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Ene 5, 2015
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Ante el año nuevo: Cómo alcanzar lo que te has propuesto

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Ante el año nuevo: Cómo alcanzar lo que te has propuesto
Dr. Enrique Rojas 
La voluntad es más importante que la inteligencia. La vida con sus exámenes, va dando cuenta de si hemos sabido educarla, para sacar de nosotros lo mejor que levamos dentro, la voluntad es un facultad psicológica que nos mueve a hacer algo. En un lenguaje más  operativo diríamos: disposición interior para levar algo  a cabo  anticipando  consecuencias. El estudiante que en febrero es capaz de tener un plan de estudio, porque está ya pensando en los exámenes de junio. La voluntad es lo más propio del hombre, tanto como la razón.

Fuente: http://www.enriquerojas.com/

 

Cada uno de nosotros  es una
promesa. Una intención de legar a ser lo mejor que podamos. Para un niño o un adolescente o 
un joven, educar la voluntad significa de entrada la negación  del  instante  inmediato y el 
esfuerzo por no satisfacer lo que está ahí, sino apuntar hacia el  futuro. Lo  inmediato es 
superado y rebasado por lo mediato, por lo lejano. El ser humano está siempre en marcha, su 
vector persigue el  realizarse uno a sí mismo. Hay  una distinción que se encuentra en el 
pensamiento clásico, entre desear y querer. Desear significa pretender algo, pero desde el punto 
de vista afectivo, sentimental: es  como  una ráfaga que se enciende en nuestros  escenarios 
mentales y que pasa casi sin dejar rastro. Desearía ser más estudioso, mas ordenado, aprovechar
mejor el tiempo o ser más culto o mejorar mi carácter. . pero en muchas ocasiones eso es solo 
un pensamiento pasajero, que no se traduce en  nada. Querer es buscar algo y  poner toda la
voluntad en ese empeño, es determinación, empeño, esfuerzo concreto que no se dispersa, de
modo que se va alcanzando dejándose uno la piel en la empresa.
De ahí que se pueda concluir que desea la persona poco madura y quiere la que está más hecha
y tiene más educada la voluntad. La alquimia de los deseos nos hace perder de vista el horizonte
y apuntamos a demasiadas metas de forma transitoria, sin concretar.
Voluntad  es  determinación, firmeza en los propósitos, solidez en las  metas, sin  desanimarse
ante las dificultades, sabiendo que todo lo grande es hijo de la renuncia. El que tiene voluntad 
es mas  libre y leva su  vida hacia donde quiere. Su  aspiración final  es  la independencia y la
consecución  de los  objetivos concretos que se ha propuesto. El  hombre es perfectible  y
defectible; puede ir hacia lo mejor de si mismo y también abandonarse y dar una versión pobre, desinflada, sin aspiraciones, que va tirando de su existencia como se arrastra un peso muerto.
Hay tres  etapas importantes a la hora de poner la voluntad por delante en algo que queramos 
hacer: 
1) Saber qué objetivo pretendemos y cuales son los medios  con los que contamos; estar en la
realidad personal, pero con ilusión. Dice Julián Marías  que “la ilusión es  un deseo  con 
argumento, asociado a la vida biográfica”.
2) Viene después la determinación  rotunda de que esa pretensión no sea algo fugaz, sin 
consistencia;  de ahí que la voluntad podamos  entenderla como energía, disposición decidida,
tesón, tenacidad, insistencia que no se doblega ante las dificultades e imprevistos, que es capaz
de crecerse en  las  dificultades. . Un hombre capaz de obrar así es  como una fortaleza
amural ada. No habrá empresa que se le resista y antes  o después  irán legando los frutos. El 
esfuerzo perseverante será capaz de sortear el cansancio y los avatares de tantas circunstancias 
como antes o después le sobrevendrán.
3) Por último  está el mise au point, la puesta a punto. Solo la voluntad nos  determina. Todo 
progreso personal tiene que contar con este esfuerzo de aprendizaje que la voluntad propone.
Este está tejido e hilvanado de hábitos, de ejercicios repetidos, de un acostumbrarse a hacer
siempre lo más conveniente, aunque de entrada cueste.2
El hombre con voluntad lega en la vida más lejos que el  inteligente. Y para mí esto es  así 
porque leva por delante cuatro herramientas claves: orden, constancia, motivación e la ilusión
de legar algún día a esas metas, alcanzando su  cima cueste lo que cueste. De este modo la
voluntad se convierte  en una segunda naturaleza, en un ingrediente recio y compacto que se
adhiere a la conducta y obra casi espontáneamente, merced a ese aprendizaje. Hay un 
entrenamiento que se repite otra vez.
