Los hallazgos, los cuales ahondan en los mecanismos que rigen la vida reproductiva humana, podrían proporcionar nuevos enfoques en el tratamiento de la infertilidad, así como de las enfermedades asociadas a la pérdida del período.
En promedio, la mayoría de las mujeres experimentan la menopausia a partir de los 45 años, en mayor medida entre las edades de 50 y 52 años. En tanto que las mujeres se acercan a este momento, su fertilidad natural se reduce, aumentando del mismo modo el riesgo padecer algunas afecciones asociadas a la pérdida del periodo menstrual como osteoporosis, diabetes tipo 2, cambios metabólicos e incluso el desarrollo temprano de enfermedades como el Alzheimer. Sin embargo, hasta el momento, nuestra comprensión de por qué sucede esto, así como el desarrollo de los potenciales posteriores tratamientos para preservar la fertilidad, aún es limitada.
Ahora no obstante, para obtener una comprensión más detallada de este proceso y sus consecuencias en las mujeres, el estudio liderado por John Perry, Investigador de la unidad de epidemiologia de la Escuela de Medicina Clínica de la Universidad de Cambridge y autor de un artículo que se publica esta semana en la prestigiosa revista Nature bajo el tituloGenetic insights into biological mechanisms governing human ovarian ageing, ha analizado los datos genéticos de 201.323 mujeres de ascendencia europea en las que se produjo la menopausia natural entre las edades de 40 y 60 años.
El resultado ha sido el examen de alrededor de 13,1 millones de variantes genéticas que condujeron a la identificación de unos 290 determinantes del envejecimiento ovárico asociados con la menopausia tardía. Así, Perry y su equipo descubrieron que una amplia gama de genes de respuesta al daño del ADN que operan a lo largo de la vida de una mujer para controlar la función ovárica, están asociados con la edad de la menopausia natural.
Los investigadores demostraron que la manipulación experimental específica de dos de estos genes concretos, los bautizados como Chek1 y Chek2, en ratones afectaba la fertilidad y la esperanza de vida reproductiva. En humanos, posteriores análisis genéticos sugirieron una relación causal entre el retraso de la menopausia y la mejora de la salud ósea, así como una menor probabilidad de desarrollar diabetes tipo 2. Sin embargo, la menopausia tardía también se asoció con un mayor riesgo de desarrollar varios cánceres sensibles a las hormonas.
Aunque por el momento se desconocen muchos de los factores que influyen en la edad reproductiva, incluidos algunos no genéticos, los autores esperan que estos hallazgos sirvan de base para futuros estudios experimentales y tratamientos para mejorar la función reproductiva femenina, preservar la fertilidad y mejorar la calidad de vida de las mujeres después de la menopausia.