Si cambiamos nuestra mente, nuestra vida debería cambiar
Nuestros pensamientos nos pueden enfermar
Una manera sencilla de ver qué relación existe entre nuestro cuerpo y nuestros pensamientos es observar lo que sucede con el estrés: tenemos dos sistemas de protección en nuestro cuerpo: el sistema de protección externo, que nos defiende de lo que sucede en nuestro entorno, y el sistema interno, que revisa lo que está pasando en el interior de nuestro organismo.
Fuente: http://www.joedispenzaenchile.cl/articulos.html#1
Si veo a un tigre y si veo a un antiguo jefe voy a responder de la misma manera, voy a tener la reacción de luchar o arrancar, pero cuando no puedo pelear, porque no está aceptado socialmente, y no puedo correr, porque… ¿hacia dónde arranco? Entonces los químicos que produce el organismo comienzan a operar en nuestro cuerpo pero no hacemos nada con ellos.
Todos los organismos de la naturaleza están diseñados para el estrés agudo. Los seres humanos somos tan inteligentes que podemos hacer que el pensamiento sea más real que cualquier otra cosa, y, debido a que somos tan inteligentes, tenemos un banco de memoria tan enorme que podemos anticiparnos a un evento que vaya a ocurrir, podemos preparar la mente para futuras circunstancias y con ello encender la respuesta de estrés solamente con el pensamiento.
Ahora, cuando encendemos la respuesta al estrés y no podemos apagarlo, vamos encaminados a la enfermedad, porque el cuerpo no va a lograr soportar un desequilibrio tanto tiempo. Entonces sucede lo que llamamos ansiedad o desórdenes obsesivos compulsivos, insomnio, depresión… Todas las enfermedades de adultos están creadas por los químicos del estrés, y la redundancia de esos químicos activa los genes que hacen que nos encaminemos a nuestro destino genético.
Si estamos movilizando toda nuestra energía para el sistema de protección externo, no hay energía para el sistema de protección interno, no hay energía para los proyectos de creación a largo plazo, no hay energía para las reparaciones, el crecimiento y la regeneración. Entonces, si dos células cancerígenas se juntan, toda la energía se está movilizando para el sistema de protección externo, por lo que no hay seguridad interna: se juntan estas dos células de cáncer y crecen, porque nadie las revisa, porque nuestras tropas están siendo enviadas para otro lado. Es como si supiéramos que viene un huracán a Santiago, ¿quién pensaría en remodelar su cocina? Eso es exactamente lo que pasa en el cuerpo. No hay energía para la reparación, no hay energía para proyectos de construcción a largo plazo, y el sistema de protección interno, el sistema inmunológico, comienza a sufrir.
Entonces, ¿los pensamientos pueden también sanarnos?
Si nuestros pensamientos pueden enfermar ¿no pueden acaso mejorarnos también? ¿Podemos encender nuevos genes y apagar los antiguos?
Cuando vivimos un estado emocional siempre va a haber una brecha entre la forma en que se ven las cosas y la forma en que realmente son. Esos químicos de supervivencia son los que nos llevan a estados emocionales negativos.
Pero podemos cambiar la forma en que funcionan nuestros cerebros, al interrumpir los programas normales de cómo sentimos y pensamos. Al principio es muy difícil, porque no sabemos cuán adictos estamos a nuestros estados emocionales, y nos volvemos adictos a estos estados emocionales porque las emociones encienden el cuerpo para que podamos sentirnos vivos y nos volvemos adictos a ese sentimiento. Así que la persona a quien le da rabia, mantiene esa emoción en su vida para poder sentir esa rabia, para poder sentirse viva.
Al hacer que nuestros cerebros funcionen de manera diferente, estamos creando una mente nueva, y así comenzamos a cambiar nuestro estado mental.
¿Qué es lo que ustedes practican mentalmente todos los días? ¿Qué es lo que usted demuestra físicamente todos los días? Porque lo que practicamos mentalmente, lo que pensamos mentalmente todo el día, y lo que actuamos o demostramos físicamente todos los días representa quiénes somos del punto de vista neurológico.
