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Nov 11, 2013
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“La humanidad dará un vuelco de conciencia”

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Gastón Soublette: “La humanidad dará un vuelco de conciencia”

“La cultura tiene que ser un trasunto del sentido del mundo. El sentido del mundo el hombre primitivo lo capta en el acontecer cósmico, y la cultura que él formula tiene que estar en armonía con el sentido del mundo. Si la cultura no está en armonía con el sentido del mundo, esa cultura es destructiva.”

Fuente : http://sitiocero.net/

 

Hernán Dinamarca Publicado: 19 julio, 2011 Hace aproximadamente 15 años, cuando trabajaba en el libro “Bolero de Almas: conversaciones de Fin de siglo con Viejos Sabios*”, tuve la oportunidad de mantener un diálogo con este hombre polifacético: músico, educador y antropólogo, Gastón Soublete, quién no dudaba en afirmar que el Tao oriental era «constitucional a su persona desde que el asombro de vivir lo impulsó a entender el mundo». Hoy, ya con una década en el siglo XXI, esa conversación aún es extraordinariamente vigente; es más, la emoción y convicción que ayer nos animaba y compartíamos con Soublette, que la humanidad daría un vuelco de conciencia, cada día se nota en más gestos jovenes de la vida cotidiana.

– La percepción asombrada es común a todos los niños.

– Sí, pero no permanece. Todo niño, de alguna manera, es un indígena y vive inmerso en ese sentimiento de formar parte del acontecer cósmico. Sin embargo, a poco andar, con la educación se pierde este sentimiento.

– Usted afirma que un niño y un indígena tienen espontáneamente una mirada Tao, pero que nuestra educación hace que se pierda. ¿Podría comparar ambas concepciones?

– En Europa, las tribus bárbaras que invaden al Imperio, los francos, los visigodos, salen de la selva del norte, y para ellos vivir el Tao era lo espontáneo. Era lo normal, pues esos bárbaros eran indígenas. Es decir, la Europa bárbara habría tenido muchos menos inconvenientes de aceptar el Tao que la Europa moderna. El hombre europeo moderno, con su pensamiento racional y la ciencia que deriva de él, se fue separando peligrosamente de la naturaleza. La sociedad industrial está basada, justamente, en un divorcio profundo entre el hombre y la naturaleza, con el objeto de poder explotarla. En una moral que es la manera burguesa de vivir. Una religión inspirada en la noción de cumplimiento y de mérito para la otra vida, porque ésta es un valle de lágrimas. Esa racionalidad occidental actual es la antípoda del sentimiento de armonía del hombre con el cosmos.

– El rechazo en su adolescencia a esa concepción occidental debe haber sido sinónimo de mucha rebeldía.

– Claro, y sufrimiento también. Mi rebeldía era más interior que exterior. Por fuera seguía la corriente, di el bachillerato e ingresé a la Escuela de Derecho. Pero era tan a contrapelo estudiar Derecho que terminó produciéndome una neurosis depresiva, una neurosis de rebeldía, así que dejé los estudios y no me recibí.

– Eso en los años 40. -Antes incluso. La rebeldía se manifiesta en que uno busca sabiduría en los artistas, en individuos extraños, en el mendigo, en el indígena, en quienes le puedan dar noticias distintas a las del mundo en que uno vive.

-En el siglo VI antes de Cristo, aproximadamente, en Grecia, en Medio Oriente, en China, en India, en América, surgen concepciones de mundo plasmadas en textos originarios que incorporan el cambio, el fluir. ¿A qué atribuye esta curiosa y fascinante sincronicidad entre culturas tan distantes?

