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Hacia una medicina energética

Cada emoción, todo movimiento, el sueño, y hasta el más tenue de nuestros pensamientos se asocia al movimiento de la energía. No la podemos medir directamente, pero podemos reconocerla por sus efectos.

LA ENERGÍA Y LA VIDA

Vivimos en un océano de energía que nutre la vida y se plasma en la fisiología de nuestros organismos, hasta el punto de que los electroencefalogramas de los mamíferos mimetizan las pulsaciones del campo magnético terrestre. En el nivel de las células, el citoplasma es un plasma electrónico activado cuyas propiedades dependen en buena parte de su densidad electrónica específica.

La dualidad onda-partícula, bien reconocida en la física, no ha alcanzado aún vigencia plena en una medicina cuyos límites se han establecido prácticamente en la biología molecular.

A pesar de esta visión limitada, hoy conocemos que cada célula es una batería, que todo el organismo es como una antena y que el cuerpo, y muchos de sus órganos y sistemas están polarizados como un imán.

Sabemos además que el corazón es un gran generador de energía, que el torrente vascular genera campos magnéticos, y que el sistema nervioso vegetativo con sus vertientes simpática y parasimpática representa las dos polaridades magnéticas, sur y norte respectivamente.

La fisiología del biocampo, una de las disciplinas emergentes más promisorias en la ciencia médica de hoy, nos revela los fundamentos de las interacciones del organismo con la luz, el sonido y los campos electromagnéticos de diferentes intensidades y frecuencias.

SALUD, ENFERMEDAD Y ENERGÍA

Los procesos de salud y enfermedad se relacionan con flujos de electrones generados por diferencias de potencial celular, y entre diferentes órganos y sistemas.
La cantidad y calidad de la energía y su distribución determinan también la calidad de la salud y la de la vida. Así como tenemos hemorragias o fugas de sangre, podemos tener fugas energéticas.

En el organismo, que es un sistema controlado por campos y señales eléctricas, se presentan también perturbaciones o interferencias al flujo de energía, que evidencian la existencia de cortocircuitos orgánicos. Estos han sido tratados por la sintergética como una extensión de la noción de campo interferente descrito en la Terapia Neural.

Los procesos vitales se asocian a óxido-reducciones que determinan el balance de cargas y el contenido de electrones. Nos desvitalizamos cuando nos oxidamos y nos acidificamos, lo que se asocia a una pérdida de electrones. El envejecimiento es un proceso progresivo de desvitalización asociado a la oxidación, la acidificación y la degeneración de las células y tejidos.

Restaurar el contacto con la tierra, armonizar los ritmos y la calidad de la dieta y el ejercicio, las prácticas de relajación y meditación, llenar la vida de sentido y cargar el generador cuántico del corazón a través del cultivo de emociones constructivas como la compasión, son todas ellas medidas que pueden contribuir a conservar e incrementar nuestros niveles de energía, lo que es crucial para prevenir la enfermedad y promover la salud.

Imaginemos simplemente que podemos activar nuestro potencial energético y que éste es el potencial de cada célula del cuerpo multiplicado por el número de células que tenemos. Si éstas constituyen alrededor de 50 trillones, podemos afirmar que tenemos un potencial inimaginable.

La electromedicina, que como otras medicinas energéticas fueron perseguidas y sometidas a la hoguera de la inquisición social por los académicos de la primera mitad del siglo XX, es hoy nuevamente una ciencia emergente cuyos promisorios resultados clínicos constituye una de las grandes promesas de la medicina integrativa.

Fuente: Dr. Jorge Carvajal. Creador de Sintergética y Manos para sanar

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