Ahora es el momento
La física cuántica dice que el ambiente es una extensión de nuestra mente, entonces si realmente cambiamos nuestra mente, ¿no debería aparecer algo totalmente distinto en nuestro mundo? Deberíamos convertirnos en científicos y decir ya muy bien, conciencia mayor y campo objetivo, campo cuántico, ¡ahora quiero una señal, quiero que me indiques que he hecho contacto contigo y quiero que me lo muestres de manera que me sorprenda, que me emocione, que me inspire, que no lo pueda predecir, porque si pudiéramos predecirlo, no es nuevo.
La mayoría de nosotros tomamos decisiones así: “mañana empiezo”. Tenemos la intención, pero el cuerpo no recibe la señal. Cuando nos decidimos y decimos “basta, suficiente”, ésa es la primera vez que el cuerpo recibe una señal. Cuando lo hacemos, cuando verdaderamente cambiamos la mente, no es sólo de la mente, es el ser.
Entonces tiene que venir o llegar de una manera que sea mayor o superior a nuestro entendimiento, que produzca un nuevo sentimiento de entusiasmo, que no deje duda alguna de que ha venido de ti, para que sea cada vez más fácil aceptar que tú eres el creador de tu propio destino.
¿Y cómo se hace?
Tenemos dos sistemas de memoria: el declarativo y el no declarativo, el subconsciente.
Las memorias declarativas son memorias explícitas: conocimiento y experiencia, hechos y eventos, filosofía y experiencia, y cuando aprendemos algo nuevo, todo lo que se ha aprendido queda aquí, programado en el neocortex, en el cerebro, y empezamos a pensar en esto y a analizarlo y a reflexionar sobre ello y a meditar sobre ello, al hacerlo vamos a organizar los circuitos en el cerebro.
Pero cuando finalmente aprendemos la información, y la aplicamos, la personalizamos, la demostramos, modificamos nuestra conducta, ahí si vamos a tener una nueva experiencia y esa nueva experiencia va a crear una nueva emoción, y ahora tenemos dos cerebros funcionando juntos, el cerebro pensante y el que siente. Tenemos mente y cuerpo comenzando a unificarse.
El conocimiento es el precursor de la experiencia. Cuando hacemos lo nuevo una y otra vez, activamos este sistema de memoria no declarativo, subconsciente. Este es el sistema de memoria implícito en el cual el cuerpo lo ha hecho tantas veces que ahora sabe más que el cerebro, ahora se ha convertido en el cerebro. Aquí es cuando mente y cuerpo están trabajando juntos. Aquí están nuestras habilidades, nuestras conductas, nuestras reacciones emocionales, nuestros condicionamientos. Es nuestra memoria asociativa y una vez que estamos ahí, en este estado del ser, significa que mente, cuerpo y alma están trabajando juntos.
Una persona intelectualmente puede declarar que quiere ser feliz, pero su ser está infeliz porque simplemente es una habilidad que debe adquirir. Cuando la mente quiere una cosa y el cuerpo quiere otra, no se responden nuestras plegarias, no podemos cambiar.
La persona que realmente quiere cambiar, si comenzara a volverse consciente y hacer que sus pensamientos inconscientes, sus acciones inconscientes y sus sentimientos inconscientes se vuelvan conscientes, comenzará a controlarlos, y si comienzan a practicar este nuevo ser, de pensar a hacer, ese nuevo estado químico interno que memorizó, ahora será superior a cualquier cosa en su vida externa.
El campo cuántico responde a quién estamos siendo. El campo cuántico organiza los eventos, las experiencias, para que vengan a nosotros y eso es lo bonito, la alegría de estar vivo.
La neuroplasticidad
Tenemos tres cerebros en uno: el pensante, el neocortex; el cerebro emocional, el que hace cosas, y el del ser, el cerebelo. La posibilidad de conexiones de las neuronas en el cerebro humano es mayor que la cantidad de átomos en el universo. Las neuronas son tridimensionales, más o menos 100 mil neuronas caben en un grano de arena. Aprender significa crear nuevas conexiones sinápticas entre ellas.