– Fue un gran momento de la humanidad. Coinciden los grandes profetas de Israel, Pitágoras y Heráclito en Grecia, Buda en la India, Lao Tse en China. El siglo VI es como una puerta a un mundo que en el largo plazo se va a constituir como distinto al mundo que le precedió. Por ejemplo, en China el Imperio Antiguo duró hasta el siglo III a.C. Con las enseñanzas de Confucio se constituye el Imperio Clásico, que duró dos mil años. Entre ambos es la diferencia que hay entre la humanidad arcaica y la civilizada. El Imperio Antiguo es, en gran medida, indígena. El Imperio del cual viene Confucio tiene más de indígena que de civilizado. Hay ciudades, pero la sociedad todavía vive en un indigenismo superior: era un Imperio poblado por etnias. En cambio, la civilización vive en el Derecho, en la moral, en el pensamiento organizador de la vida, en las ideologías, en la ciencia. Eso se inicia en ese siglo en que vive Pitágoras y Heráclito, Buda, Confucio, y es la gran puerta por la cual se abre paso esta concepción civilizada de la vida que vendría después. Estos faros aparecen para advertirle a la humanidad del paso que va a dar. Para dar ese paso reformulan la sabiduría originaria que viene desde la noche de los tiempos. ¿Quién es Confucio en el fondo? Es un codificador de la sabiduría anterior. Confucio dice: «yo no creo nada, yo transmito». Lao Tse decía lo mismo. Pitágoras se podría considerar también como un resumidor de toda la sabiduría que viene desde la mitología griega. Los profetas reformulan lo esencial de la ley de Moisés a su pueblo.

– Es paradójico, porque ellos abren una civilización que posteriormente niega la sabiduría antigua.

– Claro. Es la gran advertencia, porque la humanidad va a dar un paso muy importante en los siglos siguientes; un paso que dura hasta ahora. Entonces, la humanidad arcaica, con su sabiduría original, a través de estos portavoces, le advierte a la futura humanidad civilizada los tremendos peligros del paso que va a dar. Por ejemplo, Confucio, siendo un hombre de la autoridad, de la moral, tiene claro el tremendo peligro que tienen los hombres civilizados de embarcarse en la empresa titánica, por la cual se rompe el equilibrio dialéctico del mundo, en que el principio paterno arrasa con el principio materno y la dulzura y la suavidad sucumben ante la fuerza, la organización, el poder, la riqueza y la opulencia. Confucio le advierte al pueblo chino, en el I Ching sobre todo, de los peligros de la empresa titánica. La sociedad industrial es una empresa titánica, sin el paliativo espiritual que es el lado materno de la vida.

– No pocos occidentales son críticos del Tao. Les es difícil comprender el «no obrar» de la concepción Tao, ese dejar fluir del Todo. Lo critican porque ese no obrar y dejar fluir ocultaría una invitación a la no responsabilidad de la acción humana.

– Es una crítica infundada y surge de no entender lo que es el no obrar. Si trato de definir el no obrar es muy posible que lleguemos a equívocos imposibles de superar. Pero si doy ejemplos es fácil de comprender. En política, ¿qué sería el no obrar en el Chile del siglo XX? Que los gobernantes, antes de embarcarse en el modelo de civilización industrial, hubieran observado quiénes somos y qué necesitamos. Entonces, el no obrar hubiese sido saber cuál es el valor de nuestra cultura y qué nos define como comunidad humana. Eso sería el no obrar: pensar primero en lo que nos da la vida y sobre eso construir. Pero no pensar que porque los franceses, los ingleses, los norteamericanos han descubierto algunas cosas, ésas a nosotros nos hacen falta y traerlas para acá e imponerlas por decreto, cualquiera sean las consecuencias. Con ese ejemplo, se entiende que el no obrar es un dejar fluir en el sentido de que las fuerzas de la vida han creado una comunidad, le han dado una cultura a nuestro pueblo, con una sabiduría de origen europeo e indígena que la viene elaborando a través de los siglos.

– Entonces, el no obrar sería un obrar con sabiduría.

– Exactamente. Un obrar pero en consideración a lo que nos es dado desde la vida, para no interferirla. La mejor definición de no obrar es no interferir. No obrar no significa un no hacer. El obrar puede ser un hacer, pero un hacer conforme al sentido del mundo, a cómo fluye la vida. Atendiendo a eso, digo que los gobernantes chilenos del siglo XX han carecido de sabiduría: han llevado a que el pueblo pierda su virtud, justamente porque se le ha impuesto un modelo que por ser proclamado por las naciones más poderosas y más ricas se considera de por sí como bueno.

– Cuando dice que el no obrar sería el no interferir, me cuesta comprenderlo. Toda la aventura humana, desde que empezamos a trabajar, a utilizar el lenguaje y a ser conscientes, ha sido una gran interferencia -qué otra cosa sino es la cultura- entre la humanidad y la naturaleza. La acción humana es gestar la cultura, es un obrar que, a la vez, interfiere en la humanidad misma y en la naturaleza.

