Ante el año nuevo: Cómo alcanzar lo que te has propuesto
Dr. Enrique RojasÂ
La voluntad es más importante que la inteligencia. La vida con sus exámenes, va dando cuenta de si hemos sabido educarla, para sacar de nosotros lo mejor que levamos dentro, la voluntad es un facultad psicológica que nos mueve a hacer algo. En un lenguaje más  operativo diríamos: disposición interior para levar algo  a cabo  anticipando  consecuencias. El estudiante que en febrero es capaz de tener un plan de estudio, porque está ya pensando en los exámenes de junio. La voluntad es lo más propio del hombre, tanto como la razón.
Fuente: http://www.enriquerojas.com/
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Cada uno de nosotrosÂÂ esÂÂ una
promesa. Una intención de legar a ser lo mejor que podamos. Para un niño o un adolescente oÂÂ
un joven, educar la voluntad significa de entrada la negaciónÂÂ delÂÂ instanteÂÂ inmediato y elÂÂ
esfuerzo por no satisfacer lo que está ahí, sino apuntar hacia elÂÂ futuro. LoÂÂ inmediato esÂÂ
superado y rebasado por lo mediato, por lo lejano. ElÂÂ ser humano está siempre enÂÂ marcha, suÂÂ
vector persigue elÂÂ realizarse uno a sí mismo. HayÂÂ una distinción que se encuentra en elÂÂ
pensamiento clásico, entre desear y querer. Desear significa pretender algo, pero desde el puntoÂÂ
de vista afectivo, sentimental: esÂÂ comoÂÂ una ráfaga que se enciende en nuestrosÂÂ escenariosÂÂ
mentalesÂÂ yÂÂ que pasa casi sinÂÂ dejar rastro. Desearía ser másÂÂ estudioso, mas ordenado, aprovechar
mejor el tiempo o ser másÂÂ culto o mejorar mi carácter. . pero en muchasÂÂ ocasionesÂÂ eso esÂÂ soloÂÂ
un pensamiento pasajero, que noÂÂ se traduce enÂÂ nada. Querer es buscar algo yÂÂ poner toda la
voluntad en ese empeño, esÂÂ determinación, empeño, esfuerzo concreto que no se dispersa, de
modo que se va alcanzando dejándose uno la piel en la empresa.
De ahí que se pueda concluir que desea la persona poco madura y quiere la que está másÂÂ hecha
y tiene másÂÂ educada la voluntad. La alquimia de losÂÂ deseosÂÂ nosÂÂ hace perder de vista el horizonte
y apuntamosÂÂ a demasiadasÂÂ metasÂÂ de forma transitoria, sin concretar.
VoluntadÂÂ esÂÂ determinación, firmeza enÂÂ los propósitos, solidez enÂÂ lasÂÂ metas, sinÂÂ desanimarse
anteÂÂ las dificultades, sabiendo que todoÂÂ loÂÂ grande esÂÂ hijoÂÂ de la renuncia. El que tiene voluntadÂÂ
es masÂÂ libre yÂÂ leva suÂÂ vida hacia donde quiere. SuÂÂ aspiración finalÂÂ esÂÂ la independencia y la
consecuciónÂÂ de losÂÂ objetivos concretos que se ha propuesto. ElÂÂ hombre es perfectibleÂÂ y
defectible;ÂÂ puede ir hacia loÂÂ mejor de si mismoÂÂ y también abandonarse yÂÂ dar una versión pobre, desinflada, sin aspiraciones, que va tirando de suÂÂ existencia como se arrastra un peso muerto.
Hay tresÂÂ etapasÂÂ importantesÂÂ a la hora de poner la voluntad por delante enÂÂ algo que queramosÂÂ
hacer:ÂÂ
1) Saber qué objetivoÂÂ pretendemos y cualesÂÂ son losÂÂ mediosÂÂ con losÂÂ que contamos; estar en la
realidad personal, pero con ilusión. Dice Julián MaríasÂÂ que “la ilusión esÂÂ un deseoÂÂ conÂÂ
argumento, asociado a la vida biográfica”.