La neuroplasticidad es la habilidad de cambiar el alambrado sináptico del cerebro. Al aprender información y registrar experiencias y mantener un estado modificado del ser, la plasticidad nos permite evolucionar nuestras acciones o modificar nuestra conducta de modo que podamos hacer mejor las cosas en la vida.
Por el contrario, la que yo llamo “neurorigidez” es el usar nuestras conexiones sinápticas precableadas, es decir, memorias. Sin hacer nuevas conexiones, no se aprende de la experiencia. Rigidez es procesar los mismos pensamientos, realizar las mismas acciones y luego esperar que ocurra algo distinto, y eso, por supuesto, es locura.
La mente es el cerebro en acción, es el cerebro trabajando, un producto de la actividad del cerebro. El lóbulo frontal es la base de nuestra voluntad, de nuestro aprendizaje, de nuestra intención, atención, invención, especulación, toma de decisiones, es como controlamos nuestra conducta, es como nos concentramos. Además es lo que restringe nuestras reacciones emocionales. Es la parte más nueva y más evolucionada del cerebro y del sistema nervioso, y es la parte más neuroplástica de todo el cerebro.
Cuando el lóbulo frontal trabaja correctamente nos permite que un pensamiento sea más real que todo lo demás. Y esto es porque tiene conexiones a todas las partes del cerebro y puede acallar todos los demás circuitos para que nada más se pueda procesar salvo ese pensamiento. Así es como puede modificar nuestra conducta y combinar todas estas redes neuronales dentro de nuestro cerebro para crear una nueva idea.
¿Cómo lo logramos?
El proceso de meditación es hacerse conocido, conocer el ser antiguo ara poder controlarlo y luego practicar mentalmente este nuevo ser hasta que se nos haga conocido, familiar. Esta práctica mental básicamente trata de pensar en quién queremos convertirnos, quién queremos ser, es practicar una acción antes de hacerla. Es imaginar ya realizada una nueva habilidad, es reproducir constantemente el mismo nivel de mente a voluntad y debe hacerse todos los días para que se formen estos nuevos circuitos.
Entonces uno va a decir en su mente cómo pensaría una persona con la característica que queremos adquirir, por ejemplo, una persona saludable. ¿Cómo pensaría una persona saludable? ¿Cómo actuaría? Quiero ser y soy saludable. Y a medida que se empieza a enviar esas señales a las neuronas, al principio hay un problema: están todas esas otras neuronas que están disparando al mismo tiempo y dicen “no eres saludable, ándate a dormir, empieza mañana, el doctor dijo que vas a estar enfermo para siempre…”
Podemos insistir y decir una y otra vez nuestro nuevo pensamiento, y cada vez más fuerte. El proceso de hacerlo una y otra vez en forma repetida, con una férrea intención, tarde o temprano se convertirá en una señal más fuerte, sólida, hacia las células. Y una vez que ésta sea la señal más fuerte que llega a la célula, el circuito va a tener que cablearse de manera permanente.
Sólo hay una cantidad de factor de neurocrecimiento en el cerebro y la neurona comienza a robar el factor de neurocrecimiento de las otras conexiones. Y a medida que empieza a cablear permanentemente, comienza a sacar el pegamento de las que están a los costados, y cuando pasa eso se van despegando, se va la memoria del doctor, se va la de la flojera y se va toda esta sensación de no quererse a si mismo. Hay ahora una sola señal a su cuerpo: soy saludable.
Podemos creer en el futuro que no podemos experimentar con nuestros sentidos pero que hemos pensado tanto en nuestras mentes que ya está mapeado en nuestro cerebro. Ahora cuando apliquemos este nuevo paradigma con éxito, nuestro cerebro ya no será un registro del pasado, sino que será un mapa hacia nuestro nuevo futuro. Vivir según esta ley es vivir según la ley cuántica y la ley cuántica dice que nuestro ambiente es una extensión de nuestra mente. Si cambiamos nuestra mente, nuestra vida debería cambiar.
*Notas sobre la presentación de Joe Dispenza durante el seminario “El Poder de la Ciencia y Espiritualidad”, organizado por la División Desarrollo Humano de Exhibits en abril de 2009.