– La cultura no tiene por qué interferir. La cultura tiene que ser un trasunto del sentido del mundo. El sentido del mundo el hombre primitivo lo capta en el acontecer cósmico, y la cultura que él formula tiene que estar en armonía con el sentido del mundo. Si la cultura no está en armonía con el sentido del mundo, esa cultura es destructiva.

– Que es lo que ocurre hoy

– Claro. El Emperador chino antiguo hacía regularmente un viaje que duraba un año por todas las regiones del Imperio. En ese viaje conversaba con todos los ancianos sabios de cada pueblo y así conocía a su pueblo. El Emperador aprendía más de ese viaje que lo que aprendía el pueblo del Emperador. Los letrados que iban con él recogían la tradición popular. Esta se acumulaba en la biblioteca del palacio imperial. De la sabiduría popular salió el I Ching, salió el Libro de los versos. Entonces, para crear una cultura que no interfiera con la sabiduría del pueblo, los Emperadores antiguos estaban preocupados de saber quiénes son los chinos y no imponer por decreto desde el palacio imperial una sabiduría cualquiera.

– No es fácil conciliar la tradición del Tao oriental con la tradición bíblica occidental, y usted es taoísta y cristiano. Digo que no es fácil, pues hay una tensión entre el cristianismo (al menos en su variante católica, cuya moral es abstractamente normativa, es un decálogo moral que hay que cumplir) versus un Tao cuya moral enfatiza en la experiencia, en la transformación interior del ser humano y en el posible devenir hacia su perfección. Son actitudes distintas. ¿Cómo las concilia en su interioridad?

– Si soy cristiano es porque creo en Jesucristo. Hay que conocer a Jesucristo para saber qué es el cristianismo. ¿Es Jesucristo un ser normativo? Eso es lo único que interesa.

– La Iglesia ha sido profundamente normativa, sino represiva, durante dos mil años.

– Pero observemos a Cristo. ¿Es un hombre normativo? No. El es un hombre de sabiduría y amor. Por ejemplo, un joven rico le pregunta: «Maestro, ¿qué debo hacer de bueno para alcanzar la vida eterna?» Jesús responde con una pregunta: «¿Por qué me preguntas sobre lo bueno, Uno sólo es El Bueno». ¿Qué quiso decir Jesús? Que no hay nada que sea bueno independientemente de Dios, la fuente de la vida. Entonces, Jesús responde de una manera no normativa como primera actitud. El lo remite, hablando en términos chinos, al Tao primero. Si tú estás en contacto con Dios, eres bueno, pero no es la práctica de mandamientos lo que te va a hacer bueno. Esa es la esencia de su respuesta. – Pero aceptemos que la Iglesia es normativa.

– Todas las iglesias son normativas. Para que una iglesia se mantenga con vitalidad debe equilibrarse entre lo normativo, que es inevitable por el desarrollo de la cultura, y la fuente de vitalidad espiritual que viene de los fundadores. Estos no han sido normativos. Lo normativo viene después. Jesús incluso trata de superar la normativa de la ley de Moisés. La libertad de los hijos de Dios era una expresión que se usaba en la primitiva Iglesia. Es escandalosa esa afirmación para quien tiene una mentalidad normativa. Entonces, hay muchos paralelos entre Jesús y Lao Tse. Entre otras cosas, Jesús usa la experiencia de la naturaleza para sus ejemplos, lo que es esencialmente taoísta. Los saca del grano de mostaza, del grano de trigo, de la gallina y los pollos, del viento, de las estaciones del año, del sol y la luna. Jesús era un hombre itinerante, más veces durmió a la intemperie que bajo techo, vivía en contacto con los pájaros, el aire, la luna y las estrellas. Ahora es difícil ver a ese Jesús por todo el aparataje teológico que surgió después.

– Muchos pensadores ven en la Iglesia a una de las instituciones que da el sustento conceptual para la posterior explotación irracional de la naturaleza que hace el ser humano. El monoteísmo expresado en una figura divina que no está en la naturaleza sino que está fuera, es el que impulsa a la humanidad a enseñorearse de todas las cosas por Dios creadas.

