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Jul 28, 2014
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Entrevista a Patricia May

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Patricia May: “El conocimiento espiritual debe ser llevado a políticas públicas…”

Una antropóloga chilena que une la ciencia con un fuerte trabajo espiritual y que nos da una tremenda enseñanza de cómo las dificultades pueden convertirse en nuestros grandes maestros.

Para ella, el paso que como humanidad nos corresponde dar ahora es la conexión con ese centro luminoso que está dentro de nosotros, para que ilumine nuestra consciencia y abra nuestros corazones hacia un mundo mejor.

Fuente : http://www.revistasomos.cl/

Por Carlos Rold

Valora tanto la intimidad que estuvo a punto de no lanzar su primera publicación Todos los reinos palpitan en ti, libro con el cual finalmente salió a la luz pública. “Mi resistencia más grande siempre ha sido el miedo a perder lo simple y lo íntimo. Me ha costado mucho poner los límites para encontrar un equilibrio”, nos comenta en amena conversación con Somos.

En este mismo diálogo nos revela también su pasión por la poesía: “Para mí lo más natural, lo más íntimo y quizás lo más verdadero es la escritura de la poesía. Lo que yo escribo tiene que ver con momentos de gran ecuanimidad y contacto interior; entonces, son poesías muy sintéticas, como los haiku. Es aquello que surge después de vivir todo el proceso conflictivo.” En su sitio web es posible escuchar sus declamaciones.

Su enfermedad genética, llamada acondroplasia, ha sido una fuente de fuerza e inspiración constante para sí misma. Tuvo momentos complicados durante su infancia y adolescencia, pero la actitud y el apoyo incondicional que tuvo siempre de parte de sus padres le permitieron también gozar de años maravillosos.

“Un día comenzó a brotar dentro de mí, en forma natural, un sentir muy profundo hacia la unidad de todo, hacia el encantamiento con la naturaleza, la música, la poesía…

Fue la hija mayor. Vivían en una casita en una zona rural, en la comuna de La Granja. Sus papás vendían huevos. Su padre venía de Chillán, y su mamá, del barrio Bellavista. Él construyó una casa cerca de Las Condes, en el sector de Vespucio, que por ese entonces era rural y lleno de naturaleza. La vida era muy de campo. “Los niños jugábamos todo el día en una convivencia muy natural, y era una vida distinta a la de ahora; no existían tantas diferencias ni temores”, recuerda.

Sus padres notaron su condición cuando Patricia tenía un año. Ella no sintió nada extraño hasta los cuatro años, por un comentario que escuchó: “Yo me sentía muy normal, porque no hay ningún problema en ser como se es. El problema viene desde la mirada del otro. Andaba con mi mamá en el centro y una señora me miró y dijo: . Entonces, en la noche me quedé pensando mucho rato en por qué me dijo ; me pregunté , pero simplemente no entendí. Desde entonces desarrollé esa conciencia de que soy distinta, y como esto no era un problema en mi familia, simplemente lo elaboré yo sola, y fue muy difícil”.

El lado bello de las cosas

Patricia tuvo dificultades de todo tipo; pero también reconoce, por otro lado, tener el sentimiento de corazón de que su vida ha sido muy feliz: “Siempre supe ver el lado bello de las cosas. También pude disfrutar la “detención”; ahora lo veo como algo importante, un beneficio secundario; un niño que no puede moverse tanto tiene que estar en sí mismo y entretenerse con otras cosas”. Pasó mucho tiempo en cama: a los 13 años estuvo un año y tres meses en cama, por una operación para alargar los huesos.

Recuerda también momentos hermosos, entre ellos con el grupo de amigos con el que compartió entre los 13 y 16 años, en el que siempre estuvo súper incluida, a pesar de que no podía correr junto con las niñas o bailar en las fiestas; ella simplemente observaba, con alegría.

A los 16 años tuvo un profesor particular que le amplió el mundo: “Fue un momento especial, de ensamble neuronal; estaba casi todo el día en cama, leía mucho y era muy visitada. Este profesor era un maestro para enseñar, entonces desde ahí en adelante me convertí en una persona distinta. Él despertó en mí las ansias de aprender y el placer del conocimiento, me enseñó todas las materias. Me convertí en una persona que disfruta del vivir y que le interesa mucho el conocimiento de todo.”

– ¿Por qué quisiste estudiar antropología?

– Me interesaba mucho entender el misterio de quiénes somos. Y esas otras preguntas fundamentales ¿de dónde venimos? y ¿hacia dónde vamos? empezaron a cobrar fuerza. A los 17 años tuve experiencias fuertes en el ámbito interno. En una de ellas experimenté un profundo amor por todas las personas, algo así como una especie de amor psíquico. Entonces surgió la idea de ponerme en contacto con algún conocimiento que tuviera que ver con la psiquis de las personas, con lo profundo.