2) Viene después la determinaciónÂÂ rotunda de que esa pretensión no sea algo fugaz, sinÂÂ
consistencia;ÂÂ de ahí que la voluntad podamosÂÂ entenderla como energía, disposición decidida,
tesón, tenacidad, insistencia que no se doblega ante lasÂÂ dificultadesÂÂ e imprevistos, que esÂÂ capaz
de crecerse enÂÂ lasÂÂ dificultades. . Un hombre capaz de obrar así esÂÂ como una fortaleza
amural ada. No habrá empresa que se le resista y antesÂÂ o despuésÂÂ irán legando losÂÂ frutos. ElÂÂ
esfuerzo perseverante será capaz de sortear el cansancio y losÂÂ avataresÂÂ de tantasÂÂ circunstanciasÂÂ
como antesÂÂ o despuésÂÂ le sobrevendrán.
3) Por últimoÂÂ está el mise auÂÂ point, la puesta a punto. Solo la voluntad nosÂÂ determina. TodoÂÂ
progreso personal tiene que contar conÂÂ este esfuerzo de aprendizaje que la voluntad propone.
Este está tejido e hilvanado de hábitos, de ejerciciosÂÂ repetidos, de un acostumbrarse a hacer
siempre lo másÂÂ conveniente, aunque de entrada cueste.2
El hombre con voluntad lega en la vida más lejos que el inteligente. Y para mí esto es asíÂÂ
porque leva por delante cuatro herramientasÂÂ claves: orden, constancia, motivaciónÂÂ e la ilusión
de legar algún día a esasÂÂ metas, alcanzandoÂÂ suÂÂ cima cueste lo que cueste. De este modo la
voluntadÂÂ se convierteÂÂ en una segunda naturaleza, en un ingrediente recio y compacto que se
adhiere a la conducta y obra casi espontáneamente, merced a ese aprendizaje. Hay unÂÂ
entrenamiento que se repite otra vez.
La voluntadÂÂ tiene muchoÂÂ que ver conÂÂ la motivación. Estar motivado esÂÂ querer algo de veras,
elegirlo y que merezca la pena la lucha por alcanzarlo. Ahí se produce una secuencia
psicológica muy importante. Skinner, uno de losÂÂ padresÂÂ de la moderna psicología positivista, decía que toda conducta puede ser cambiada y organizada a travésÂÂ delÂÂ refuerzo. Por eso algunosÂÂ
le han lamado “constructor de voluntades”, merced a lasÂÂ investigacionesÂÂ levadasÂÂ a cabo enÂÂ
Harvard. El comportamientoÂÂ esÂÂ una verdadera ingeniería de estímulosÂÂ y respuestas, basadasÂÂ enÂÂ
premiosÂÂ y castigos. GraciasÂÂ al aprendizaje se va produciendo esto. LosÂÂ aprendizajesÂÂ complejosÂÂ
se engarzan sobre otrosÂÂ másÂÂ sencilos, a travésÂÂ de superposicionesÂÂ y crecimientos. Así emerge elÂÂ
autocontrol: ese ser capaz de gobernarse a si mismo, siendo uno cada vez masÂÂ dueño de suÂÂ
persona y de susÂÂ planes.
El que tiene voluntad dispone de si mismo. Sabe vencerse, esÂÂ capaz de renunciar a la
satisfacción de lo inmediato y tiene visión de futuro. LosÂÂ perdedoresÂÂ y losÂÂ triunfadoresÂÂ no se
hacen de un día para otro, sino despuésÂÂ de añosÂÂ de dejadez y abandono o de empuje, desvelosÂÂ yÂÂ
obstinaciones repetidasÂÂ en positivo. Aprender a vivir es ser capaz de superar lasÂÂ frustracionesÂÂ
que la vida impone con suÂÂ devenir, alentadosÂÂ y espoleadosÂÂ por la meta: legar a encontrarse unoÂÂ
con lo mejor de si, braceando contra el oleaje que, de frente, impide avanzar. Así se desliza todoÂÂ
hacia la madurez, mezcla de coherencia, espírituÂÂ de lucha en ese irse venciendo día a día en loÂÂ
pequeño. Labor de orfebrería con uno mismo.
