y del mundo. “Se puede decir que es un estado de tensión síquica, que nos hace permanecer en un espacio de separación, en la que sentimos que tenemos que protegernos de los demás”. Una característica fundamental del ego es el miedo. El miedo a no ser amado, a no ser aceptado, a no ser integrado.

El ego le teme al futuro. A lo que pueda ocurrir. El siquismo del ego en general vive desde el miedo y desde ahí toma las decisiones y elecciones. “Sabemos que estamos situados en el ego cuando estamos tensos frente al otro, porque significa que estamos de alguna manera defendiéndonos, protegiéndonos o generando corazas. El intentar parecer es muy tensionante”.

Otra característica del ego es la avidez, el deseo. La sensación constante de que algo falta. “Nuestra cultura está fundamentada en eso. El consumismo es eso. El ego siempre está diciendo que no es suficiente”, explica Patricia. En nuestra vida cotidiana, el ego se traduce en ese rollo mental que no nos permite estar en presencia y en sintonía con la vida como es en cada momento.

Compasión en acción

La compasión requiere de soltar las apariencias para entrar en un estado de sintonía con el sentir profundo y con el mundo, porque sólo así se puede abrir el corazón a ponerse en el lugar del otro. “Pero la compasión va más allá de la empatía, de sentir con el otro, pues la compasión es acción, mueve a hacer algo, a hacer lo posible por ayudar al otro a superar su sufrimiento”.

 “A partir de mi historia, tiendo a pensar que ninguna condición es un obstáculo para ir a la realización y al amor, que los seres humanos estamos dotados del inmenso poder del espíritu y éste al ser activado, jamás podrá ser vencido por las condicionantes vitales, entre los que el fracaso y el error son parte de un proceso mayor”, comenta.

Y es hacia allá que apunta el cambio necesario desde la humanidad actual: hacia la conciencia de que todos somos uno. De que todo nos afecta a todos porque somos un solo gran ser, incluyendo a todo el planeta. “Esa es la conciencia emergente y es lo que tiene que despertar. Cuando lo tengamos claro, vamos a poner nuestras acciones e incluso nuestra propia transformación personal al servicio de la transformación de todos”, finaliza Patricia.

Por Francisca Gálvez