El camino más consciente comenzó cuando terminé mi carrera. Estuve un año tranquila haciendo mi tesis, una vida muy sencilla y afortunada, con todas las necesidades satisfechas. Un día comenzó a brotar dentro de mí, en forma natural, un sentir muy profundo hacia la unidad de todo, hacia el encantamiento con la naturaleza, la música, la poesía. Sin mucho esfuerzo, pude darle cauce y en este espacio, cuando tenía 23 años, ocurrió un evento: contrataron para la casa una persona que enseñaba “control mental”, que en esa época estaba muy de moda.

“Lo que hay afuera en el mundo es en realidad lo que hay dentro del ser humano, por eso es que lo más importante es la transformación interior”.

Con algunos primos formamos un grupo, y esta persona nos enseñó algo que yo nunca había experimentado. “Cierra los ojos, concéntrate en tu respiración…” Fueron cuatro clases, y como yo justo estaba con esa sensibilidad de mis experiencias interiores, empecé a practicar todos los días. Se me abrió otro mundo, me llegaron certezas y hallazgos. Era tal mi conexión que sentía como si la realidad se hubiera transformado. Comprendí que todo estaba sutilmente unido y vi el sentido de las cosas.

Entonces, empecé a buscar fuentes de conocimiento que me pudieran explicar eso que estaba viviendo. Mi familia era católica, y ahí no encontré respuestas. Ahí llegué por primera vez a las tradiciones budistas y encontré relatos de experiencias como las que estaba viviendo.

Seguí buscando, y un amigo mío de la universidad estaba en una escuela de filosofía, la Escuela Iniciática, que también integraba la meditación y el yoga e iniciaba al ser humano en la práctica espiritual. Como a esta escuela sólo se llegaba por invitación, le pedí a mi amigo que me llevara. Estuve trabajando ahí todos los días por más de quince años.

Ahí también conocí a mi marido, Sergio, que estaba desde antes que yo. Dos años después nos fuimos a vivir en comunidad. En ese grupo estaba él y ahí empezó la amistad más profunda. Viví tres años ahí. Nuestro primer hijo nació en comunidad, nos casamos en comunidad. Arrendábamos una casa en Salvador con Bilbao, entre todos la manteníamos; fue un tiempo maravilloso. Actualmente la Escuela Iniciática ya no existe, pero todos somos íntimos amigos, como una familia.

Patricia May: “El conocimiento espiritual debe ser llevado a políticas públicas…”

Consciencia planetaria

– Hablas constantemente de la “antropología del sentido”…

– Es una mirada respecto del sentido de la vida del ser humano, una mirada que se nutre de las diferentes tradiciones espirituales otorgando una visión total del ser humano y que entiende la vida material como una tremenda oportunidad para el espíritu humano, como una escuela de aprendizaje y evolución.

“Desde el punto de vista sociológico, tal vez ahora sea el momento más brillante de la humanidad, porque nuestra consciencia ha aumentado y vemos con mayor claridad las distorsiones”.Me interesan mucho los temas relacionados a la evolución de la consciencia. Veo que estamos ad portas de un momento que conjuga el desarrollo de un aspecto nuevo de la función cerebral, un cerebro sincronizado, altamente conectado, que confluye en un nuevo espacio de la consciencia, que es una consciencia planetaria y se involucra con la tecnología y las nuevas formas de comunicación, casi como un gran espacio mental telepático entre los seres humanos.

– Vivimos en un mundo organizado para mantener la desconexión interna del ser humano, “separado” de la totalidad, ignorante de la unidad. En este contexto, ¿cómo es posible lograr esa coherencia interior?

– El camino genuino va hacia la transformación real de la persona y no hacia la forma. Todos los desvíos en el asunto espiritual han sido por poner el énfasis en la forma, en la ritualización: la hora que te levantas, el desayuno que te tomas, el incienso que prendes, la ropa que usas, el gurú que tienes, a qué hora meditas… Entonces, si uno se levanta todos los días a meditar a las 4 am, pareciera que está en un camino espiritual; ¡esto es un chiste!

Lo que importa es cómo me observo hacia dentro, cómo me cuestiono la vida que estoy llevando. Porque, además, creo que todo camino que dice que llegaremos a la iluminación si nos apartamos del mundo es erróneo. Esto hay que hacerlo aquí mismo, dentro del medio social en el que estamos insertos y dentro de nuestro propio mundo, con la familia, en nuestras relaciones, en nuestras circunstancias y problemática cotidiana.