SócratesÂÂ leÂÂ decía a suÂÂ amigo HipócratesÂÂ lo siguiente: “sabioÂÂ esÂÂ un comerciante que vende
génerosÂÂ de losÂÂ que se nutre el alma”. Por eso esÂÂ tan importante la figura del educador. Se educa
masÂÂ por lo que se esÂÂ que por lo que se dice. Esto remite a aquel aserto castelano: “El ejemplo esÂÂ
el mejor predicador”. Y esto se observa con enorme claridad en la tarea de losÂÂ padresÂÂ hacia los
hijos. LosÂÂ padresÂÂ no pueden pretender que losÂÂ hijosÂÂ vivan cosasÂÂ que elosÂÂ no practican.
Hoy existe un nuevo educador: la televisión: influencia suele ser dañina, ya que fabrica jóvenesÂÂ
pasivos, incapacesÂÂ de criticar lo que ven y que se entregan enÂÂ brazosÂÂ de la imagen, por una
especial atracción difícil de combatir. Surge así lo que yo he lamado la “filosofía del meÂÂ
apetece”;ÂÂ “esÂÂ que no tengo ganas, esÂÂ que no me apetece, eso me cuesta, aquelo otro no meÂÂ
gusta. .” Por este derrotero se lega a una persona con voluntad débil:ÂÂ caprichosa, blanda, apática, veleta que gira según el viento del momento, inconstante, incapaz de ponerse metasÂÂ yÂÂ
objetivosÂÂ concretos: en una palabra, una persona sin educar, a merced del primer estímulo que le
lega desde fuera y que leÂÂ hace abandonar loÂÂ que estaba haciendo. EsÂÂ la imagenÂÂ del niñoÂÂ
mimado que tanta pena produce al que lo observa. Al no tener educada la voluntad se convierte
enÂÂ unÂÂ muñeco de lasÂÂ circunstancias, traídoÂÂ y levado y tiranizadoÂÂ por lo que en ese instante le
pide el cuerpo. Esto le leva de acá para al á sin rumbo, a la deriva. AlguienÂÂ así está echado a
perder, consentido, mal educado para cualquier tarea, estropeado.
Esto se manifestará másÂÂ tarde enÂÂ lasÂÂ cuatro notasÂÂ primordiales de nuestroÂÂ proyectoÂÂ existencial:ÂÂ
amor, trabajo, cultura y la propia personalidad. En elÂÂ amor conyugalÂÂ noÂÂ legará muyÂÂ lejos, puesÂÂ
no sabe lo que esÂÂ ceder, ni anteponer lasÂÂ preferenciasÂÂ propiasÂÂ a lasÂÂ de la otra persona, ni valorar
la importancia del sacrificio gustosoÂÂ y escondido. En la vida profesional, si noÂÂ se enmienda, noÂÂ
doblará el caboÂÂ de susÂÂ auténticasÂÂ posibilidades, instalándose enÂÂ la mediocridad. Si la cultura esÂÂ
libertad, irá viviendo de espaldasÂÂ a cualquier curiosidad intelectual, ya que esto comportaÂÂ
empuje yÂÂ vencer la vía fácil yÂÂ muele de la televisión. YÂÂ envolviéndolo todo estará ese
acompañante permanente que esÂÂ la personalidad que irá estando mal diseñada, con poca
armonía y escaso equilibrio.3ÂÂ
¿Cómo educar la voluntad? Lo mejor esÂÂ hacer ejerciciosÂÂ pequeñosÂÂ y repetidosÂÂ en donde uno se
vence. Ahora hago esto sin gana porque esÂÂ mi obligación;ÂÂ luego me aplico a aquela otra tarea, que se que me cuesta, porque esÂÂ mi deber;ÂÂ masÂÂ tarde, levoÂÂ a caboÂÂ aquelo otro, aunque no meÂÂ
apetece, porque se que esÂÂ bueno para mi. . Así se sube uno en el jumbo de losÂÂ objetivosÂÂ
concretosÂÂ y losÂÂ va alcanzando poco a poco. LasÂÂ determinacionesÂÂ serán férreasÂÂ y losÂÂ propósitos,
rocosos. Porque el hombre que lucha está siempre contento.
