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Curación mágica

Chamanismo

 

El chamán es el gran maestro del éxtasis antes aún de ser sanador o mago. Él es el especialista del trance, trance especial en el cual su alma supuestamente deja su cuerpo para subir al Cielo o descender a los Infiernos. El chamán mantiene relaciones privilegiadas con el espíritu de los muertos o los espíritus de la Naturaleza.

Fuente: www.alcione.cl

La vocación chamánica se discierne entre los candidatos aptos al éxtasis, ya sea espontáneamente o semiprovocado por las drogas. En realidad, los médicos occidentales estarían de acuerdo en diagnosticar histeria o epilepsia, pero lo que nosotros consideramos como una enfermedad nerviosa no lo es en otro contexto sociocultural. Sea lo que sea, la vocación chamánica, a menudo hereditaria, es siempre considerada como un don de los dioses o de los espíritus. Los futuros chamanes reciben una doble instrucción: ellos aprenden las técnicas del éxtasis (sueños, trances) y las técnicas tradicionales (nombre de los espíritus, mitología, lenguaje secreto, etc.) Es solamente esta instrucción, seguida de una iniciación, que transforma un eventual neurótico en un chamán reconocido por la sociedad.

El esquema iniciático, aunque presentando variantes de un pueblo a otro, es a menudo lo mismo: el aprendiz se prepara en la soledad, instruido por un viejo maestro. La ceremonia de iniciación puede tener lugar en un sitio oculto o en público. El futuro chamán debe estar enfermo (o al menos simular la enfermedad), casi muerto, tener la visión de su cuerpo destrozado y de sus huesos descuartizados. El despedazamiento del cuerpo y la contemplación de su propio esqueleto constituye un ejercicio muy prolongado que exige un gran esfuerzo de ascesis física y de concentración. El chamán debe nombrar cada uno de sus huesos por su nombre, contemplarse despojado de la carne y de la sangre. Este ejercicio meditativo consagra por medio de una operación mental al futuro chamán a transformarse en un ser cósmico, desembarazado de la condición profana, reintegrado a la vida universal.

El chamán cumple las funciones de médico y de sanador. Él encuentra el alma fugitiva del enfermo, la captura y la hace regresar al cuerpo que ella había dejado. Él conduce también el alma del muerto a los Infiernos. Puede cumplir esta función porque es capaz, por medio de las técnicas del éxtasis, de exigir a su alma que deje su cuerpo. Entonces conoce los caminos que llevan al Cielo y a los Infiernos, y, sin temor de extraviarse, se puede aventurar en esos “países” misteriosos.

La otra función del chamán es la curación mágica, en la que se considera la enfermedad como el extravío del alma, al que se agrega a veces una “posesión” por los malos espíritus. El chamán deberá entonces encontrar el alma, regresarla al cuerpo y proceder a la expulsión de los demonios. La recuperación de las fuerzas físicas depende estrechamente de la restauración del equilibrio de las fuerzas espirituales. Durante esta operación, los cantos rituales, las danzas, el tambor, juegan un rol preponderante. El chamán invoca con cánticos a los espíritus aliados para que lo asista en su lucha contra el mal, llevando el ritmo con el tambor que sostiene en su mano izquierda. Llega un momento en que lanza el tambor hacia su asistente y empieza a danzar como lo hacen los demonios. Es que no se contenta con exorcizar del enfermo los malos espíritus, él los integra en su propio cuerpo, él los “posee”, participando de su naturaleza. Y a menudo la sesión no llega a su fin hasta que el chamán, agotado, cae en tierra con la boca llena de espuma. Su ayudante le ruega que regrese del mundo subterráneo y, poco a poco, el chamán empieza a murmurar los nombres de los espíritus malignos. Recupera sus fuerzas, regresa al mundo de los vivientes y empieza a contar su viaje.

Esta es la fase más impresionante de la “cura” chamánica. La potencia, la magia de las palabras está aquí demostrada. El chamán, para quien salud y enfermedad no son más que las dos caras de la misma medalla ¿no poseerá las claves tan buscadas hoy día por nuestra meditación psicosomática moderna?

Pablo Radzievky

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