La voluntad tiene mucho que ver con la motivación. Estar motivado es querer algo de veras,
elegirlo y que merezca la pena la lucha por alcanzarlo. Ahí se produce una secuencia
psicológica muy importante. Skinner, uno de los padres de la moderna psicología positivista, decía que toda conducta puede ser cambiada y organizada a través del refuerzo. Por eso algunos 
le han lamado “constructor de voluntades”, merced a las investigaciones levadas  a cabo en 
Harvard. El comportamiento es una verdadera ingeniería de estímulos y respuestas, basadas en 
premios y castigos. Gracias al aprendizaje se va produciendo esto. Los aprendizajes complejos 
se engarzan sobre otros más sencilos, a través de superposiciones y crecimientos. Así emerge el 
autocontrol: ese ser capaz de gobernarse a si mismo, siendo uno cada vez mas  dueño de su 
persona y de sus planes.
El que tiene voluntad dispone de si mismo. Sabe vencerse, es  capaz de renunciar a la
satisfacción de lo inmediato y tiene visión de futuro. Los perdedores y los triunfadores  no se
hacen de un día para otro, sino después de años de dejadez y abandono o de empuje, desvelos y 
obstinaciones repetidas  en positivo. Aprender a vivir es ser capaz de superar las frustraciones 
que la vida impone con su devenir, alentados y espoleados por la meta: legar a encontrarse uno 
con lo mejor de si, braceando contra el oleaje que, de frente, impide avanzar. Así se desliza todo 
hacia la madurez, mezcla de coherencia, espíritu  de lucha en ese irse venciendo día a día en lo 
pequeño. Labor de orfebrería con uno mismo.
Sócrates  le  decía a su  amigo Hipócrates  lo siguiente: “sabio  es  un comerciante que vende
géneros de los que se nutre el alma”. Por eso es tan importante la figura del educador. Se educa
mas por lo que se es que por lo que se dice. Esto remite a aquel aserto castelano: “El ejemplo es 
el mejor predicador”. Y esto se observa con enorme claridad en la tarea de los padres hacia los
hijos. Los padres no pueden pretender que los hijos vivan cosas que elos no practican.
Hoy existe un nuevo educador: la televisión: influencia suele ser dañina, ya que fabrica jóvenes 
pasivos, incapaces  de criticar lo que ven y que se entregan en  brazos  de la imagen, por una
especial atracción difícil de combatir. Surge así lo que yo he lamado la “filosofía del me 
apetece”;  “es  que no tengo ganas, es  que no me apetece, eso me cuesta, aquelo otro no me 
gusta. .” Por este derrotero se lega a una persona con voluntad débil:  caprichosa, blanda, apática, veleta que gira según el viento del momento, inconstante, incapaz de ponerse metas y 
objetivos concretos: en una palabra, una persona sin educar, a merced del primer estímulo que le
lega desde fuera y que le  hace abandonar lo  que estaba haciendo. Es  la imagen  del niño 
mimado que tanta pena produce al que lo observa. Al no tener educada la voluntad se convierte
en un muñeco de las circunstancias, traído y levado y tiranizado por lo que en ese instante le
pide el cuerpo. Esto le leva de acá para al á sin rumbo, a la deriva. Alguien así está echado a
perder, consentido, mal educado para cualquier tarea, estropeado.
Esto se manifestará más tarde en las cuatro notas primordiales de nuestro proyecto existencial: 
amor, trabajo, cultura y la propia personalidad. En el amor conyugal no legará muy lejos, pues 
no sabe lo que es ceder, ni anteponer las preferencias propias  a las de la otra persona, ni valorar
la importancia del sacrificio gustoso y escondido. En la vida profesional, si no se enmienda, no 
doblará el cabo de sus  auténticas posibilidades, instalándose en la mediocridad. Si la cultura es 
libertad, irá viviendo de espaldas  a cualquier curiosidad intelectual, ya que esto comporta 
empuje y  vencer la vía fácil y  muele de la televisión. Y  envolviéndolo todo estará ese
acompañante permanente que es  la personalidad que irá estando mal diseñada, con poca
armonía y escaso equilibrio.3 
¿Cómo educar la voluntad? Lo mejor es hacer ejercicios pequeños y repetidos en donde uno se
vence. Ahora hago esto sin gana porque es mi obligación; luego me aplico a aquela otra tarea, que se que me cuesta, porque es mi deber; mas tarde, levo a cabo aquelo otro, aunque no me 
apetece, porque se que es  bueno para mi. . Así se sube uno en el jumbo de los  objetivos 
concretos y los va alcanzando poco a poco. Las determinaciones serán férreas y los propósitos,
rocosos. Porque el hombre que lucha está siempre contento.
