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May 7, 2012
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Erotismo: sexualidad plena, autoconocimiento y salud

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Erotismo: sexualidad plena, autoconocimiento y salud

 
Aprender a experimentar y gozar las sensaciones corporales sin culpa no es una utopía; tampoco entender a la sexualidad como una celebración jubilosa de la vida. Ambas ideas pueden alcanzarse a través del erotismo, el arte de dar y recibir placer.
 

 
 
A inicios del siglo XXI podemos presumir lo que hemos logrado gracias a los adelantos tecnológicos, pues nos permiten vencer enfermedades que eran incurables, gozar de confortable vida en el hogar y recibir información de lo que ocurre a kilómetros de distancia en unos cuantos segundos; también es posible afirmar que los avances científicos nos han permitido conocer al Universo y los fenómenos naturales con gran detalle, como nunca antes en la historia. Sin embargo, siguen siendo malos tiempos para gozar con nuestras sensaciones, atreviéndonos a ser libres ante las limitaciones que nos imponen la moral o los estereotipos de belleza.
 
¿Cuál es el resultado de esto? En muchos casos, seres humanos solitarios, incapaces de identificar nuestras emociones y de expresar lo que sentimos, con mal humor y falta de vitalidad, angustiados por ser aceptados antes que aceptarnos a nosotros mismos y quienes muchas veces preferimos mantener relaciones virtuales por Internet antes que en persona.
 
El panorama es abrumador, pero existe una alternativa que propone vivir con una perspectiva distinta, valorando nuestros sentidos, emociones y cuerpos a través de las experiencias cotidianas. Se trata del erotismo, viejo conocido de la humanidad que, como dice Ana Cerón, especialista en la materia, bien vale reconsiderar.
 
En entrevista para saludymedicinas.com.mx, comenta que “mujeres y hombres somos seres eróticos por naturaleza que practicamos diferentes eróticas, es decir, relaciones que generan placer. Puede haber una erótica entre el paciente y su médico, entre alumno y profesor, además de la que se da entre los amantes. Finalmente, el goce es parte de todos nosotros y es tan importante como respirar”.
 
A fin de aclarar el concepto erotismo, Ana Cerón explica que hay cinco palabras que mucha gente cree que son sinónimos, pero que al definirlos muestran sus diferencias:
 
Sexo. Condición orgánica que diferencia a la hembra y al macho.
Sexualidad. Es la relación que se practica con la pareja, cualquiera que ésta sea, y tiene que ver con el estudio de la genitalidad y la reproducción.
Sensualidad. Se trata del despertar de los sentidos a través de las sensaciones.
Pornografía. Exhibición directa del coito.
Erotismo. Arte de dar y recibir placer, parte sublime del deseo que no expone necesariamente, pues le basta con evocar.
Además, indica que el erotismo va de la mano de la sexualidad, pero no dependen uno del otro, ya que “puede haber momentos eróticos sin sexo y momentos sexuales muy robóticos”. Tampoco es amoroso, sino sensitivo, pues “es posible no amar a alguien e incluso así tener sensaciones sublimes con esa persona”.
 
Categórica y elocuente, expresa: “El erotismo no se enseña; más bien, se practica y se cultiva. Está dentro de nosotros y lo descubrimos al experimentar poco a poco, con paciencia, como al cuidar a una planta que crece. En Occidente tenemos la idea de que el orgasmo es el objetivo de una relación sexual, mientras que en Oriente es el momento en que el placer llega a su fin. Esa perspectiva le da mayor valor a lo que se experimenta antes, y cada quien puede hacer ese giro en la idea, sólo es cuestión de darse la oportunidad”.
 
Homo eroticus
 
Ana Cerón ostenta un título que genera curiosidad: es erotóloga. Al respecto, recuerda que “La erotología tiene una historia de cinco mil años, sólo que desapareció durante el oscurantismo (o Edad Media, que transcurrió entre los siglos V y XV, durante los que el avance científico y tecnológico en Europa fue prácticamente nulo) y pasó mucho tiempo para que volviera a mencionarse. El psicoanalista francés Jacques Lacan (1901-1981) fue quien la trajo de vuelta, y gracias al debate que reabrió podemos decir que la mente es el campo de estudio de psicólogos o psiquiatras, la genitalidad de sexólogos, urólogos o ginecólogos, y la conexión divina entre estos dos universos son las sensaciones. El erotólogo es quien se fija en este aspecto para crear una totalidad”.
 
