Todo empieza por una contradicción: usamos máscaras para poder sobrevivir en el mundo pero al mismo tiempo tenemos un deseo profundo de que nuestro verdadero ser sea visto y reconocido por los otros.
La mayor parte del tiempo nos escondemos detrás de máscaras, personajes que interpretamos en la vida. /LifeCoachCode
La máscara o careta es una pieza adornada que oculta total o parcialmente la cara, utilizada desde la antigüedad en ceremonias y carnavales.
Sin embargo, también existen las máscaras invisibles, las que todos usamos casi todo el tiempo, aún sin tener conciencia de ello.
Es que la vida sin ellas sería casi imposible. Decir todo lo que pensamos y sentimos verdaderamente en lo profundo todo el tiempo, probablemente haría que terminemos siendo tomados por locos.
Pero el problema es cuando nos aferramos a las máscaras y olvidamos por completo que las traemos puestas, que las hemos -de alguna manera u otra- elegido, que las podemos transformar, encontrarles nuevos significados o simplemente cambiarlas cuando ya no sentimos que nos representan.
Por otro lado, todos añoramos muy profundamente de ser vistos y reconocidos como somos por debajo de la máscara. “La mayoría de nosotros utiliza algún tipo de máscara, un personaje que esconde nuestros sentimientos, y presenta una cara pulida y controlada al mundo”, escribió el psicólogo Rick Hanson, investigador senior en el Greater Good Science Center en la Universidad de California, Berkeley y autor incluido en la lista de los más vendidos de The New York Times, en la revista Psychology Today.
Fuente: adriboschmagazine.wordpress.com