– No fue ése el sentimiento original. La nueva teología de la creación, una de las avanzadas del cristianismo actual, enfatiza mucho el texto del Génesis en que el inventario de la creación es una gran familia. Cada vez que Dios crea uno de los reinos, en el texto dice: «Y vio Dios que era bueno». La creacióm es una gran familia, es un todo inseparable. Así lo concibió el hebreo antiguo. Hay que distinguir también entre el hebreo antiguo y el hebreo posterior que es preceptual.

– Erich Fromm escribió un libro bellísimo: «Y seréis como dioses». En él sugiere que con la emergencia en el Oriente Medio de los monoteísmos antiguos se abre la posibilidad en la historia humana del devenir de la concepción de mundo occidental posterior. Esos monoteísmos abren la concepción de mundo que concibe a la humanidad-yo confrontada a la naturaleza-ello, yo versus ello. Ahí surgiría un Dios como espíritu más allá de la naturaleza y una humanidad como favorita de ese Dios. Y ahí surgiría una humanidad que es el espejo de Dios en la tierra y cuyo camino humano es «seréis como dioses». Así, tras esa nueva sensibilidad, el hombre se separa de la naturaleza al abandonar ese yo-humanidad y tú-naturaleza que era propio de la sensibilidad originaria del animismo y el politeísmo panteísta precedentes, en los que naturaleza y humanidad vivían animadas en una interpenetración vital.

– No he leído el libro de Froom. Sin embargo, hay un monoteísmo chino, el taoísmo, en el que la palabra Tao se usa de dos maneras: por un lado, el sentido del mundo que se capta en el sentido del acontecer; y por otro, es el principio del cual deriva todo, es decir, connota a Dios. No creo que sea la formulación de un Dios único necesariamente la raíz de la separación del hombre del Todo. Eso viene de Grecia. Heráclito es el último indígena de la sociedad griega y Parménides es el primer civilizado. Parménides separa en forma tajante al sujeto y al objeto. El pensamiento griego a partir de ahí separó al hombre de la naturaleza. El hombre es un sujeto que observa a la naturaleza-objeto y que puede interferir en ella. El sentido ya no es, a la manera indígena, preexistente al hombre, sino que el sentido es lo que el hombre le quiera dar a las cosas.

– En este siglo, a partir de los años sesenta, cuyo símbolo más sugerente fue el viaje de los Beatles a la India, la racionalidad occidental de Descartes va a buscar el orientalismo de Tao y Buda, iniciándose una síntesis nueva entre ambas sensibilidades. De ahí surgen las neorreligiones en occidente, las psicologías transpersonales, el desarrollo personal, en fin. ¿A qué circunstancia histórica atribuye este acercamiento?

– Ocurre para llenar un vacío nuestro tremendo. Las religiones occidentales en el siglo XX pasan por una tremenda crisis. En la forma como están administradas no responden a las inquietudes espirituales del hombre contemporáneo. Esas inquietudes ahora se centran en el concepto de realización personal y acceso a un ámbito superior de la conciencia. Las iglesias no han sabido dar una respuesta a esa gran inquietud. En cambio, el Tao, Confucio, la Vedhanta hindú, el budismo Zen, dan una respuesta. Ahora, esas religiones occidentales en su tesoro originario tienen también una respuesta a esa inquietud. El problema ha sido su administración en el siglo XX y antes. Por ejemplo, en Chile todo el revuelo que se armó en su momento en torno a la canonización de Sor Teresa de Los Andes. Si investigamos cómo llegó a ser quien fue, la respuesta es que ella consultó a dos grandes maestros de espiritualidad cristiana, Juan de la Cruz y Teresa de Avila. Pero, ¿qué se ha dicho sobre eso? Nada. Ni lo han dicho ni al pueblo le interesa por qué la canonizaron. Basta con tener un santo más para que haga su milagrito.

– Y el valor moral real que sí se destacó fue el de una niña que se autorreprimió en su vida emocional, en su vida sexual, y en tal carácter es el modelo de nuestra Iglesia para las hermosas jóvenes chilenas.

– Fue funesta la manera de enfrentar ese hecho. Era la gran oportunidad de mostrar que en el cristianismo está la respuesta a la inquietud, pero no se le dio cauce. – Usted fue director artístico de Canal 13 entre 1969 y 1973. – Un pecado de juventud.