El que tiene una voluntad fuerte la ha conseguido despuésÂÂ de una brega pertinaz consigo mismo.
El resultado es un hombre recio, sólido, firme, consistente, que no se desalienta fácilmente. Una
persona así consigue lo que se propone. En suÂÂ fondo aletea la alegría. Pero no aquela del que noÂÂ
le duele nada, la del animal sano, sino del que es feliz por estar haciendo algo enÂÂ la vida que
merezca realmente la pena.
Entre la voluntad débil y la fuerte, caben distintasÂÂ posibilidadesÂÂ graduales. Cada una refleja una
trayectoria. Cada segmentoÂÂ de nuestra biografía va rindiendo cuenta de cómoÂÂ ha trabajado la
voluntad. El que tiene voluntad puede conseguir que susÂÂ sueñosÂÂ se hagan realidad, si persevera.
De losÂÂ temasÂÂ másÂÂ ausentesÂÂ de la psicología actual, la voluntadÂÂ esÂÂ uno de elos. La voluntad esÂÂ
una joya que tiene buena venta en cualquier mercado y el que la tiene posee un tesoro. AquíÂÂ
trato de sistematizar diez pautasÂÂ de conducta positiva para ir avanzando en elo.
1. La voluntadÂÂ necesita un aprendizajeÂÂ gradual que se consigue con la repetición de actos enÂÂ
donde uno se vence y lucha y cae y vuelve a empezar. A esto se lama en psicología hábito. Dicho enÂÂ otrosÂÂ términos; es necesario adquirir hábitosÂÂ positivosÂÂ mediante la repeticiónÂÂ de
conductasÂÂ de forma deportiva y alegre que van inclinando la balanza hacia comportamientosÂÂ
mejores, másÂÂ madurosÂÂ y que a la larga se agradecerán, pero que de entrada cuestan enormeÂÂ
trabajo en una primera etapa, en donde la voluntad esta virgen, sin dominar.
2. Para tener voluntad hay que empezar por negarse o vencerse en losÂÂ gustosÂÂ y estímulosÂÂ e
inclinacionesÂÂ inmediatas. Y esto esÂÂ lo realmente difícil. EsÂÂ másÂÂ fácil explicar losÂÂ mecanismosÂÂ
por donde hay que levar la voluntad que ponerse uno a funcionar, aplicando lasÂÂ teoríasÂÂ yÂÂ
poniéndolasÂÂ en práctica. Esto puede ser expresado en otrosÂÂ términos: toda educación de la
voluntadÂÂ tiene unÂÂ trasfondo austero, sobre todo cuando se empieza. La labor de los padres esÂÂ
decisiva;ÂÂ saber hacer atractiva la exigencia. La voluntad libera e inicia el vuelo hacia la
realización del proyecto personal y de la felicidad. Liberación no esÂÂ hacer lo que uno quiere oÂÂ
seguir losÂÂ dictadosÂÂ inmediatosÂÂ de lo que nosÂÂ pide el cuerpo. Sino vencerse en pequeñasÂÂ luchasÂÂ
titánicasÂÂ para alcanzar lasÂÂ mejoresÂÂ cimasÂÂ del propio desarrolo. La supresión de obligacionesÂÂ yÂÂ
de constriccionesÂÂ exteriores, el abandono de losÂÂ grandesÂÂ idealesÂÂ y retos, el dejarse levar por losÂÂ
estímulosÂÂ del momento. La liberación que trae la voluntad consiste en apartar obstáculos,
al anar elÂÂ camino para hacer lo que se había programado, para ir consiguiendoÂÂ que losÂÂ sueños se
hagan realidad.
