La importancia de enseñar a la infancia a celebrar y valorar la diversidad
Similaridad y diferencia
Quizás el valorar a cada uno y a todos los humanos nunca sea parte de nuestra humanidad en este mundo sin preocuparse del género sexual, la edad, el color de la piel, la nacionalidad, la discapacidad o la religión. Quizás hay mucho de humano y competitivo en nosotros que nos hará ver algunas cualidades como mejores que o peores que las otras. Hoy, sin embargo, cuando la competencia en todas las áreas es mayor que nunca, cuando más y más guerras y conflictos dividen a familias y países, cuando la globalización hace parecerse cada vez más pequeño a este mundo, y más igual, quizás necesitamos dar importancia a lo que enseñamos a nuestros niños sobre la semejanza y la diversidad.
Fuente : http://www.disabilityworld.org/
Similaridad y diferencia
Quizás el valorar a cada uno y a todos los humanos nunca sea parte de nuestra humanidad en este mundo sin preocuparse del género sexual, la edad, el color de la piel, la nacionalidad, la discapacidad o la religión. Quizás hay mucho de humano y competitivo en nosotros que nos hará ver algunas cualidades como mejores que o peores que las otras. Hoy, sin embargo, cuando la competencia en todas las áreas es mayor que nunca, cuando más y más guerras y conflictos dividen a familias y países, cuando la globalización hace parecerse cada vez más pequeño a este mundo, y más igual, quizás necesitamos dar importancia a lo que enseñamos a nuestros niños sobre la semejanza y la diversidad. ¿Qué es lo que quizás necesitamos revalorizar y cambiar, especialmente en nuestro programa de estudios y materiales en nuestra educación para los padres?
¿Podemos, por ejemplo, continuar enseñando sobre y cómo celebrar las igualdades al mismo tiempo que se celebra la diversidad? Imagínense en casa, en la sala de clase, en los programas de televisión donde las comparaciones no tienen importancia porque lo que se valora es lo que la persona es en sí. Imagínense lo mismo sobre grupos diferentes de gente que aprenden sobre las tradiciones, las culturas y habilidades de otros como parte del enriquecimiento de las vidas mismas. Yo soy exactamente como se supone que sea y lo mismo es para usted. Lo que valgo no depende de cómo me veo o si actúo de una cierta forma o de si poseo ciertas cosas. Tampoco lo es su valer.
La mayor parte de mi trabajo es fuera de los EE.UU. y esto ha ocurrido desde 1981. Durante este tiempo, ni puedo recordar la cantidad de veces que me he asombrado ante palabras dichas por niños de hasta seis años. Una niña de Bangladesh, por ejemplo, está molesta porque no nació niño. Un niño de Mozambique que perdió una pierna al reventar una mina no desea vivir si no “puede caminar como los otros niños”. Una niña de las Maldivas se mira al espejo y llora porque su piel obscura no cambia y se vuelve “clara y querendona”. Millones de millones quieren usar Nike, actuar como Tortugas Ninja, tener una Playstation y “matar al malo”, parecerse y bailar como un cantante de MTV y, por qué no, ¡generalmente tienen menos de seis años!
Como estudiante de Desarrollo Infantil en mi educación universitaria de pre y pos-grado, no cabe duda que sé que las necesidades básicas en el desarrollo infantiles sobrepasan del “ego” y comienzan a entender, identificar y apreciar las igualdades entre individuos y entre grupos de personas. Esta es una capacidad fundamentalmente necesaria para que la infancia crezca y se desarrolle en forma tanto emocional como socialmente sana. Estas metas siempre se deben continuar enseñándose y alimentando.
Las áreas de Resolución de Conflictos y Educación sobre Paz generalmente recalcan la enseñanza a estudiantes y a adultos que “el otro” no es más que un igual. Esto también es importante, no tanto por lo parecido en el vestuario, comida y juegos, ya que estos son las categorías que un niño aprende más fácilmente, sino porque los individuos y las familias que se aman tienen emociones parecidas, tratan de no herirse, ni de herir a otros. Los informes que llegan de los campamentos de Educación sobre Paz de varios países narran anécdotas que indican que estas igualdades que los niños sienten, las sienten con más fuerza tras pasar tiempo con “los otros” en actividades de juego y cooperación. Esto tampoco debería parar. Quizás algunos de estos niños siempre recordará cómo rieron y lloraron de las mismas cosas al convertirse en padres y enseñar el respeto mutuo a sus propios niños.
Problemas con normas y patrones
Uno de los problemas potenciales para enseñar a los niños a celebrar las similitudes es que éstas se basan en “normas” y “patrones”. Es decir, ella camina como nosotras, juega lo mismo que yo… y la norma que sirve para medir al resto del mundo, es lo que hacemos en EE.UU. o en los países al norte del mundo occidental, generalmente europeo, macho y sin discapacidades. En áreas del mundo en desarrollo donde quizás el mundo económicamente desarrollado no tiene la misma influencia, lo que generalmente manda es el patrón macho poderoso y adinerado. El éxito, la belleza, la habilidad y más aún ahora, la “cultura” significan más o menos la misma cosa. Lo que pasa es que los niños generalmente aprenden que lo parecido es lo mismo que bueno. Lo diferente, entonces, significa desigual y “el otro” no es ni tan bueno ni tan correcto.