El estudio de las sensaciones es importante desde temprana edad, incluso desde los 2 ó 3 años, aunque en la infancia no se relaciona con la sexualidad, sino con el autoconocimiento. “Un niño al que se le enseña a distinguir qué color le gusta, o que sabe si prefiere algo frío o caliente, reconoce y entiende lo que siente dentro de su cotidianidad. Es un mejor ser humano que no se va a quedar con coraje ni con ganas de expresarse, porque se entiende a sí mismo”.
 
Este conocimiento también es imprescindible para ser buen amante. “Es muy fácil quedarse dormido al acariciar a la pareja mientras se ve la televisión, porque no hay interacción de pieles, pero si al tocar a mi amante me doy cuenta de que hay formas, calor y texturas, empiezo a integrar mi relación y a lograr un ideal universal: la fidelidad. Esto pasa porque ya no le voy a ser fiel a una cara bonita o a un súper cuerpo, sino a las sensaciones que esa piel produce en mí. Eso es erótico y eso busca la erotología”.
 
Además, Ana Cerón añade que una persona que reconoce sus sensaciones a través del erotismo y que las vive como algo natural y sin culpa tiene orgasmos más satisfactorios, los cuales, por cierto, se ha probado que son necesarios y saludables, pues ayudan a producir hormonas necesarias para la sana supervivencia del ser humano. En contraparte, el desconocimiento hacia nuestro propio cuerpo es responsable de disfunciones como eyaculación precoz y anorgasmia.
 
Cuando un niño pequeño explora su cuerpo y acaricia su pene “siempre le dicen que no se toque; cuando llega a la adolescencia y se masturba, lo hace lo más rápido posible porque creció con la idea de que lo que hace es malo, sólo estimula su glande para lograr una eyaculación y no explora sus sensaciones. Más adelante, cuando está con una mujer, la ansiedad por penetrar es tan grande que no le deja explorar el cuerpo de su pareja, y cuando la penetra eyacula precozmente. La mujer se frustra porque no tiene oportunidad de sentir un orgasmo, pero no se atreve a decirlo porque le enseñaron que si pedía placer era una loca”.
 
Los tabúes son trasmitidos de padres a hijos y se acentúan cuando los jóvenes buscan información y experiencias sobre sexualidad, a las cuales acceden mediante amigos, revistas, películas y páginas de internet pornográficas, o acudiendo a una sexoservidora. El resultado es una visión distorsionada de la relación de pareja y de las sensaciones corporales.
 
Los beneficios del erotismo en cuanto a este punto son notables, pero no sólo se restringen a la esfera sexual. “El autoconocimiento tiene una repercusión muy interesante a nivel social y psicológico, pues aunque no estés de acuerdo con otra persona al menos la vas a comprender o te puedes poner en su lugar, y eso pasa porque te has tomado el tiempo de entenderte a ti. En general, no tenemos consideración por los demás porque no nos la tenemos a nosotros mismos”.
 
También la autoestima se beneficia notablemente, al grado de que “se deja de vivir de acuerdo con los estereotipos que te presentan en las revistas u otros medios de información. Al ser fiel a sus sensaciones, una persona se da cuenta de que no tiene que cumplir con ciertas cualidades corporales para ser alguien, y al estar con su amante piensa: ‘mi lonjita es mía y no vas a apagar la luz’. Además, quien ha desarrollado su erotismo deja de seguir la moda, usa lo que le agrada y se ve bien. Si le preguntas a las jovencitas por qué usan ombliguera, te van a contestar que porque así se usa; a mí me agradaría que me dijeran: ‘porque me gusta que el viento me bese el ombligo’”.
 
En cuanto a la comunicación en el matrimonio, ésta se vuelve más abierta y sincera, porque hay mayor comprensión de las sensaciones propias y del cónyuge. “Los juegos y el atrevimiento te llevan a lograr una complicidad con tu pareja, y ésa puede ser la mejor locura de esta Tierra. Con el erotismo ambos se sienten incluidos, ambos participan”.
 
Naturaleza humana
 
Con tristeza, la erotóloga reconoce que en nuestros días se ve a la sexualidad como algo pecaminoso, sucio, obligatorio, rápido, subjetivo y egoísta, cuando en otros momentos históricos era tan valiosa que se consideraba como una forma de estar cerca de Dios. “Hoy los genitales son prohibidos, escondidos y no puedes hablar de ellos, siendo que antes la mujer conocía y ejercitaba su tracto vaginal, sus puntos de placer; vivía y gozaba de la sensualidad. Hoy le preguntas a un varón si conoce el vástago o el frenillo de su pene y no lo sabe, cuando antes hasta tenían un lugar para guardar su energía sexual. Lo que ahora llamamos masturbación era una disfrutable práctica en la búsqueda del placer en solitario con propósitos divinos.
 