– Es cierto, no lo imagino como hombre de televisión. ¿Cuál es su opinión sobre el medio de comunicación?

– Es el agente más poderoso para la destrucción de la cultura chilena. – Bueno, ésa ha sido la gestión de la industria televisión, pero no el hecho tecnológico que permite comunicar audiovisualmente a distancia.

– En Chile esa comunicación no ha tenido valores. El televisor en la casa no está ahí para oír noticias solamente, está ahí para reemplazar la realidad, para evadirse de ella. Ya sea en Suecia, en Francia o en Chile, la televisión reemplaza a la realidad.

– Es complicado, porque la televisión como hecho tecnológico no va a desaparecer. – Vamos a tener que convertir la enfermedad en remedio. – ¿Cómo?

– Tal vez nuevos programas con otros valores y advertir sobre los peligros de la televisión.

– En su libro «Mensajes Secretos del Cine», hace hablar con un mensaje bíblico profundo a películas tan distintas como «El gran dictador», de Chaplin, «Encuentros Cercanos del Tercer Tipo», de Steven Spielberg y la «Odisea en el Espacio», de Stanley Kubrick. ¿Cuáles son los mensajes secretos de origen bíblico en autores de cine tan disímiles?

– No son tan disímiles. Los tres tienen en común que son judíos militantes y eso lo proyectan en su quehacer. Discretamente militantes, en el caso de Chaplin y Kubrick. En cambio, a Spielberg, en el Times de New York, le preguntaron: «¿Cuál es la fuente de su gigantesca imaginería?» El ritual jasídico de la Sinagoga, respondió abiertamente. Ahora, en «El gran dictador», Chaplin sugiere detrás de la figura del barbero judío las características del mesías. Por eso al final de la película el barbero judío sustituye al dictador Hinkel y da un mensaje de paz a la humanidad entera. Ese mensaje fue aplaudido por todos, incluido el Estado Mayor de Hinkel. ¿Por qué afirmo que en ese momento él se revela como el mesías? Porque el título del mesías para los judíos es príncipe de paz. En la película, el barbero le habla por el micrófono a Anna, su amada: «Anna, ¿me estás escuchando? Levanta la vista, que viene una gran luz». Entonces ella mira hacia la derecha del cuadro que corresponde al punto cardinal oriente y justamente de ahí viene una gran luz. Jesús dijo en uno de los pasajes del Evangelio: «el día de la manifestación del mesías será como el relámpago que estalle en Oriente y se vea en Occidente». A su vez, en «2001: Odisea del Espacio», de Kubrick, el mensaje bíblico está en esa tabla que en el principio del film aparece de manera inesperada a los antropoides. Una tabla que les cambia la vida y que simbolizaría el despuntar del pensamiento en los antropoides. Eso dijo Kubrick a la prensa. El antropoide que la toca es el que descubre el instrumento y ahí empieza la tecnología. Pero, en otro plano de significación, ¿por qué esa tabla aparece con un gran coro que llena los espacios interestelares, y con el texto Lux Eterna? Entonces, es la revelación de la ley de Moisés la que subyace en esa imagen.

– En el libro «La estrella de Chile» estudió la simbología indígena, la cruz del kultrún mapuche, y la simbología republicana, la estrella de la bandera chilena.

– La cruz compuesta del kultrún es una cosmovisión completa. Es la gran síntesis de toda la sabiduría mapuche. Ahí está la estructura del cosmos, el panteón de los dioses, el ciclo cósmico, y los mapuches se miran en ese símbolo como los judíos en la estrella de Israel. Respecto del símbolo republicano, después de medir y estudiar las proporciones de la bandera de la estrella solitaria (en el único ejemplar que había en el Museo Histórico, después robado por un comando revolucionario y que nunca se ha devuelto… ¿existirá aún?), llegué a la conclusión de que fue hecha conforme a la proporción áurea o mística de la geometría pitagórica. La estrella misma, llamada el pentágono de Pitágoras, es el símbolo del hombre arquetípico. O’Higgins utilizó este símbolo para indicar qué es lo que se espera del hombre chileno. La estrella tiene una punta hacia arriba y cuatro hacia abajo. El cuatro es el símbolo de la tierra y el uno es el símbolo del espíritu. Entonces, la estrella con la punta hacia arriba indica que el espíritu preside el mundo material; y si invierto la estrella, es satánica. El mundo material ahoga la luz del espíritu: ése es el simbolismo que tenía para ellos en esa época. Claro que ahora aún usamos la bandera y su estrella en todas partes y nadie se pregunta acerca de su significado.