El que tiene una voluntad fuerte la ha conseguido después de una brega pertinaz consigo mismo.
El resultado es un hombre recio, sólido, firme, consistente, que no se desalienta fácilmente. Una
persona así consigue lo que se propone. En su fondo aletea la alegría. Pero no aquela del que no 
le duele nada, la del animal sano, sino del que es feliz por estar haciendo algo en la vida que
merezca realmente la pena.
Entre la voluntad débil y la fuerte, caben distintas posibilidades graduales. Cada una refleja una
trayectoria. Cada segmento  de nuestra biografía va rindiendo cuenta de cómo  ha trabajado la
voluntad. El que tiene voluntad puede conseguir que sus sueños se hagan realidad, si persevera.
De los temas  más ausentes de la psicología actual, la voluntad es uno de elos. La voluntad es 
una joya que tiene buena venta en cualquier mercado y el que la tiene posee un tesoro. Aquí 
trato de sistematizar diez pautas de conducta positiva para ir avanzando en elo.
1. La voluntad necesita un aprendizaje gradual que se consigue con la repetición de actos en 
donde uno se vence y lucha y cae y vuelve a empezar. A esto se lama en psicología hábito. Dicho en  otros  términos; es necesario adquirir hábitos  positivos  mediante la repetición  de
conductas  de forma deportiva y alegre que van inclinando la balanza hacia comportamientos 
mejores, más  maduros  y que a la larga se agradecerán, pero que de entrada cuestan enorme 
trabajo en una primera etapa, en donde la voluntad esta virgen, sin dominar.
2. Para tener voluntad hay que empezar por negarse o vencerse en los  gustos  y estímulos  e
inclinaciones inmediatas. Y esto es lo realmente difícil. Es más fácil explicar los mecanismos 
por donde hay que levar la voluntad que ponerse uno a funcionar, aplicando las  teorías  y 
poniéndolas  en práctica. Esto puede ser expresado en otros  términos: toda educación de la
voluntad tiene un trasfondo austero, sobre todo cuando se empieza. La labor de los padres es 
decisiva;  saber hacer atractiva la exigencia. La voluntad libera e inicia el vuelo hacia la
realización del proyecto personal y de la felicidad. Liberación no es hacer lo que uno quiere o 
seguir los dictados inmediatos de lo que nos pide el cuerpo. Sino vencerse en pequeñas luchas 
titánicas para alcanzar las mejores cimas del propio desarrolo. La supresión de obligaciones y 
de constricciones exteriores, el abandono de los grandes ideales y retos, el dejarse levar por los 
estímulos  del momento. La liberación que trae la voluntad consiste en apartar obstáculos,
al anar el camino para hacer lo que se había programado, para ir consiguiendo que los sueños se
hagan realidad.
3. Cualquier aprendizaje se adquiere más fácilmente a medida que la motivación es mayor. Estar  motivado es tener el ar co tenso para apuntar hacia el mejor  blanco. El ejercicio del tiro 
con arco sobre nuestros objetivos, se estira más gracias a la fuerza de los contenidos que lo que
mueven. Lo expresare de otra forma: el que no sabe lo que quiere, el que no tiene la ilusión de
alcanzar algo, es difícil que tenga la voluntad pronta y dispuesta para la lucha.
4. Es fundamental tener objetivos claros, precisos, bien delimitados y estables. Cuando esto es 
así y se ponen todas las fuerzas en ir hacia delante, los resultados positivos están a la vuelta de
la esquina. La cabeza no tolera la dispersión de objetivos. Ni tampoco querer abarcar más de lo 
que uno puede. Por eso produce mucha paz aplicarse a esos propósitos siendo capaz de dejar de
lado todo aquelo que aleja de esas metas. Querer es pretender algo concreto y renunciar a todo 
lo que distrae y desvía de los  planes dibujados.4 
5. Toda educación de la voluntad tiene un fondo ascético, sobre todo en sus comienzos. . Los 
ríos  desbordados  de la garra juvenil hay que saber conducirlos  hacia una meta que merezca
realmente la pena. Ahí tiene su puesto la tarea del educador por un lado y la de los padres por
otro. Hay una observación complementaria que quiero hacer, una vez legados a este punto: las 
grandes ambiciones, las mejores aventuras brotan de un pequeño riachuelo que crece y se hace
caudaloso a medida que la lucha personal no cede, no baja la guardia, insistiendo una y otra vez.