El paso que nos corresponde dar ahora como especie es la conexión con ese centro luminoso que está dentro de nosotros, para que ilumine nuestra consciencia y abra nuestros corazones hacia un mundo mejor. El camino espiritual no tiene que ver con fantasías chamánicas ni ritualísticas. Esto es hacer solamente un trabajo emocional, no espiritual.

El momento más brillante…

– ¿Cómo se podría expandir este proceso hacia lo colectivo?

-El conocimiento espiritual debe ser llevado a políticas públicas. En este momento, los lugares de trabajo son espacios que enferman a las personas. ¿Qué está pasando que la gente en vez de salir mejor de su jornada, sale peor?

Entonces, ¿cómo hacer para que la organización laboral sea un espacio de encuentro, de positivismo, de crecimiento personal y colectivo? Esto debe darse en el futuro cercano y, obviamente, implica cambios a nivel interno de las personas y cambios externos respecto a la organización de la jornada laboral, sueldos y miles de detalles más.

Creo que, desde el punto de vista sociológico, tal vez ahora sea el momento más brillante de la humanidad, porque nuestra consciencia ha aumentado y vemos con mayor claridad las distorsiones. Hace muy poco tiempo la esclavitud era algo sumamente normal; hoy tenemos conceptos de derechos humanos universales. Y eso es extraordinario, porque la información llega de la misma manera a todo el mundo, y eso antes nunca había sucedido.

Antes teníamos tanta ó más oscuridad que ahora, pero la encontrábamos normal. Al estallar la guerra de Irak, miles de personas en todo el mundo salieron a las calles a manifestarse a favor de la paz; en cambio, para la segunda guerra mundial, la gente entendía que se estaba en tiempos de guerra porque era algo sumamente normal que se mataran entre los países para resolver los conflictos. Hoy eso ha dejado de ser normal y se hace todo lo posible para resolver los conflictos de otra manera, pero obvio, aún el ego predomina, también la codicia.

Lo que hay afuera en el mundo es en realidad lo que hay dentro del ser humano, por eso es que lo más importante es la transformación interior.

– Háblanos de tu Escuela del Alma…

– Con Sergio, llevamos muchos años trabajando en talleres, y eso ha ido evolucionando de manera natural hacia una forma de escuela. La nuestra existe físicamente hace 6 años, pero contiene muchos años más de experiencia acumulada. Es algo que hemos venido trabajando la vida entera, una extensión orgánica de nuestro trabajo personal.

Es una escuela para personas que quieren hacer un trabajo de transformación personal. La enseñanza central de la escuela es el Trabajo Espiritual Consciente. Vamos trabajando y acompañando el proceso de integración personal de cada individuo; trabajamos el silencio, la conexión interna, a través de clases de conocimiento teórico y práctico. Un quehacer en que la persona se va puliendo a sí misma a través de la autoobservación, el cultivo espiritual, la labor colectiva amable y empática. Es un trabajo de ubicarse en su centro, de manejo mental-emocional y armonía física.

A los integrantes de nuestra escuela les llamamos “practicantes” -que practican-, porque esto no es automático, es sistemático y es importante estar en grupo. Trabajamos el aquietamiento interior a través de la relajación y la meditación, para desde ahí conocer lo que hay dentro de nuestra mente, elaborarlo y ver qué hacemos con eso. Hay un aprendizaje acerca de cómo mirar ese estado de ruido interior. Hacemos lecturas semanales y jornadas de reflexión, pero la mitad de la sesión es silencio, la otra mitad es una clase reflexiva o comentarios en conjunto acerca de algún texto.

Lo más importante es llevar la escuela a la vida cotidiana, ese es el campo de acción. Las personas que ya están y las que llegan son movidas por un profundo deseo de llevar a cabo un camino espiritual genuino y de autotransformación.

Próximas actividades de la Escuela del Alma
-El Taller de Trabajo Espiritual Consciente está dirigido a personas que quieran cultivarse interiormente y ser un aporte de creatividad, paz y sabiduría por un mundo mejor. Inicio: 26 y 27 de marzo 2014(puede integrarse gente durante abril). Duración: compromiso semestral. Sector Colina-Lo Arcaya (Vías rápidas de acceso.)

-Seminario Conocimiento, etapas y prácticas de un trabajo espiritual consciente. Ciclo de 8 sesiones en que se abordará la cosmovisión de un caminante espiritual, los distintos procesos que se van viviendo en el camino al despertar, y la disciplina y cultivo personal del practicante. Abril y mayo 2014. Jueves de 19:30 a 21. Inicio: Jueves 3 abril 2014. Lugar: Club Providencia. Pocuro 2878.

Más información: 9-2307791, www.patriciamay.cl

Inscripciones: serpa75@gmail.com

Article Categories:
Filosofía
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