En nuestro organismo existen canales por donde la energía vital recorre su camino y nutre y regenera los diferentes aspectos de nuestra vida interior por donde pasa. En los entornos donde habitamos ocurre lo mismo…
La energía vital recorre nuestras viviendas con un orden y un sentido y al igual que puede ocurrir dentro de nosotros, puede haber zonas de nuestra vivienda en las que dicho orden y sentido esté alterado y en desequilibrio.
Puede que haya zonas que por acumulación de recuerdos, por pereza o por falta de espacio o de tiempo, se llenen de objetos que ralentizan la fluidez de vida.
Hay personas que pasan de puntillas por las zonas de desorden de su vivienda sin darse cuenta de que se comportan de la misma manera con sus desórdenes internos. Que dicho desorden interno también ralentiza su energía, su creatividad y su vida, o lo que es peor, que en una gran mayoría de ocasiones, el no querer mirarlo, lleva a posicionarse inconscientemente en corrientes insanas de vida.
Este es uno de los principales motivos por los que muchas personas se acercan a circunstancias o experiencias donde normalizan situaciones que les incomodan, pero no más que atender su propio desorden personal, por ello se ven tentadas a elegir opciones rápidas de experiencias que, tras no sentirse bien en ellas, acaban culpando a la vida cuando lo único que la vida pretendía no era que continuase en una salida, sino advertirle con la incomodidad de que debía buscar de nuevo la puerta de entrada a sí mismas.
Hay personas que esta conducta interna se refleja en los lugares que eligen ocupar en su vivienda. Se colocan en lugares de incomodidad y en lugares con corrientes que les debilitan reflejando con ello un débil interés real por su vida.
Si no tienes suficiente fuerza o claridad para observar con nitidez tu mundo interno, trata al menos de observar cómo te posicionas en tu mundo externo y busca a consciencia lugares cómodos y que te fortalezcan. Por resonancia, gracias a elegir buenas posiciones, se iluminará internamente lo que te impedía elegirlas y así poder resolverlo. Una vez resuelto internamente, sólo entonces, te posicionarás de forma externa con naturalidad en aquello que te de verdad te conviene y podrás gestionar con gratitud cualquier tipo de desorden.
Al fin y al cabo, ni somos el mundo interno ni el externo, somos la consciencia que lo observa y en ella está la llave de la coherencia.
Autor: Andrés Tarazona (andres@andrestarazona.com)