En el alpinismo –tarea que se parece mucho al fortalecimiento de la voluntad­ lo importante es 
dar pequeños  pasos hacia arriba, se va ascendiendo  en  la montaña no  gracias  a las  grandes 
escaladas, sino merced a pequeños avances. Al principio, costosos, y después, ya mas fáciles,
una vez que se vislumbra el paisaje desde la cima.
6. A medida que se tiene más voluntad uno se gobierna mejor a sí mismo, no dejándose levar
del estímulo  inmediato. El  dominio  de uno mismo  se va alcanzando mediante pequeños 
vencimientos diarios. El desprecio sistemático de las cosas pequeñas es la ruina de la voluntad.
Y por el contrario, la costumbre de vencerse en lo menudo nos va transformando en personas 
superiores, nos elevan por encima de las circunstancias. Se consigue así una clara aproximación 
a la felicidad.
Uno no hace lo que le apetece, ni lo más fácil, ni escoge el camino mas blando, sino que se
dirige hacia lo que es mejor. Cuando la voluntad es mas compacta, ya esa persona ni se plantea
si está cansado o aquelo le cuesta, sino lo que sabe que será mas positivo para ela de cara a los 
planes diseñados.
7. Una persona con  voluntad  alcanza las metas  que se había propuesto, si es  constante. He
comentado en las líneas que preceden que es menester poner en juego las piezas instrumentales 
de ela; el orden, la tenacidad, la disciplina, la alegría que no desfalece y la mirada puesta en lo 
alto del camino. Existe hoy la tendencia a la exaltación del modelo del ganador que deja en la
estacada, groggy, a muchos perdedores en el ring social.
8. Es  importante  legar a una buena proporción entre objetivos  e instrumentos. Buscar la
armonía entre fines  y medios. Intentar una ecuación adecuada entre aptitudes  y limitaciones.
Pretender sacar lo mejor que hay en uno mismo, poniendo en juego la motivación entrelazada de
ilusiones.
9. La voluntad  es  un  indicador de madurez de la personalidad. No hay que olvidar que
cualquier avance de la voluntad se acrecienta con su uso y se hace más eficaz a medida que se
incorpora con firmeza en el patrimonio psicológico. Una persona madura y con un cierto 
equilibrio psicológico ofrece un mosaico de elementos armónicamente integrados, en donde la
voluntad bril a con luz propia. Por ese camino se lega la vida lograda. A la felicidad como 
resultado: estar contento con uno mismo y con los demás. Por eso la felicidad es una estación a
medio camino entre lo demasiado y lo poco. Dicho de una forma más ampliada: la felicidad es 
un  estado de ánimo positivo, al que se lega a través de la mejor realización posible de uno 
mismo.
10. La educación de la voluntad no se termina nunca. Lo que quiere decir que el hombre es una
sinfonía siempre inacabada. Y que además  el haber alcanzado un buen nivel, no quiere decir
que se esté siempre abonado al mismo, ya que las circunstancias de la vida pueden conducir a
posiciones insólitas, inesperadas, difíciles o que obligan a reorganizar el tejido  del proyecto 
personal. También hay que citar la desorientación de la sociedad actual; tan permisiva y con 
pocos valores de referencia, lo que impide ver ejemplos positivos a su alrededor que puedan ser
servidos como modelos de identidad.5 
Los perdedores y los triunfadores no se hacen de un día para otro. La vida es un resultado. Suma
y compendio de lo que hemos ido  haciendo  con ela de acuerdo con un programa previo. El 
hombre debe convencerse de que la persona que tiene la voluntad consigue lo que quiere. Así 
de claro.
El que tiene educada la voluntad sabe lo que es la alegría. Sabe que se aprende más bien poco de
las victorias y mucho de las derrotas.
La alegría es un puente que está por encima del placer y por debajo de la felicidad. Las tres: 
placer, alegría y felicidad, forman un tríptico esencial. Y como telón de fondo, el esfuerzo por
sacar lo mejor que tenemos dentro. Dicho de otro modo: La felicidad tiene en la voluntad un 
puente levadizo que nos abre una puerta importante para alcanzar la mejor realización personal.
Dr. Enrique Rojas 
Catedrático de Psiquiatría

Article Categories:
Desarrollo Personal
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