Debido a esta dificultad, el desarrollo y aprendizaje de las artes eróticas debe tomarse con paciencia y constancia, pues se trata prácticamente de reeducarnos en distintos aspectos. En esta tónica, Ana Cerón escribió el libro Iconos de placer, en el que se incluyen relatos cortos que llevan al lector a redescubrir las sensaciones de su cuerpo en la práctica cotidiana.
 
La intención de los relatos es difundir la idea de que la sensualidad y el erotismo son cotidianos y viven en nosotros. “En el libro se incluye una observación que me parece muy importante: ‘usted no necesita estar rodeado de velas, frente a una chimenea, bebiendo cognac entre pieles y escuchando música de saxofón para lograr el ambiente perfecto y así disfrutar de la intimidad’. En efecto, en un matrimonio se vive con los niños que lloran y ensucian las sábanas en que duermes, el teléfono suena mientras tienes relaciones y los orgasmos no son con tantos gemidos como en las películas. La propuesta es que el placer y la vida diaria no tienen por qué estar en contra, y que para vivir una experiencia erótica no es necesario preparar una gran cena; basta con que los cónyuges se den de comer en la boca, por ejemplo”.
 
La erotóloga va más a fondo: “Los seres humanos somos tan eróticos que bajo la regadera, cuando el agua quita la espuma que cubre el cuerpo, puedes sentir como si se tratara del amante desesperado que te arranca esa ropa transparente. Si se está abierto a experimentar las sensaciones, un beso puede ser más íntimo que una relación sexual, escuchar la respiración de tu amante mientras duerme puede ser increíblemente sensual, y cerrar los ojos y decir de memoria cómo es la espalda de tu pareja es sublime.”
 
En lo que se refiere al uso de recursos externos en la relación de pareja, afirma categórica: “¿De qué sirven 100 juguetes sexuales si no se sabe qué hacer con ellos? ¿Para qué se quiere una erección de una hora con una pastilla si no se sabe qué hacer con ella 10 minutos? Lo importante es entenderse primero, saber qué espera el individuo de su sexualidad, y ya que se tiene una madurez al respecto y con la pareja, se puede probar algún juguete o factor externo a sabiendas de que no sustituye algo, sino que es un complemento”.
 
Para contribuir en el despertar de la sensibilidad, Ana Cerón ofrece periódicamente talleres sobre erotismo. En ellos, además de que se busca que individualmente o en pareja se conozca la reacción del cuerpo a las caricias y se experimenta con las sensaciones para definir cuáles son o no agradables, incluyendo la percepción de texturas, aromas y sabores, ha descubierto que los participantes enfrentan algunos obstáculos comunes para dejarse ejercer su sexualidad sin culpa.
 
En el caso de los hombres, asegura que siguen dando mucha importancia al tamaño de su pene; “yo no sé quién inventó esa idea, pero el tema los trae de cabeza”. En el de las mujeres, es común que sientan que no pueden tener relaciones plenas si no cumplen con los estereotipos de belleza socialmente impuestos. “Hay muchos tabúes y falta de información; lo descubro, por ejemplo, cuando veo la impresionante cantidad de mujeres que, independientemente de su edad, no se han tocado un seno ellas mismas o se ocultan en la ropa por la idea de que una vagina es fea y sucia”.
 
Por ello, la erotóloga concluye: “Los convencionalismos sociales y las expectativas de lo que debemos ser son las que rompen nuestra integridad. Una mujer que vive su erotismo deja de buscar hombres para que la alaben y la reconozcan, porque ella misma lo hace. El varón deja de pensar en tener la aprobación de otros manteniendo relaciones con varias mujeres, y entiende que es más hombre cuando logra satisfacer a una chica por mucho tiempo”.
 
“No digo que se rompa todo el orden, sino que debemos atrevernos a reconsiderar lo que nos enseñaron alguna vez. No nos hemos dado el tiempo y la oportunidad de definir esta temática, y por ello tenemos niños asustados y mujeres que se valoran por un himen. Sería importante que la gente se atreva a sentir, sin olvidar que ser sexualmente pleno es una gran responsabilidad, porque aprendes a tomar tus propias decisiones y no hay manera de que le eches la culpa al mundo por lo que te pasa”, finaliza Cerón (página: http://www.anaceron.com/ correo: iconosdeplacer@aol.com).
 
Rafael Mejía
Article Categories:
Sexualidad
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