Efectiva dieta antiestrés
El estrés influye en nuestra manera de comer de tres formas: nos incita a hacerlo constantemente o, por el contrario, nos reduce el apetito o definitivamente lo hace a un lado. Lo mejor es no dejarnos dominar por ninguno de ellos, mantener el control y alimentarnos sanamente, como a continuación sugerimos.
Fuente: www.saludymedicinas.com
Cuando el organismo se somete a esfuerzo intenso y tensión, se ponen en marcha una serie de mecanismos metabólicos que modifican el comportamiento para adaptarse a esa situación de estrés. Lamentablemente no siempre los cambios son lo más recomendable para afrontar el momento y, por el contrario, pueden afectar la salud, tal como sucede con la conducta alimenticia, la cual puede sufrir tres tipos de trastornos:
Hiperfagia (comer más de lo habitual para reducir la ansiedad).
Hipofagia (comer menos).
Anorexia (falta de apetito y distorsión de la imagen que se tiene de uno mismo).
Cualquiera de estos descuidos alimenticios trae como consecuencia principal la baja de nutrientes (comer mucho no siempre es alimentarse), lo que a su vez acarrea disminución en la capacidad inmunológica, es decir, nuestro cuerpo es más propenso a padecer enfermedades infecciosas. Pero no sólo eso, ya que también se reduce la capacidad de reparación de tejidos, se pierden minerales y se altera el equilibrio del colesterol bueno (HDL), el cual se reduce, mientras que el malo (LDL) tiende a incrementarse.
Comer para seguir adelante
El estrés encuentra muchas formas de manifestarse, siendo las más comunes irritabilidad, angustia, fatiga, dolores musculares, de estómago y cuello e insomnio, y de prolongarse por varios días es detonador de gripe, asma, úlceras, estreñimiento, así como diarrea, infartos, presión alta, alteraciones en la piel y caída del cabello.
Lo primero, entonces, es fortalecer al sistema inmune consumiendo vitamina C y zinc, presentes en cítricos como guayaba, mandarina, naranja, limón y toronja, así como en carne roja, yema de huevo, productos lácteos y mariscos.
No menos importante es incrementar los niveles de energía, mediante carbohidratos, que en poca cantidad y con frecuencia proporcionan además efecto tranquilizador muy confortante. Como usted sabe, los podemos consumir a través de pastas, pan, arroz, legumbres, papas y azúcares, principalmente.
El complejo B colabora también en la recuperación de vitalidad, de manera que es conveniente consumir vegetales de hojas verdes, legumbres, frutas frescas y secas, cereales integrales (arroz y trigo, principalmente), huevos, carne magra (sin grasa) y aves. Particularmente la B5 (ácido pantoténico) participa en los procesos para mantener en buen estado memoria y concentración, en tanto que la deficiencia de vitamina B6 a nivel del cerebro puede desencadenar conductas agresivas e hiperactividad.
Se sabe que el chocolate, en pequeñas cantidades, es estupendo promotor del optimismo y la felicidad, ya que libera la hormona llamada endorfina, que entre otras funciones brinda sensación de bienestar. Pero, cuidado, si se consume en exceso puede generar angustia, ya que este producto es rico en sustancias como cafeína, teobromina y otras que irritan el hipotálamo (región del cerebro que controla la función de las glándulas).
Ahora bien, si está usted siendo presa de la ansiedad, lo mejor es comer fruta fresca, especialmente naranjas y limones; también se sugiere tomar un vaso con leche y azúcar, pues de esta manera se estará consumiendo triptófano, compuesto que estimula la producción de serotonina (sustancia antidepresiva). Pero, si el problema es ira o enojo y necesita calmarse, coma cereales, lácteos, galletas integrales y miel en el desayuno, y pasta, arroz, pan, legumbres y papas a lo largo del día, pues son alimentos que contienen carbohidratos, que, entre otros de sus beneficios, aumentan los niveles de la misma serotonina y logran efecto sedante en los nervios.
Como se mencionó líneas arriba, el estrés es detonador de estreñimiento, lo que provoca presencia de toxinas de origen animal en el colon, por tanto, lo indicado es comer productos que contengan fibra, ya que ésta aumenta el bulto fecal y lo hace suave, disminuyendo la presión de las heces sobre la pared intestinal y acelerando la evacuación y el desecho de toxinas. Particularmente, manzana y cítricos son aconsejables, así como granos y cereales que conserven su capa exterior (es mejor consumir pan integral que el elaborado con harina refinada) y las partes duras de vegetales y legumbres, en otras palabras, comerlos crudos.
Qué no comer
Como usted puede ver es muy importante saber qué comer para no desequilibrar la nutrición, pero igualmente destacado es conocer qué productos debemos dejar de lado, como:
Irritantes. Té negro, refresco de cola, cigarro, café y alcohol contienen compuestos que alteran el estado de ánimo si se consumen en exceso.
Comidas procesadas. Principalmente las elaboradas con considerables cantidades de grasa alteran el buen funcionamiento del sistema digestivo.
Sal y azúcares. Compuestos que en demasía son causantes de presión arterial alta, el primero, y obesidad y caries, el segundo.
En contraparte, lo que los nutriólogos recomiendan es tomar por lo menos dos litros de agua cada día, comer despacio y hacer cuatro o cinco comidas ligeras en lugar de tres muy abundantes, con lo que aprovecharemos de mejor manera los nutrientes.
No está por demás recomendar practicar ejercicio moderado, como caminar, aeróbicos de bajo impacto, natación y un poco de bicicleta, entre otros. Asimismo, procure tiempo para actividades que lo relajen, como escuchar la música que le proporcione placer, ver una buena película o leer algún libro que lo haga sentir mejor.
Tome en cuenta todas estas recomendaciones para ponerlas en práctica con algún otro miembro de la familia que atraviese por una situación de estrés, por ejemplo, los hijos en periodo de exámenes escolares, quienes igualmente pueden llegar a sentirse angustiados o irritables.
Olga Silva