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Nov 4, 2015
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Huellas de Sentido

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Por más tecnología que se descubra para no envejecer, tarde o temprano todos moriremos. Llegará el momento en que nos preguntemos: ¿valió la pena nuestra vida? De la muerte uno puede deducir el sentido de la vida. Cuando uno muere, no se lleva sus éxitos empresariales, sus logros, sus metas, sus propiedades, sólo se lleva su alma. Si lo único que te llevas de esta vida es tu alma entonces ¿cuál es el sentido de la vida?

 

Mi formación lógica de ingeniero me dice que la respuesta es desarrollar tu alma. El ego es el que nos impulsa a tener más, a buscar prestigio y poder. El alma es la que nos impulsa a ayudar, a expresar nuestra gratitud, a dar amor y a recibir amor, a buscar la conexión con lo divino. Tenemos que hacer un esfuerzo por balancear las actividades de desarrollo del ego con aquellas actividades que nos llevan a desarrollar lo que verdaderamente importa en la vida: el desarrollo del alma. Debemos aprovechar nuestro tiempo en la vida para encontrarnos con el alma, para tenerla presente en todos nuestros actos, en nuestras emociones y pensamientos.

¿Cómo me encuentro con mi alma, cómo desarrollo el alma?

Quisiera compartir con el lector mi propia experiencia. Hace varios años yo era una persona agnóstica. Creía en Dios por miedo a las consecuencias de no creer, pero en realidad no practicaba una vida espiritual. Era una persona impulsada por su ego, era un ejecutivo egoísta, neurótico, sin balance y muy materialista. Me sentía con prestigio en la comunidad empresarial, pero yo no me soportaba. Cuando iba a reuniones sociales, tenía que ser el más inteligente, el que hablaba más. Mi ego me impulsaba a sentir la adrenalina de considerarme el mejor, pero en realidad era muy infeliz. Tuve la suerte de estrellarme contra la pared. Una crisis importante en mi vida me removió el piso. A veces la vida te trae dificultades para ayudarte a crecer. Después de mi crisis busqué ayuda. Un amigo me introdujo en el mundo de la meditación, una técnica ancestral que implica poner nuestra mente en silencio o en blanco, acallar nuestros pensamientos para que pueda emerger el alma o sentir a Dios dentro de nosotros.

Al comienzo me fue difícil poner la mente en blanco, pero después de unos meses empecé a ver los resultados. Por primera vez empecé a sentir una sensación espiritual en mi vida. Al silenciar mis pensamientos, emergían una serie de sensaciones  extraordinarias de unidad con el todo, de paz, de armonía y amor. De ser una persona agnóstica pasé a creer en Dios. No era un tema de fe, podía sentir a Dios adentro mío. Sentía que mi alma era parte de Dios y que Dios estuvo conmigo siempre, pero yo había estado demasiado ocupado con el ego para verlo.

¿Cómo más desarrollamos el alma? Hay muchas formas, la meditación no es para todos, hay personas que no pueden concentrarse o acallar sus pensamientos. La oración con devoción también es otra forma. Así mismo se desarrolla el alma expresando nuestra gratitud. Cuando expresamos nuestra gratitud ocurre una magia que ha sido estudiada científicamente. La gratitud nos hace mejores personas, nos hace más felices, nos provoca un deseo de ayudar a los demás y hasta nos hace más eficientes en el trabajo. Estos estudios han sido conducidos por el doctor Emons  que se ha convertido en el gurú de la gratitud. Cuando expresamos gratitud, nos llenamos de humildad, nos alejamos del ego, de sentir que nos merecemos todo y nos acercamos al alma.

También se desarrolla el alma a través del servicio desinteresado a los demás. Cuando somos generosos y servimos a terceros sin esperar nada a cambio. El servicio también ha sido muy estudiado y se ha demostrado que nos da salud, aumenta nuestro tiempo de vida y nos produce mucha felicidad. Paradójicamente la sociedad nos convence que seremos felices si somos egoístas y nos compramos cosas, o si buscamos nuestro propio interés. Pero nuestro cuerpo está hecho para servir, ahí es cuando nuestra salud física y mental mejora. El servicio es lo opuesto al ego. El ego lo quiere todo sólo para sí mismo. Servir a los demás enjaula a nuestro ego y deja salir el alma. Han personas que nunca han orado, que nunca han meditado, pero han dedicado su vida al servicio y son muy espirituales, tiene su alma aflorada.

Nuestra vida se puede llenar de muchas formas. Uno puede dedicarse a comprar felicidad temporal alcanzando una meta que anhela, o hablando mal de otras personas. Uno puede tener una satisfacción temporal, ocupando su vida en pasatiempos, o a través de deportes de aventura que nos dan adrenalina. O simplemente dedicando su vida hacia afuera, hacia lo que piensen los demás, tratando de actuar conforme a presiones sociales. Pero allí no radica el sentido de la vida. La verdadera felicidad duradera se encuentra dentro de nosotros, está en nuestra alma. Es en la conexión con nuestra alma que descubriremos nuestro verdadero propósito. Una persona que ha tenido el alma presente y la ha desarrollado sabe que su vida ha valido la pena.

Adaptación  del artículo Huellas de Sentido de  David Fischman, en el libro Huellas en el Camino

Fuente: www.desafio.cl

Article Categories:
Filosofía
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