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May 29, 2023
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¿EL CARÁCTER DEL HOMBRE ES SU DESTINO? SOBRE LA IDEA DEL DAIMON EN PLATÓN, HERÁCLITO Y JAMES HILLMAN

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¿Y SI EXISTIERA UN “GENIO INTERIOR” QUE CONDUCE NUESTRA VIDA Y NUESTRAS DECISIONES HACIA EL VERDADERO PROPÓSITO DE NUESTRA EXISTENCIA?

Existe una idea en muchas culturas acerca del destino y cómo este busca cumplirse y darse en este mundo. En El código del alma, el psicólogo americano James Hillman, propone esto. Un cierto carácter, inclinación o la llamada de una voz interior nos estaría llevando al desarrollo de nuestro destino, a lo que él llama “teoría de la bellota”, una imagen que se remonta a Platón en el libro X de La república

Platón tejió en forma mítica la experiencia de Er. Antes de nacer, dice el mito, nuestra alma elige un propósito para que lo cumplamos en este mundo. Antes del nacimiento pasamos por el río del olvido, el Lete y, bebiendo de sus aguas, salimos a la vida ignorantes del destino que nuestra alma había elegido para nosotros. Sin embargo, estamos acompañados en esta tierra por un daimon (“genio interior”), un compañero espiritual, que actúa como un “portador de nuestra fortuna” y nos indica que cumplamos el destino que nuestra alma había elegido antes de nacer:

Al alma de cada uno de nosotros, antes del nacimiento, se le da una daimon singular, el cual ha seleccionado una imagen o pauta para vivir en la Tierra. El acompañante del alma, el daimon, nos guía en este mundo, recuerda lo que contiene nuestra imagen y lo que pertenece a nuestra pauta. En consecuencia, el daimon es el portador de nuestro destino. Código del alma.

Esta noción de que tenemos una guía que nos acompaña en la vida se encuentra en varias culturas tanto occidentales como orientales y mesoamericanas. 

Ese factor psíquico autónomo, como lo denominó Jung, o daimon, nos acompaña como portador de nuestro destino. Heráclito, anterior a Platón, afirmó que “el daimon (carácter) de un hombre es su destino”. El daimon para Heráclito era una especie de fuerza o ley interna que determina el curso de la vida.

Hillman nos propone imaginar o dar vida poética a esta idea para dar cuenta del impulso que todos sentimos de descubrir y alinear nuestra vida con un llamado personal, único para nuestra individualidad e intereses y al cual podemos dedicar nuestra vida apasionadamente.

Si bien hoy en día nuestras teorías de la personalidad se asocian al consumo y a los valores que promueve el capitalismo (vivir de acuerdo a la norma de adquisición de bienes materiales, como si no hubiera nada más allá de ello), la teoría de Hillman es un llamado a ser valiente con aquellas inclinaciones que se pueden dar en la niñez y que buscan expresarse en toda la existencia. Podrías hallar estos llamados en la imagen del corazón o los anhelos del corazón. Esos raptos que tenemos cuando estamos despiertos, esas palabras que nos llegan a la cabeza y que nos dicen: “Me gustaría ser esto”, “Creo que sería bueno si me desempeñara en…” o “Aquí me siento en mi elemento”, nos dan una guía y una pauta aunque, tal vez por el miedo al fracaso o a no cumplir con las expectativas establecidas, a veces nos disminuyen o condicionan.

Si bien, como dice Hillman, hay un deseo de belleza intrínseco en los seres humanos, tal vez podamos tratar de darle forma a esa belleza mediante la disposición para ejercer nuestra propia vida. En las sociedades contemporáneas la mayoría vivimos para sobrevivir y nos tenemos que acoplar a las demandas o posibilidades laborales que encontramos, pero no por ello el daimon nos deja de hablar y persiste en consolidar aquella imagen que traemos de “otro” mundo y que tiene como meta cumplir las ideas que se nos expresan como vocación.

Al respecto, las indicaciones que da Hillman son las siguientes:

  1. Cada vida esta formada por una imagen peculiar, una imagen que es la esencia de la vida y que la llama para cumplir su destino.
  2. En los diversos episodios de la vida tenemos una voz que nos guía, que nos indica; puede ser una inspiración, un sentirse a gusto con lo que se hace, y en la vida vamos buscando eso.
  3. El daimon nos motiva, protege, da inventiva, persiste en que cumplamos con ese llamado; es terco, “se resiste a los compromisos razonables y a menudo impone a la fuerza el desvío y la extravagancia a su portador, sobre todo cuando este no le hace caso o se opone a él”.
  4. El daimon nos vincula con sensaciones de singularidad, de la importancia de la labor y no de inflar el ego, como una necesidad de seguir, de investigar y ahondar en aquellos efectos del corazón que vienen acompañados con una dosis de belleza y gratitud frente a lo que se hace.

Esta perspectiva busca una vocación, que tiene como inicio y fin la belleza, que puede ser la clave de los males actuales y nos lleva a realizar esa imagen mítica, ese lugar que no es un lugar del cuál venimos, como lo expresa el poeta Wallace Stevens:

Las nubes nos precedieron.

Tal vez ese genio interior, ese daimon, sea el portador celeste que pretende que desarrollemos nuestra presencia en este mundo y que busquemos y unamos el vínculo platónico entre la belleza y la justicia, tanto en nosotros como en la sociedad y la naturaleza. 

Fuente: pijamasurf.com

Article Categories:
Filosofía
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