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Empatía. Verdadera Conexión e Intimidad

La empatía es un constructo complejo y multifacético que hace referencia a la identificación intelectual y/o emocional con otra persona.
 
Freud consideraba que solamente mediante la empatía los seres humanos somos capaces de entender la vida psíquica de los otros. Así mismo, sabemos que la empatía reduce la distancia entre las personas y facilita la conexión y coherencia social. 
 
 
La empatía ha sido tomada como una medida de inteligencia emocional, es una cualidad que permite a las personas conectarse con los deseos y las ideas de los demás.
 
La empatía nos permite entender a otros desde su propia perspectiva, nos ayuda a no emplear nuestros juicios y opiniones personales. Es una forma de acercarnos a los demás, de conocerlos mejor.
 
La empatía es la base de la intimidad y la conexión más cercana. Sin ella, nuestras relaciones serían superficiales desde el punto de vista emocional y se parecerán más a un trueque comercial. Sin la empatía podríamos estar cada día al lado de una persona y conocer tan poco sobre sus sentimientos que seguiría siendo una extraña para nosotros. Por eso, la empatía es un potente “pegamento social”.
 
Sin embargo, no solo es el motor de la cercanía sino que también sirve como freno cuando nos comportamos mal y nos damos cuenta del dolor que estamos causando. Cuando una persona no tiene ese freno y siempre actúa en interés propio, termina devastando a quienes están a su alrededor. Por eso, es fundamental comprender qué es la empatía y qué significa ser empático.
 

¿Qué no es la empatía?


Empatía no es lo mismo que simpatía
 
A menudo usamos indistintamente las palabras empatía y simpatía, pero en realidad son procesos distintos. Cuando sentimos simpatía por alguien, significa que nos identificamos con la situación en la que esa persona se encuentra. Podemos sentir simpatía por desconocidos e incluso por problemas que nunca hemos experimentado personalmente.
 
Sin embargo, experimentar simpatía no implica necesariamente que nos conectemos emocionalmente a lo que una persona siente. Podemos simpatizar con la situación que está atrevsando alguien sin tener ni idea de sus sentimientos y pensamientos. Por eso, la simpatía casi nunca dinamiza nuestro comportamiento, no nos anima a entrar en acción. La simpatía no crea conexión.
 
La empatía va un paso más allá porque implica identificarse con lo que alguien está sintiendo y experimentar esos sentimientos en primera persona. Por tanto, la simpatía es sentir por alguien; la empatía implica sentir con ese alguien.
 
– La empatía no se limita a la intuición
 
La mayoría de las personas consideran que la empatía es intuitiva, que se trata más de una reacción visceral que de una función del pensamiento. No obstante, la empatía no se limita únicamente al intercambio de emociones, un proceso que ocurre normalmente por debajo de nuestro umbral de conciencia, sino que también es necesario que intervengan las funciones de control ejecutivo para que podamos modular esa experiencia.
 
Las investigaciones demuestran que el mimetismo es una parte importante de la interacción humana, y ocurre en un nivel inconsciente; es decir, imitamos las expresiones faciales de las personas con quienes interactuamos, junto con sus vocalizaciones, posturas y movimientos. Si hablamos con alguien que frunce el ceño, probablemente también terminaremos frunciendo el ceño. Es probable que ese mimetismo inconsciente haya ayudado a los primeros seres humanos a comunicarse y sentir afinidad. De hecho, las Neurociencias han confirmado que cuando vemos a alguien con dolor, en nuestro cerebro se activan las zonas que registran el dolor. El mimetismo es el componente que precede a la empatía. 
 
No obstante, la empatía también demanda que seamos capaces de asumir la perspectiva de otra persona, lo cual es una función cognitiva. Además, es imprescindible que seamos capaces de modular esas emociones generadas por la empatía. Dado que los estados de ánimo pueden ser “contagiosos”, la autorregulación nos impide experimentar de manera tan intensa esas emociones que no podamos ayudar a la otra persona.
 

¿Qué es la empatía?

 
Cuando nos preguntamos qué es la empatía, la primera definición que acude a nuestra mente es la capacidad para ponerse en el lugar del otro. Sin embargo, la empatía va mucho más allá, por lo general no se trata únicamente de un acto intelectual sino profundamente emocional.
 
Existen diferentes significados de empatía, uno de los más acertados indica que es “la experiencia de entender la condición de otra persona desde su perspectiva”. Esto significa ponerse en su piel y sentir lo que esa persona está experimentando. Es una participación afectiva en la realidad de alguien, haciendo su mundo emocional nuestro.

Este maravilloso corto, subtitulado en español, nos explica qué es la empatía, y también qué no es, así como su enorme poder.

 

La empatía es cosa de dos: El enfoque diádico

Desde el punto de vista antropológico, el significado de la empatía desde el punto de vista individual implica limitarla. Una investigación realizada en la Universidad de Ámsterdam sugiere que la empatía también depende de “lo que otros quieren o pueden decir sobre sí mismos”. De esta forma, la empatía adquiere una dimensión diádica, lo cual significa que es tan importante la persona que siente empatía como quien despierta ese sentimiento. De hecho, no somos igualmente empáticos con todos.
 
La empatía también está mediatizada por las normas culturales y sociales. En ese mismo estudio se apreció que los niños eran más empáticos cuando un maestro este les recordaba que debían ser buenos compañeros de clase, pero que la empatía disminuía a la hora de elegir un bando para un juego. Los amigos que fueron elegidos por últimos y se molestaron por ello, recibieron consuelo pero los meros compañeros de clase que se sintieron de la misma manera fueron etiquetados como “llorones”. 
 
