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Biodanza: Movimiento al ritmo biológico

 

Biodanza: Movimiento al ritmo biológico

Activar potenciales afectivos y de comunicación que nos conecten con nosotros mismos, con el semejante y con la naturaleza, por medio de la Danza.

Fuente: www.revistabienestarysalud.cl

 

La manifestación corporal y más específicamente la danza surgen de una necesidad existencial que el ser humano alberga desde su

origen. Muchas personas asocian la danza, con bailes clásicos, pero esa visión se queda sólo en lo formal. La biodanza, es un movimiento vital que surge de lo más profundo del ser humano, de una danza orgánica al ritmo de los patrones de la vida: respiración, latidos del corazón e impulso de vinculación a la especie. “Para mi es danzar la vida, es expresarme tal cual soy y disfrutar de lo mejor de mí, de la naturaleza y de los seres humanos. Es placer y alegría de vivir, es música y belleza” describe la profesora de Biodanza, Romina Aranibar (Escuela de Biodanza de Viña del Mar).

El modelo teórico de la Biodanza fue inspirado en experiencias musicales y dancísticas con pacientes del Hospital psiquiátrico de Santiago, cuando Rolando Toro era miembro docente del Centro de Estudios de Antropología Médica de la Escuela de Medicina de la Universidad de Chile. Rolando Toro-Antropólogo, Psicólogo, Poeta y Pintor chileno-creó esta danza de la vida en los años 60. Su modelo de salud ha sido confrontado científicamente por más de 40 años, a través de mediciones en el rendimiento psicomotor, neurovegetativo, endocrino e inmunológico, revelando avances positivos en materia de Stress, depresión y energía vital. “La acción de la Biodanza sobre nuestro sistema nervioso, funciona estimulando ciertos neurotransmisores que nos llevan a emociones positivas y a su vez influyen en la producción de hormonas y estimulación de las glándulas endocrinas”, amplia Romina Aranibar. La sofisticación que ha tenido la Biodanza ahora permite, además de personas normales, tratar a pacientes con distintos cuadros clínicos.

Su creador define a la Biodanza como un sistema de integración humana, renovación orgánica, reeducación afectiva y reaprendizaje de las funciones originarias de vida. Su metodología consiste en inducir vivencias integradoras por medio de la música, del canto, del movimiento y de situaciones de encuentro en grupo.

Integración Humana: estimulación de las funciones primordiales de la conexión con la vida, que permiten a cada individuo integrarse a si mismo, a la especie y al universo.

Renovación Orgánica: procesos de reparación celular y autoregulación global de las funciones biológicas, disminuyendo los factores de desorganización y stress.

Reeducación afectica: capacidad de establecer vínculos con las otras personas.

Reaprendizaje de las funciones originarias de la vida: aprender a vivir a partir de los instintos, con el objetivo de conservar la vida y permitir su evolución.

Despertando la sensibilidad dormida

Está comprobado que la estimulación del entorno, los factores sociales (educación, política, medioambiente) y las experiencias de la vida (pensamientos, emociones y comportamiento) pueden modificar el funcionamiento neuronal de tal manera que éstas cambien la arquitectura de nuestro cerebro. Tocar, mirar, abrazar, respirar y realizar movimientos armónicos con el universo son algunas de los elementos configuradores de la Biodanza, que buscan modificar la estructura de represión corporal y reforzar la vinculación con el otro, otorgándonos esa identidad individual pérdida en el desorden colectivo.

La Biodanza actúa directamente sobre el potencial genético de las personas. “Cuando una persona expresa sus potenciales, su sistema inmune se refuerza, su sistema endocrino se equilibra y por ende, su salud se fortalece”, nos dice Romina Aranibar. Esta capacidad que tenemos todos se expresa sobre la trama de cinco funciones universales, resumidos por esta disciplina en las Líneas de Vivencia.

Vitalidad: Aumento de la alegría de vivir, ímpetu vital (energía disponible para la acción), integración motora, equilibrio neurovegetativo.

Sexualidad: Despertar la fuente del deseo, aumento del placer, conexión con la identidad sexual, disminución de la represión sexual.

Creatividad: Capacidad de expresar, innovar y construir.

Afectividad: Capacidad de hacer vínculo con otras personas a través del amor, amistad, altruismo y empatía.

Trascendencia: Conexión con la naturaleza, sentimiento de pertenencia al universo.

Inconsciente Vital

Rolando Toro desarrolló este sistema de salud bajo la idea de que el impulso de vivir no nace del pensamiento conceptual ni de la voluntad consciente, sino que existe un psiquismo celular, de los órganos, tejidos y células que obedece a un sentido global de autoconservación. “Gracias a la estructura de las sesiones, de los ejercicios, de la música y de encuentro afectivo, las personas progresivamente y cada quien a su propio ritmo, nos vamos autorregulando, es decir, recuperando el equilibrio interno de funcionamiento de nuestro cuerpo. La homeostasis”. Señala Romina Aranibar y agrega “Cuando una persona reaprende a autorregularse come cuando tiene hambre, duerme cuando tiene sueño y se permite sentir placer en diversas instancias de la vida cotidiana”. El inconsciente vital trabaja con las capas más profundas del sistema humano y es el responsable de la programación estable de los sistemas orgánicos. Para acceder a él, la Biodanza propone una serie de maneras: caricias, juegos, correcta alimentación, vínculo con el prójimo, contacto con la naturaleza y el cosmos, baños de mar y barro, y muchas otras. Cada una de estas irá dirigida a estimular el potencial de sobrevivencia de la célula- incentivar la expresión de las cinco líneas de vivencia- y así transformar a la persona en un ser sano y con ganas de vivir.

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