– A Gastón Soublette no le gustan los tecnócratas. Los tecnócratas son los hombres símbolos de una decadencia de época -según usted- y dirigen el mundo sobre la base de valores utilitarios e involucrándonos a todos en una deshumanización. ¿Cómo se hacen los tecnócratas?

– Para arribar a la mentalidad tecnocrática hubo un largo proceso de decadencia espiritual de la humanidad. La civilización europeo americana ha ido perdiendo sus bases éticas y espirituales. Grandes principios como el conocimiento de sí mismo, la autocrítica, el respeto y el amor al prójimo, la prudencia, la mesura, todo eso se acaba y se sustituye por lo que Confucio llama la empresa titánica: es decir, no hay límite para la ambición. Y el vacío que genera la ausencia de la noción de sentido en que vivían nuestros ancestros, genera una desesperación expresada en el megaproyecto constructivista y económico.

– ¿Los tecnócratas serían los adalides de ese proyecto?

– Exactamente. Los tecnócratas pueden ser en su vida privada hombres morales y buenos amigos, esposos y padres, pero a la vez realizan una acción depredadora en el mundo. De hecho, he conocido a muchos tecnócratas que son supersimpáticos, incluso tienen en su biblioteca libros que contradicen completamente su acción en el mundo.

– ¿Qué líderes chilenos serían modelos de tecnócratas?

– Por lo general, los jefes de estado en Chile son tecnócratas. Por ejemplo, el actual presidente Frei en su discurso se expresa la mentalidad tecnocrática. El es muy entusiasta al formular un megaproyecto de país que adolece de serios vacíos acerca de lo que son las regiones. Sólo un ejemplo. El inauguró dos termoeléctricas de 400 megawatts en la zona de Quillota. ¿Se preguntó qué ha sido Quillota durante 200 años? No. Y Quillota es un lugar de alta producción agrícola de excelente calidad, las mejores paltas y chirimoyas de Chile se producen ahí, en La Cruz. Y dos termoeléctricas se instalan ahí. ¿Para qué? ¿Para convivir con la agricultura? Imposible. Cada termoeléctrica despide al aire 5 toneladas diarias de monóxido de nitrógeno que generan otras tantas de ozono. Entonces, que sepan los quillotanos en qué se meten. Es para que muera la agricultura a diez años plazo. Da pena que el Gobierno haga eso y lo acompañe con un discurso promisor.

– El hombre de Pudahuel y el de Parinacota quieren ese progreso y esa modernización que trae bienes materiales o tecnología nueva, sin reflexionar sobre sus eventuales dañinas consecuencias.

– Una ley de psicología de masas descubierta por los chinos en la antigüedad dice que quienes están a la cabeza de la comunidad transmitirán a ésta su estructura de pensamiento. – Habla mal de la gente esa concepción.

– Existe el pueblo y la masa. Chile dejó de ser un pueblo. Cuando un pueblo está en posesión de su cultura se puede decir que es un pueblo; cuando se pierde su cultura, se puede hablar sólo de masa.

– Por lo que dice, es muy pesimista acerca del futuro.

– Respecto al futuro del actual macrosistema, sí. Pero soy optimista respecto al futuro del hombre. – Acláreme esa diferencia. – Al llegar al estado de decadencia en que ahora estamos, se genera necesariamente una situación dialéctica. Mientras más se agudiza la decadencia con la mentalidad tecnocrática, más también se fortalece la gente que no quiere lucrar, que quiere ser sabia, que no quiere explotar a nadie, que no quiere mentirse a sí misma ni a nadie, que no quiere traumatizar a sus hijos, que quiere la armonía.