Quizás debemos ver si podemos al menos dar conscientemente la misma atención a la celebración de la diversidad y darle el mismo valor que, implícitamente o explícitamente, se le da a la similitud. La diversidad es buena y le añade valor al mundo. La otredad es buena y necesaria. La otredad agrega valor al mundo y es parte de nuestra realidad, Debemos conscientemente buscar y definir estrategias que celebren la diversidad, reconociendo, respetando y apreciando el hecho que la humanidad es diversa y más rica a causa de la diversidad.
La infancia y los adultos con discapacidad
La celebración de la diversidad es importante en todos los aspectos de la vida y en todas partes del mundo, pero quizás es más obvia y crítica cuando hablamos de los niños y adultos con discapacidades.
En la década de los 70, los pioneros del área de la diversidad y de la educación especial hablaban de la celebración de la diferencia. Wolf Wolfensberger, Burton Blatt, Ignacy Goldberg, Frances Connor y otros promovieron leyes para todos los niños e incentivaron cambios en las actitudes de la gente cuando nacía un bebé con una discapacidad. Los familiares pioneros de niños con discapacidades comenzaron a luchar por sus niños y a celebrar la diferencia. En la década de los 80, Emily Perl Kingsley, una Buena amiga y colega del Children’s Television Workshop (que ahora se llama “sesameworkshop”), escribió un maravilloso trozo intitulado “Bienvenido a Holanda” que trata sobre una madre que espera el nacimiento de su bebé y lo compara con un viaje a Italia. En el momento antes de que aterrice el avión, se anuncia que llegaron a Holanda. “Pero yo nunca deseé venir a Holanda. ¡No tengo ni la menor idea de lo que se puede hacer aquí!” Lentamente, al enterarse que su bebé tiene Síndrome de Down y la felicidad que trae a su vida, descubre que “simplemente me levaron a otro lugar, no a lo que había planificado ni a lo que esperaba; pero posiblemente tan lindo a pesar de todo”.
Durante esas mismas décadas, las personas con discapacidades comenzaron a celebrar su diferencia y a luchar por la igualdad de derechos. De la misma forma que en las luchas por los derechos cívicos, echaron abajo numerosas barreras discriminatorias en la educación, trabajo como también el acceso y la inclusión en edificios, la prensa y la legislación. En la década de los 70 en los EE.UU. dirigentes como Ed Roberts, Judy Heumann, Jason Kingsley, Adrienne Asch y Linda Bove emergieron para presentarse ante niñas y niños como algunos de los primeros arquetipos positivos, enteros y orgullosos de personas con discapacidades. En otros países hubo dirigentes similares con las mismas ideas al mismo tiempo.
La celebración de la diversidad sigue siendo poca
Ha pasado tiempo y ya la integración e inclusión son ley de muchos ministerios del mundo. Aunque hay programas de televisión, películas y unos pocos dibujos animados donde se ven niños o adultos con discapacidades en varias formas, cuando veo la mayoría de los productos desarrollados, en pocos veo la celebración de la diversidad. La diferencia no tiene que ser obvia, pero no deberíamos esquivarla. Deberíamos “dar valor” a la diversidad cuando podamos,
Obviamente, no es verdad que un niño de una familia más adinerada y educada es más inteligente o más talentoso que otro niño. Tampoco es cierto que un niño que nació con discapacidades tiene menor valor que un niño sin discapacidades. Lo que parece ser más cierto, sin embargo, es que por una variedad de razones a los niños sin discapacidades de muchas partes del mundo se les dice que ellos “lo pueden hacer todo”, “son como son”, “me siento orgulloso de ti”, etc. Además, se ven reflejados en los medios de comunicación todos los días. Lo que se celebra es la cultura mayoritaria.
Lo que no es común es que los niños de las regiones en desarrollo, aquellas de familias pobres o sin “poder” o los niños con discapacidades de todas partes escuchen o se les incentive a ser lo que son, a que se les retrate y valore tal como son y en la singularidad de cada uno y la diversidad que se debe celebrar. Por tanto, generalmente crecen sintiéndose inadecuados y queriendo ser “como cualquier” que parece tener más valer. La diversidad, su diversidad, no se celebra.
La infancia aprende lo que experimenta
Quizás no es tan simple como lo describo. La valoración de la diferencia debe comenzar en la infancia tanto en palabras, miradas y caricias que damos a los bebés sin tomar en cuanta sus habilidades, género, belleza, nivel social, personalidad y otros. En nuestros programas académicos para los más jóvenes, en los programas para padres, en nuestros libros, canciones y programas de televisión infantiles podemos comenzar a celebrar la diversidad en formas únicas y creativas. La podemos y debemos modelar para nuestros niños para que ellos la entiendan y practiquen mientras viven. Tiene y debe ser una meta a consciencia. Lo que está en peligro es el desarrollo auténtico y el respeto a cada uno y todos los niños.
