Amor y confianza, base de la educación
La experiencia temprana del amor y aceptación es entonces fundamental para el desarrollo de la identidad y el aprendizaje de formas de relación de la persona. La relación de los primeros años con el pequeño tiende por lo general a proveer de un substrato básico de confianza y relaciones positivas del niño con su mundo.
A este tipo de nexo se le ha llamado relación materno-infantil aunque padre y madre tengan el mismo comportamiento cariñoso y aceptador para con los hijos, esto por que en general se identifica con la madre este tipo de vínculo y la expresión del afecto, mientras del padre se espera, ante todo, que sea buen proveedor. Independientemente del progenitor con el que se identifiquen los aspectos, lo importante es el sentido de la relación de afecto y confianza que se desarrolla en los primeros años de vida de los pequeños.
Tal como se señalaba el clima de confianza y aceptación es de enorme influencia para la formación de cada uno y de la forma en que se enfrentará la vida y a los demás, y hasta ahora se había mencionado la familia como agente socializador más importante. Sin embargo junto con la familia intervienen otros agentes que van cobrando importancia con el correr de los años. Estos pueden ser por ejemplo el Jardín infantil o los amigos del barrio, y más tarde será la escuela y el grupo de pares.
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Cuando el niño es capaz de establecer vínculos sociales con su entorno externo a la familia surgen los amigos del barrio y los vecinos, como un nuevo foco de formas de relación, no siempre coherentes con los valores del hogar. Junto con establecer las primeras relaciones sociales extrafamiliares, los niños son generalmente incorporados a la formación pre-escolar en donde comienzan a cobrar importancia las nuevas figuras adultas “modelo” que interactúan con el niño: “Las tías” o “Profesoras”.
Estas nuevas figuras constituyen modelos de referencia con un enorme peso existencial en la vida de los niños pequeños, pues se acompañan además de una carga afectiva enorme (generalmente positiva), muchas veces con más horas de interacción diaria que los propios padres del niño.
Cabe agregar además que por lo general la relación con “las tías”, a nivel de la educación preescolar es muy reforzador para los niños, ya que éstas les proveen de sus necesidades afectivas, cognitivas y sociales, en un clima de aceptación y reconocimiento y a la vez con límites claros y seguros para ellos, tan necesarios en esta etapa del desarrollo. Incluso son a veces modelos más consistentes y seguros que los propios padres, habitualmente estresados y sin tantas habilidades de manejo con los pequeños. En los jardines infantiles y se tiende a conservar la relación materno-infantil hasta que el niño ingresa a la escuela, medio en el cual los pequeños deben enfrentarse a un nuevo mundo de relaciones en el cual son constantemente evaluados y descalificados por los adultos.
Por lo general los pequeños que cursan el jardín Infantil no viven grandes inconsistencias entre los modelos paternos y las educadoras, aún cuando ellos puedan diferir en algunos de los valores o creencias específicos. El clima de aceptación y reconocimiento es por lo general el mismo en la casa y en el jardín y en ambos espacios los pequeños se encuentran valorados y validados, en sus expresiones y necesidades socio-afectivas. En cambio en la escuela surgen valores como la disciplina y el orden, que algo se esbozaban en la educación preescolar, sin embargo a nivel escolar el clima afectivo es otro. Al ingresar a la escuela el medio se torna más adverso, ya que el pequeño debe ganarse el reconocimiento y la confianza que antes existía a priori en la educación preescolar, a través de sus acciones, y probarle al sistema escolar que él sí es capaz.
Este último punto depende en gran medida del educador ya que es él el encargado del vínculo afectivo con el niño y de la relación que él establezca con el alumno, dependerá la potencia y validez que tenga como modelo de referencia para el niño.
Es desde este marco que debemos considerar el poder de modelaje que posee el sistema escolar que continuará su curso y su peso en la formación de los niños en la escuela y más tarde en el liceo. Sin embargo si la formación y apoyo familiar están presentes será más fácil para el niño enfrentar los desafíos y tareas que le depara el ingresar a este nuevo mundo de relaciones, y el gran apoyo o handicap con que cuenta cada uno es la imagen de si mismo, su nivel de autoestima y la confianza o desconfianza con que se lo formó en los primeros años.