– ¿Y a esa gente la ve hoy en Chile? – Por supuesto. Pero esa gente no tiene ningún poder todavía. En el mundo entero existen, son los cuadros de la humanidad futura que ya están formados. Esa es mi esperanza. Soy pesimista respecto al sistema. Este va a morir y va a caer produciendo un tremendo daño a la humanidad, porque estas cosas no se derrumban suavemente. El Imperio Romano, cuando se vino abajo, dejó el gran desastre en Europa. Este sistema de tecnócratas se va a derrumbar causando un tremendo daño a la vida, pero no la va a lograr suprimir. Los cuadros de la humanidad futura existen. Son lo que la doctora Lola Hoffman llamaba «la cifra crítica». La cifra crítica son las personas que aspiran a convertirse realmente en verdaderos hombres.

– El concepto de cifra crítica es una de las pocas miradas a la humanidad que nos hace ser optimistas ante el futuro. ¿Por qué no lo explica?

– Así es. La especie humana está formada por individuos. Pero si se penetra en las profundidades de la conciencia, hay un límite en que se deja de ser individuo y uno es también un colectivo. Es el inconsciente colectivo de la especie. Usted y yo, y todos, somos individuos que hacemos nuestra vida independiente, pero estamos enganchados en una base común y hay vasos comunicantes, aunque no lo sepamos. Cuando un porcentaje de gente, que entre ellos ni siquiera se conocen, da un vuelco de conciencia, entonces por la vía del inconsciente colectivo ese cambio opera también como cambio cultural en la sociedad en la cual ellos viven. Al llegar ese vuelco de conciencia a un porcentaje del 15 por ciento de los individuos, de ahí en adelante se dispara el fenómeno y el efecto multiplicador empieza a cubrir completamente el mundo. Es lo que pasó en la Antigua Roma. Según la doctora Lola Hoffman y muchos más, la cifra crítica hoy se habría logrado y el efecto multiplicador comenzó. El modelo está perdido, no tiene salvación posible. Todavía está armado en concreto, apernado con pernos de acero, pero le queda poco.

– Hay un ejemplo clásico en la vida natural que comprueba y grafica el concepto de cifra o masa crítica.

– Sí, el de los monos. – ¿Cómo es?

– Alguien pidió autorización para hacer una experiencia en una isla solitaria en un archipiélago de Japón donde vive un tipo de monos. A esos monos les gusta mucho el camote. Quien hacía la experiencia llevó camotes cocidos, sin cáscara, y los ensució con arena y se los dejó a los monos. Estos se acercaron y vieron que no se podían comer el camote porque estaba lleno de arena. Entonces comenzaron a limpiarlo hasta que una mona joven se acercó a un riachuelo que daba a la playa y lavó el camote. Otros monos la vieron hacer eso y la imitaron. Esa familia de monos se demoró, digamos, 24 horas en darse cuenta cómo se pueden lavar esos camotes. De ahí, él investigó a otra familia de monos que estaba en otra región de la isla y puso también los camotes con arena. También aquí otros monos descubrieron cómo lavarlos, pero el tiempo que demoraron no fue 24 sino que 20 horas. Después, en otra isla hizo lo mismo con otra familia de monos. Estos aprendieron en 12 horas. Y en otra isla lo hicieron en 5 horas. Bueno, ¿qué dedujo el investigador? Que vasos comunicantes internos de esa especie facilitan el aprendizaje. Lo mismo ocurriría en el sistema celular del hombre y de la especie. En los misterios de la conciencia estamos conectados, a pesar de que los individuos parecemos islas.

– Bello ejemplo. ¿En qué nota usted que la cifra crítica estaría operando en la humanidad actual?

– Los jóvenes comprenden este lenguaje y captan la profundidad de la decadencia. En mis alumnos, entre quienes se han dado cuenta, noto los cambios de vida en ellos. Es cierto, algunos siguen igual. Pero no pocos están en una revisión de su vida, tienen un deseo de rectificar, sobre todo las relaciones humanas, abuenarse con sus padres y hermanos. Y esto ocurre dentro y fuera de las iglesias. Estamos ante un fenómeno más amplio que las iglesias y las ideologías. * El libro “Bolero de Almas” fue publicado por LOM ediciones en 1996. Se trata de 25 conversaciones con igual número de destacados viejos-sabios chilenos acerca de su experiencia vital en el siglo XX y como imaginaban el siglo XXI.

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Relaciones humanas
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