3. Cualquier aprendizaje se adquiere másÂÂ fácilmente a medida que la motivación esÂÂ mayor. EstarÂÂ motivadoÂÂ esÂÂ tenerÂÂ elÂÂ ar coÂÂ tensoÂÂ paraÂÂ apuntarÂÂ haciaÂÂ elÂÂ mejorÂÂ ÂÂ blanco.ÂÂ ElÂÂ ejercicioÂÂ delÂÂ tiroÂÂ
conÂÂ arco sobre nuestrosÂÂ objetivos, se estira másÂÂ graciasÂÂ a la fuerza de losÂÂ contenidosÂÂ que lo que
mueven. Lo expresare de otra forma: el que no sabe loÂÂ que quiere, el que no tiene la ilusión de
alcanzar algo, esÂÂ difícil que tenga la voluntad pronta y dispuesta para la lucha.
4. EsÂÂ fundamentalÂÂ tener objetivosÂÂ claros, precisos, bien delimitados y estables. Cuando esto esÂÂ
así yÂÂ se ponenÂÂ todasÂÂ lasÂÂ fuerzasÂÂ en ir hacia delante, los resultados positivosÂÂ estánÂÂ a la vuelta de
la esquina. La cabeza no tolera la dispersión de objetivos. Ni tampoco querer abarcar másÂÂ de loÂÂ
que uno puede. Por eso produce mucha paz aplicarse a esosÂÂ propósitosÂÂ siendo capaz de dejar de
lado todo aquelo que aleja de esasÂÂ metas. Querer esÂÂ pretender algo concreto yÂÂ renunciar a todoÂÂ
lo que distrae y desvía de losÂÂ planesÂÂ dibujados.4ÂÂ
5. Toda educaciónÂÂ de la voluntadÂÂ tiene unÂÂ fondoÂÂ ascético, sobre todoÂÂ enÂÂ susÂÂ comienzos. . LosÂÂ
ríosÂÂ desbordadosÂÂ de la garra juvenil hay que saber conducirlosÂÂ hacia una meta que merezca
realmente la pena. Ahí tiene suÂÂ puesto la tarea del educador por un lado y la de losÂÂ padresÂÂ por
otro. Hay una observación complementaria que quieroÂÂ hacer, una vez legadosÂÂ a este punto: lasÂÂ
grandesÂÂ ambiciones, lasÂÂ mejoresÂÂ aventurasÂÂ brotan de un pequeño riachuelo que crece y se hace
caudaloso a medida que la lucha personal no cede, no baja la guardia, insistiendo una y otra vez.
En el alpinismoÂÂ –tarea que se parece mucho al fortalecimiento de la voluntad lo importante esÂÂ
dar pequeñosÂÂ pasos hacia arriba, se va ascendiendoÂÂ enÂÂ la montaña noÂÂ graciasÂÂ a lasÂÂ grandesÂÂ
escaladas, sino merced a pequeñosÂÂ avances. Al principio, costosos, y después, ya masÂÂ fáciles,
una vez que se vislumbra el paisaje desde la cima.
6. A medida que se tiene más voluntad uno se gobierna mejor a sí mismo, no dejándose levar
del estímuloÂÂ inmediato. ElÂÂ dominioÂÂ de uno mismoÂÂ se va alcanzando mediante pequeñosÂÂ
vencimientosÂÂ diarios. El desprecio sistemático de lasÂÂ cosas pequeñasÂÂ esÂÂ la ruina de la voluntad.
Y por el contrario, la costumbre de vencerse enÂÂ loÂÂ menudoÂÂ nosÂÂ va transformandoÂÂ enÂÂ personasÂÂ
superiores, nosÂÂ elevanÂÂ por encima de lasÂÂ circunstancias. Se consigue así una clara aproximaciónÂÂ
a la felicidad.
Uno no hace lo que le apetece, ni lo másÂÂ fácil, ni escoge el camino masÂÂ blando, sino que se
dirige hacia lo que esÂÂ mejor. Cuando la voluntadÂÂ esÂÂ masÂÂ compacta, ya esa persona ni se plantea
si está cansado o aqueloÂÂ leÂÂ cuesta, sino lo que sabe que será masÂÂ positivoÂÂ para ela de cara a losÂÂ
planesÂÂ diseñados.
