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EMERGENCIA CLIMÁTICA

Werner Kurz, ecólogo del servicio forestal de Canadá y miembro del IPCC:

“Los bosques del mundo ya comenzaron a experimentar una emergencia climática”

Estrés por sequía, ataques de insectos y patógenos oportunistas, junto con incendios forestales están afectando tanto al hemisferio sur como al norte. Esto impacta su rol como captadores de carbono.

Los árboles del mundo sufren estrés por el cambio climático y están siendo superados por plagas y otras amenazas. En Alemania, las condiciones climáticas secas y calurosas han permitido una mayor propagación del escarabajo de la corteza, que está arrasando con los bosques. En Canadá, otro escarabajo, el del pino, ha arrasado con 17 millones de hectáreas en los últimos 20 años, mientras que en Chile una combinación de sequía con la acción de un hongo tiene en jaque a la población de araucarias.

Además, en ambos hemisferios los incendios forestales han aumentado en frecuencia e intensidad gracias al mayor número de árboles muertos y secos por enfermedades o sequías.

“Definitivamente podemos llamar a lo que estamos viviendo el comienzo de una emergencia climática”, dice Werner Kurz, ecólogo e investigador científico senior del Servicio Forestal Canadiense, en Victoria (British Columbia), y miembro del Panel Intergubernamental de Cambio Climático (IPCC).

Kurz estuvo en Chile recientemente invitado por la Conaf para dictar cursos sobre un modelo que emplean en Canadá para estimar las emisiones y retenciones de carbono en los bosques y que él lidera.

“Hay muchas áreas boscosas del planeta que históricamente se caracterizaban por remover carbono de la atmósfera y que ahora se están convirtiendo en fuentes importantes de él”.

Esto, por supuesto, es algo preocupante en el contexto del balance de carbono, ya que los bosques captan globalmente entre 25% y 30% de todo el CO{-2} que los humanos están produciendo mediante combustibles fósiles.

“Sin bosques el balance de carbono podría cambiar dramáticamente, ya que aunque las emisiones futuras se logren disminuir, gran parte de ellas se mantendrán en la atmósfera.

El cambio climático también está desplazando las zonas donde los árboles pueden crecer. En Chile, por ejemplo, el clima estepárico y semiárido del Norte Chico se desplazará hacia la zona central, lo que ya se está comenzando a ver en el forma de sequías y períodos de lluvia menos prolongados.

 

Moverse hacia el sur

Esto está provocando estrés hídrico en las especies vegetales, incluyendo las perennes. En vez de permanecer verdes durante todo el año han comenzado a secarse en verano, lo que es apreciable en su follaje. “Los árboles hoy se desarrollan bien en ciertas zonas, pero si aumenta o baja la temperatura, su desempeño ya no es tan bueno y finalmente pueden ser desplazados por otras especies”, explica.

“Lo que estamos viendo es solo el comienzo de un cambio. Los árboles que estamos plantando hoy vivirán en condiciones muy distintas en 50 o 100 años más”, asegura.

En ese sentido, considera que quienes manejan el bosque tienen que ser proactivos. “Deben mirar hacia adelante y decir por qué no tomamos esta especie de árbol desde esta región y la movemos al sur a una zona de mayor confort para ella en el futuro. Allí crecerá en un ambiente que será muy similar al que estaba acostumbrado. Esto se llama migración asistida”.

Es algo que ya se está comenzando a hacer en Chile con la araucaria, que se comenzará a llevar desde La Araucanía a Aysén.

“Esto podría ocurrir naturalmente, pero el cambio climático es tan rápido que es necesario que los árboles cuenten con nuestra ayuda”.

El escenario no es optimista para los árboles que se queden al norte de su zona de distribución. “Crecientemente tendrán problemas de adaptación. Nosotros ya vemos este fenómeno alrededor del mundo, especialmente en los bosques que están en el límite entre dos zonas climáticas. El estrés por la sequía los hará más vulnerables a insectos y parásitos que matan los árboles. Esto genera a su vez mayor materia orgánica en el bosque, lo que significa nuevas fuentes de emisión y también aumenta el riesgo de incendios”.

La letalidad de los insectos y otros patógenos también se ha visto potenciada. “El cambio climático los puso en ventaja. La mayoría de los insectos tienen un ciclo de vida que está regulado por la temperatura. En el hemisferio norte tenemos insectos que producen solo una generación por año y normalmente sobreviven hasta el invierno, porque con las temperaturas bajas la mayoría muere. Pero en los últimos 20 años no hemos tenido mucho frío y los insectos han sido capaces de sobrevivir en mayor número”. Además, hay especies que a mayor temperatura aceleran su ciclo de vida y pueden producir dos generaciones al año. En definitiva, esto significa más insectos y más problemas para los árboles.

 

Fuente: El Mercurio / Richard García

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