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Abr 1, 2013
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Aprender es el mejor ejercicio para el cerebro

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Aprender es el mejor ejercicio para el cerebro

Vitaminas, ejercicios mentales, videojuegos, infusiones, pasas o suplementos alimenticios. De todo se promociona y vende bajo la promesa de mejorar el funcionamiento del cerebro y sus capacidades cognitivas. Una oferta que se vuelve de lo más tentadora cuando se trata de hacerle frente a un sistema laboral y académico cada vez más competitivo y exigente, en el que solo parecen triunfar las mentes más “musculosas”.
De ahí que el concepto “entrenamiento mental” haya dado lugar, en el hemisferio norte, al nacimiento de centros y sitios web que ofrecen, a través de una serie de ejercicios, mejorar la capacidad de atender, concentrarse, memorizar y analizar un hecho o un texto escrito, además de ser más creativo y agudo. Más inteligente, en definitiva. Los especialistas, basados en múltiples estudios, dicen que esta gimnasia cerebral lo que hace es mantener la mente activa, pero no hay pruebas de que aumente las capacidades cognitivas. 
Tener un sueño reparador, hacer ejercicio, entretenerse y comer bien ayudan a cuidar el cerebro, pero si hay algo que de verdad lo ayuda a crecer y desarrollarse, eso es el aprendizaje.
 

 
 
“Resolver crucigramas, sudokus y otros juegos mentales pueden volvernos expertos en este tipo de juegos, pero no nos hacen más inteligentes o talentosos”, advierte el doctor Sergio Mora, investigador en neurociencias y jefe del Laboratorio de Farmacología del Comportamiento de la Facultad de Medicina de la Universidad de Chile.
Lo que ayuda al cerebro a funcionar a plena capacidad tiene más que ver con llevar una vida saludable, que con pociones mágicas o soluciones onerosas “que aumenten las capacidades mentales de la noche a la mañana”, agrega.
No hay magia
Efectivamente, dice el doctor Jorge González Hernández, neurólogo encargado del Programa de Memoria del Departamento de Neurología de la Universidad Católica, existen estrategias que ayudan a una mayor eficiencia en el almacenaje de la información, como ayudas mnemotécnicas, o en mejorar la atención, como trabajar en un lugar tranquilo, “pero normalmente no son de utilidad en personas activas laboralmente o estudiantes que están espontáneamente sometidos a actividades que implican un entrenamiento cognitivo”.
Además, recalca que para quienes realizan diariamente actividades demandantes de atención o memoria, “no tiene sentido que hagan ejercicios extra. En cambio, a personas con actividades monótonas o rutinarias, sí se les recomienda realizar cosas diferentes y desafiantes, como aprender un nuevo idioma o un nuevo baile”.
Tampoco lo son suplementos alimenticios o medicamentos que prometen aumentar las capacidades cognitivas. “Las vitaminas o suplementos nutricionales solo serían útiles en personas carenciadas de alguna de ellas, pero en otros casos, son inútiles”, dice el doctor González, y agrega: “Las vitaminas más importantes para la concentración y la memoria son la tiamina (B1), la cianocobalamina (B12), la niacina o ácido nicotínico y el ácido fólico”.
La ingesta de medicamentos, en tanto, solo hace una diferencia cuando las capacidades cognitivas, como la atención y la concentración, están afectadas por un trastorno patológico como el déficit atencional, advierte el doctor Sergio Mora.
Órgano maravilloso
Así las cosas, si hay un ejercicio que efectivamente le hace bien al cerebro, ese es el físico, pues es un órgano que necesita mucho oxígeno y energía para desarrollar de forma eficiente sus funciones. “La actividad aeróbica, al aumentar la irrigación sanguínea de nuestro cerebro, aumenta la oxigenación y favorece la sobrevivencia de las neuronas”, dice el doctor Mora.
Lo bien que le hace a este órgano la actividad física ha quedado patente en diversas investigaciones. Una de científicos de la Universidad de Indiana mostró que el ejercicio ayuda a sobrellevar mejor el estrés, ya que “actúa sobre los neuroquímicos involucrados en la respuesta del estrés al cuerpo”, según publicó la American Psychological Association en su sitio web.
En tanto, un estudio de la Universidad de Edimburgo (en Escocia) y publicado por la revista especializada Neurology, mostró que en los adultos mayores de 70 años la actividad física ayuda a evitar que el cerebro se encoja o atrofie, una consecuencia de la vejez que está vinculada a la pérdida de memoria y de otras capacidades cerebrales.
Otras conductas que cuidan al cerebro son tener un sueño reparador, así como procurarse momentos de entretención. Sin embargo, si hay algo que de verdad lo ayuda a crecer y desarrollarse, eso es el aprendizaje. “Cada vez que aprendemos algo nuevo se establece una nueva conexión neuronal en nuestro cerebro. Y esto nos lleva a la conclusión de que el principal factor protector de nuestro cerebro es el aprendizaje continuo”, afirma el académico e investigador.
En este punto, el doctor Sergio Mora, que ha estudiado la relación de neurociencias y educación, se detiene para decir: “El cerebro necesita que se le estimule con actividades novedosas, que generen curiosidad y placer por aprender. Santiago Ramón y Cajal planteó, hace más de un siglo, que todo hombre puede ser, si se lo propone, escultor de su propio cerebro. Este órgano maravilloso puede cambiar su funcionamiento y estructura dependiendo de lo que hagamos, sentimos, percibimos, pensemos o imaginemos”.
Tener un sueño reparador, hacer ejercicio, entretenerse y comer bien ayudan a cuidar el cerebro, pero si hay algo que de verdad lo ayuda a crecer y desarrollarse, eso es el aprendizaje.
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Neurociencias
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