Esto significa que el contexto, las convenciones sociales y la propia persona objeto de la empatía también son factores determinantes, independientemente de la capacidad individual de empatía. 
 

Los tres tipos de empatía

Existen diferentes clasificaciones de la empatía. El psicólogo Mark Davis ha sugerido que existen 3 tipos de empatía.
 
– Empatía cognitiva. Se trata de una empatía “limitada” ya que solo adoptamos la perspectiva del otro. Esta empatía implica que somos capaces de comprender y asumir sus puntos de vista y ponernos en sus zapatos. Es una empatía que nace de la comprensión intelectual.
 
– Distrés personal. Se trata de sentir, literalmente, los sentimientos del otro. Esta empatía entra en acción cuando vemos a alguien sufrir y sufrimos a su lado. Se debe a un contagio emocional; es decir, la otra persona nos ha “contagiado” sus emociones. Algunas personas son tan propensas a manifestar este tipo de empatía que sus sentimientos las arrasan, sometiéndolas a un gran estrés.
 
– Preocupación empática. Este patrón coincide mejor con nuestra definición de empatía. Se trata de la habilidad para reconocer los estados emocionales de los demás, sentirnos conectados afectivamente y, aunque podamos experimentar cierto grado de distrés personal, ser capaces de gestionar ese malestar y mostrar una preocupación auténtica. A diferencia del distrés, la persona que experimenta este tipo de empatía se moviliza para ayudar y consolar, no se queda paralizada por los sentimientos.
 

La empatía se aprende

Muchas personas piensan que nacemos siendo empáticos, pero en realidad la empatía es un comportamiento qu se aprende. Los bebés aprenden a identificar y regular sus emociones a través de las interacciones con los adultos, principalmente con sus padres. Cuando los adultos responden a los estados emocionales de los niños, no solo crean las bases para la diferenciación del “yo” sino también para que desarroll el sentido del otro. Con el tiempo, esa semilla se convierte en empatía.
 
Se ha apreciado que los niños que no experimentan este tipo de interacciones tienen un sentido disminuido de sí mismos, sufren dificultades para manejar y regular sus emociones y a menudo muestran una empatía limitada. Cuando se desarrolla un estilo de apego evitativo, por ejemplo, la persona no se siente cómoda en entornos íntimos y enfrenta problemas para reconocer sus propias emociones y las de los demás. Cuando se desarrolla un estilo de apego ansioso, la persona suele carecer de la capacidad para moderar sus emociones, por lo que puede terminar siendo arrastrada por las emociones de otra persona. Eso no es empatía.
 
Por tanto, si bien es cierto que nuestro cerebro está cableado para experimentar empatía, es necesario que esta habilidad se desarrolle a lo largo de la vida, sobre todo en los primeros años.
 

¿Qué significa ser empático? Las condiciones básicas de la empatía

Para que una persona pueda experimentar la empatía, es necesario que existan ciertas condiciones de base. 
 
1. Imitación motriz y neuronal. En las personas que sufren algunas alteraciones neurológicas, la empatía se ve afectada. De hecho, para ser empáticos es necesario que se pongan en marcha nuestras neuronas espejo, que se produzca un mimetismo corporal y facial, que nos ayude a ponernos en el lugar del otro.
 
2. Conocer el estado interno de la otra persona, incluyendo sus pensamientos y emociones. Solo así podremos ser conscientes de lo que el otro piensa o siente e identificarnos con su punto de vista, situación y/o estado emocional. Esta condición nos permite crearnos una representación más o menos clara de lo que está experimentando la otra persona, de la situación que está atravesando y su estado afectivo.
 
3. Resonancia emocional. Para experimentar la empatía afectiva, es necesario que el estado emocional de esa otra persona haga resonancia en nosotros. Debemos actuar como un diapasón, de manera que los problemas y/o sentimientos del otro hagan eco en nuestro interior.
 
4. Proyectarse en el otro. Para sentir empatía es imprescindible ser capaces de salir por un momento de nuestra posición para identificarnos con la situación del otro. Si no somos capaces de abandonar nuestras coordenadas, difícilmente podremos ponernos en el lugar de esa persona. Una vez que hacemos ese acto de proyección, podemos volver a nuestro “yo” y recrear en nuestra mente cómo nos sentiríamos si nos ocurriera a nosotros. De hecho, la empatía implica un desdoblamiento, un continuo ir y venir entre el otro y el yo.
 
5. Autorregulación emocional. Quedarnos en el distrés no es beneficioso para nosotros ni para la persona que sufre. Es necesario dar un paso más allá y pasar a la amabilidad empática, que consiste en comprender que nos sentimos mal por el otro, y superar esos sentimientos para poder ayudar. Se trata de gestionar nuestras reacciones emocionales para poder ayudar al otro. 
 
 
Fuentes:
Roerig, S. et. Al. (2015) Researching children’s individual empathic abilities in the context of their daily lives: The importance of mixed methods. Frontiers in Neuroscience; 9(261): 1-6.
Wölfer, R. et. Al. (2012) Embeddedness and empathy: How the social network shapes adolescents’ social understanding. Journal of Adolescence; 35: 1295-1305.
Bernhardt, B. et. Al. (2012) The Neural Basis of Empathy. Annual Review of Neuroscience; 35 (1): 1-23.
Davis, M. (1980) A Multidimensional Approach to Individual Differences in Empathy. JSAS Catalog of Selected Documents in Psychology; 10: 2-19.
 
 
Fuentes generales
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