7. Una persona conÂÂ voluntadÂÂ alcanza lasÂÂ metasÂÂ que se había propuesto, si esÂÂ constante. He
comentado enÂÂ lasÂÂ líneasÂÂ que preceden que esÂÂ menester poner en juego lasÂÂ piezasÂÂ instrumentalesÂÂ
de ela;ÂÂ el orden, la tenacidad, la disciplina, la alegría que no desfalece y la mirada puesta en loÂÂ
alto del camino. Existe hoy la tendencia a la exaltaciónÂÂ del modeloÂÂ delÂÂ ganador que deja en la
estacada, groggy, a muchosÂÂ perdedoresÂÂ en el ring social.
8. EsÂÂ importanteÂÂ legar a una buena proporción entre objetivosÂÂ e instrumentos. Buscar la
armonía entre finesÂÂ y medios. Intentar una ecuación adecuada entre aptitudesÂÂ y limitaciones.
Pretender sacar loÂÂ mejor que hay enÂÂ uno mismo, poniendo enÂÂ juego la motivación entrelazada de
ilusiones.
9. La voluntadÂÂ esÂÂ unÂÂ indicador de madurez de la personalidad. No hay que olvidar que
cualquier avance de la voluntad se acrecienta conÂÂ suÂÂ uso y se hace másÂÂ eficaz a medida que se
incorpora con firmeza en el patrimonio psicológico. Una persona madura y con un ciertoÂÂ
equilibrio psicológico ofrece un mosaico de elementosÂÂ armónicamente integrados, en donde la
voluntadÂÂ bril a conÂÂ luz propia. Por ese caminoÂÂ se lega la vida lograda. AÂÂ la felicidad comoÂÂ
resultado: estar contento conÂÂ uno mismo y conÂÂ losÂÂ demás. Por eso la felicidad esÂÂ una estación a
medio camino entre lo demasiado y lo poco. Dicho de una forma másÂÂ ampliada: la felicidadÂÂ esÂÂ
unÂÂ estadoÂÂ de ánimoÂÂ positivo, alÂÂ que se lega a través de la mejor realizaciónÂÂ posible de unoÂÂ
mismo.
10. La educaciónÂÂ de la voluntad noÂÂ se termina nunca. Lo que quiere decir que el hombre esÂÂ una
sinfonía siempre inacabada. Y que ademásÂÂ el haber alcanzado un buen nivel, no quiere decir
que se esté siempre abonado al mismo, ya que lasÂÂ circunstanciasÂÂ de la vida pueden conducir a
posiciones insólitas, inesperadas, difíciles o que obligan a reorganizar el tejidoÂÂ del proyectoÂÂ
personal. También hay que citar la desorientación de la sociedad actual;ÂÂ tan permisiva y conÂÂ
pocosÂÂ valoresÂÂ de referencia, lo que impide ver ejemplosÂÂ positivosÂÂ a suÂÂ alrededor que puedan ser
servidosÂÂ como modelos de identidad.5ÂÂ
LosÂÂ perdedoresÂÂ y losÂÂ triunfadoresÂÂ no se hacen de un día para otro. La vida esÂÂ un resultado. Suma
y compendio de lo que hemos idoÂÂ haciendoÂÂ con ela de acuerdo conÂÂ un programa previo. ElÂÂ
hombre debe convencerse de que la persona que tiene la voluntad consigue lo que quiere. AsíÂÂ
de claro.
El que tiene educada la voluntad sabe lo que es la alegría. Sabe que se aprende más bienÂÂ poco de
lasÂÂ victoriasÂÂ y mucho de lasÂÂ derrotas.
La alegría esÂÂ un puente que está por encima del placer y por debajo de la felicidad. LasÂÂ tres:ÂÂ
placer, alegría y felicidad, forman un tríptico esencial. Y como telón de fondo, el esfuerzo por
sacar lo mejor que tenemosÂÂ dentro. Dicho de otro modo: La felicidad tiene enÂÂ la voluntad unÂÂ
puente levadizo que nosÂÂ abre una puerta importante para alcanzar la mejor realización personal.
Dr. Enrique RojasÂÂ
Catedrático de Psiquiatría