En nuestros programas de educación para padres debemos recalcar que:
Cada uno de los niños es único y que se debe atesorar esa calidad.
A pesar de las habilidades percibidas, se pueden encontrar cualidades en cada niño.
Aunque está bien desear ser como otros en alguna forma, nunca se debe comparar el valor personal basándose en las diferencias, cualquiera que sean.
Las reglas más básicas de la vida deben incluir el nunca herirse ni herir a otros, sea por medio de palabras, apreciaciones o acciones.
En cuanto a los niños, algunos ejemplos son:
A un niño ciego se le puede decir que, mientras aprende una habilidad nueva, “puede echar leche en un vaso en una forma maravillosa y única poniendo el dedo sobre el borde para sentir cuándo el vaso se llenará”.
A un niño sordo se le puede decir que su diversidad al hablar con las manos es fabulosa, interesante y bellamente artística.
A un bebé con parálisis cerebral se le canta sobre la belleza de sus brazos, piernas, cerebro y alma.
A una niña de piel oscura se le enseña desde el día que nace que hay muchas definiciones de belleza y que su tipo de belleza no aminora la de otros.
A un niño que usa un aparato técnico para poder comunicarse, se le celebra que ayuda a otros niños a hablar en diferentes formas.
A una clase de niños se les repite diariamente que aunque son iguales en varias maneras, cada uno de ellos aporta lo que los otros no tienen, y que cada aspecto tiene la misma importancia.
Un programa de televisión para niños debe proyectar que las capacidades únicas de cada niño son fundamentales y necesarias para resolver problemas dados, además de incluir niños con una variedad de discapacidades y sin ellas.
A un niño pobre se le debe contra sobre las tradiciones de “riqueza” en su historial familiar, su honestidad, creatividad, amor y respeto por el planeta.
A un niño de grupos minoritarios se le leen cuentos sobre heroínas y héroes de su cultura donde el orgullo por su identidad no les impide abrir sus corazones y hogares para ayudar a los que necesitan si son de otros grupos minoritarios o mayoritarios.
A una niña se le celebra el haber nacido. Cada día se le dice lo que se la quiere, valora y ama porque simplemente ella existe.
Podríamos practicar lo mismo con respecto a la diversidad humana y cultural a niveles nacionales o mundiales. Si exportamos materiales culturales a otros países, podemos hacerlo respetando su cultura y no presentando la nuestra como la mejor. Si importamos materiales culturales de otros países, podemos hacer que nuestros niños no se vean expuestos a mensajes que denigran o discriminan a otros. Podemos crear nuestros propios programas que, a costos bajos, pueda celebrar la diversidad y valorar lo que hay dentro y fuera de nuestros límites.
Nuevo libro de las islas Maldivas
Hace poco, en un contrato de la UNICEF-Oficina Maldivas, desarrollamos un libro intitulado “Bebés maldivanos”. Es, principalmente, un libro de imágenes para pre-escolares, niños y sus familias donde la finalidad es que los bebés de todo el país se vean y se celebren. Muestra páginas de niños saludables que no son solamente gordiflones, sino que en toda la gama de tamaños, formas y habilidades. Tiene páginas de niños bellos entre los que hay de todos los colores de piel, como también bebés prematuros o con discapacidades. Hay niños exploradores, otros que prefieren explorar calladamente y bajo la seguridad de un adulto cercano. Otros exploran lo más lejos e independientemente que puedan. Cada una de las presentaciones incluye una cantidad igual de niños y niñas y de pequeños con discapacidades.
Dé la bienvenida a la diversidad
El artículo que mencioné anteriormente, “Welcome to Holland”, termina con una lección sobre celebrar la diferencia. La madre nos recuerda que “si se está demasiado ocupada quejándose (o comparando [agregado por la autora]) sobre el hecho de no haber llegado a Italia, nunca podrá gozar las cosas verdaderamente especiales de Holanda”.
Todo comienza con la aceptación de lo que somos y extendiendo este regalo a todo humano. Nuestra realidad especial y diversidad es evidente cada vez que nace un bebé. Nos maravillamos de cómo puede ser posible que dos niños se parezcan tanto, aún siendo mellizos. En algún momento dado, las normas sociales y culturales en conjunto con la prensa, nos obliga a ser más iguales que diferentes y, seguido, tendemos a ver la diferencia y la diversidad como menos importantes. Hay una vieja narración sobre un hombre llamado Rabbi Zusya que dijo que “En el mundo futuro, no me preguntarán ‘¿Por qué no fue usted Moisés? ‘ Me preguntarán ‘¿Por qué no fue usted Zusya?'”
Si quizás ayudamos a todos los infantes, niños y niñas, con discapacidades o sin, del norte, sur, este y oeste, de cualquier cultura o religión, a celebrar lo que son. . . quizás estos niños puedan crecer deseando ser ellos mismos e incentivar a otros a hacer lo mismo.
Por Barbara Kolucki (bakoluck@aol.com)
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Desarrollo evolutivo