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Homeopatía

Homeopatía: pequeñas dosis, grandes resultados  
 

“Lo similar cura lo similar” es el postulado base de la homeopatía. Pero eso no es todo, para el médico homeópata la clave de su diagnóstico es conocer la diversidad de personalidades, sabe que la historia de cada paciente es determinante y que existen diversas formas de asumir la enfermedad.

Fuente: www.revistavida.cl

“El método fundamental de las terapias complementarias y de la homeopatía es individualizar a la persona y comprender, desde el punto de vista médico, su propia historia. Cuando tienes a un enfermo al frente empiezas a conversar, e inevitablemente, vas hacia atrás, investigas y siempre hay un hecho categórico que inició su afección o es el comienzo de su etapa destructiva”, comenta la doctora Oresta Estévez vestida con un delantal blanco detrás de su escritorio, desde donde no se le escapa detalle alguno de la vida del paciente, de su entorno, de sus síntomas, e incluso de sus penas, disgustos y aprehensiones que siempre son determinantes en el diagnóstico final. 

Oresta Estévez se tituló de medico cirujano y, durante muchos años, se dedicó al trabajo hospitalario y a labores administrativas. Luego, las vueltas de la vida la llevaron a la clínica Ellen White, en Viña del Mar, donde se deslumbró con la homeopatía, a pesar que antes de sus estudios universitarios ya tenía algunas nociones de medicina alternativa. Comenzó a estudiar esta disciplina e hizo cursos en Cuba, en Estados Unidos y en Chile, además de un postgrado en nutrición.

Sin pensarlo dos veces se retiró de las labores de hospital y, actualmente, trabaja en el área privada con tres pilares fundamentales que marcan la pauta de su quehacer hace más de 15 años: homeopatía, fitoterapia y nutrición.

Asegura que fue una dura decisión practicar una medicina que no era ni es muy bien vista por los médicos alópatas. “Sin embargo, el tiempo nos ha dado la razón y ha despertado un gran interés en muchos profesionales del área de la salud que están dedicados a este tema. Por otra parte, el valor de una formación médica es muy importante, ya que te da las bases orgánicas para entender la enfermedad y el criterio necesario para decirle a la persona que no bote sus medicamentos alopáticos, porque lo pones en riesgo de vida”.

Y ese conocimiento ha dado sus frutos. Hace unos tres años la doctora Estévez hizo un recuento de sus fichas y llegó a una no despreciable cifra de cinco mil personas y afirma que hay pacientes que la siguen hace 10 a 12 años.

“Eso no quiere decir que estén enfermos durante todo el tiempo, sino que por ejemplo, vienen en marzo a prepararse para el invierno; o llega otro, y me dice que va a la India y que lo ayude a hacer un botiquín de acuerdo a sus necesidades. Finalmente, te transformas en un médico de cabecera, le despiertas el instinto y le das la confianza de cómo cuidar su organismo”, cuenta.

Diagnóstico homeopático
Sin duda, el diagnóstico de un médico homeópata será efectuado después de un buen tiempo de escuchar al paciente y de analizar sus síntomas y problemas. Hay que saber, además, que el principio básico de la homeopatía es “lo similar cura lo similar” -es decir, una enfermedad debería ser tratada con una sustancia capaz de producir síntomas similares a los que se padecen, principio que se remonta a los tiempos del griego Hipócrates, que vivió en el siglo V antes de Cristo.

Este antiguo médico creía que la observación de los síntomas específicos de un individuo y la reacción emocional ante la enfermedad debían ser tomadas en cuenta antes de realizar un diagnóstico.

La doctora Oresta Estévez cree profundamente en esta milenaria propuesta y, por ello, a pesar de su encanto por el trabajo hospitalario, dice que no podría sobrellevar otra vez el mismo juego de diez minutos por paciente. “No me cabe la idea en la cabeza de no individualizar a la persona porque el valor está ahí y lo que busca la gente es ser escuchada. No podría explicar mi metodología porque eso depende de cada individuo, cómo uno lo enfrenta y de acuerdo a lo que trae. La atención es más personalizada y esa es la parte más entretenida”.

Eso fue lo que planteó el fundador de la homeopatía, Samuel Christian Hahnemann, en el siglo XVIII, quien descubrió que las respuestas de las personas variaban constantemente según diversos factores, lo que conformaba un “cuadro de medicamentos”. Por eso, la evaluación homeopática tiene en cuenta el carácter de la persona, sus niveles de tensión, el estilo de vida, el nivel de ejercicio, la dieta, las preferencias alimentarias, la historia médica familiar y los efectos de los factores generales, como el clima, lo que proporciona un cuadro único de síntomas.

Pero el médico debe ir por parte, ya que generalmente la primera etapa es recibir a la persona con una problemática específica a tratar. Cuando el paciente mejora la afección puntual, se realiza su biografía y se busca el remedio homeopático constitucional que equilibrará su organismo y ayudará a evitar las agresiones externas.

Ya a fines del siglo XVIII, varios descubrimientos afirmaban que las personas con una estructura física y una personalidad similar tenían tendencias a padecer la misma clase de enfermedad. Ello, formuló la teoría que postulaba que los remedios debían recetarse de acuerdo con la estructura emocional y el aspecto del individuo, así como con sus síntomas físicos. De esta forma, se agrupó a las personas según los tipos constitucionales, lo que se conoce hoy como Homeopatía Clásica.

Además, el proceso de curación y bienestar se relaciona con lo que se llamó la fuerza vital o capacidad de curación. Hahnemann supuso la existencia de algún tipo de energía sutil dentro del organismo que respondía a las pequeñas provocaciones de los remedios homeopáticos y le permitía curarse solo. Denominó a esta energía la fuerza vital que sería la responsable del buen funcionamiento del cuerpo y de la coordinación de sus defensas contra la enfermedad.

Si esta fuerza es perturbada por la tensión, una dieta pobre, falta de ejercicio, problemas hereditarios o cambios ambientales, sobreviene la enfermedad, que sería la manifestación externa del intento de la fuerza vital por corregir el desequilibrio.

Sin embargo, la capacidad de actuar de esta fuerza irá variando en cada fase de la vida. Los niños están en una etapa primaria en la cual se enferman y se curan muy rápido, pues su capacidad de curación está prácticamente intacta. El adolescente y el adulto, en general, no deberían enfermarse con frecuencia, ya que en estos individuos la fuerza vital actúa un poco más lento pero también es a corto plazo. En la tercera edad, la curación dependerá de cuánto tiempo se demora cada persona en despertar esta energía.

Tiempo de curación
La doctora Estévez comenta que es el médico quien debe ayudar a razonar al paciente frente a su propio proceso de curación. “Siempre se ha tenido la idea que el individuo no puede hacer nada por su bienestar y eso no es verdad, ya que el enfermo tiene un rol activo”.

Los medicamentos homeopáticos y cualquier medicina complementaria dan vigor a la fuerza vital, impulsada por el propio paciente, para liberar al organismo de la enfermedad. Este camino es pausado y necesita tiempo, porque las metas son totalmente distintas a la medicina occidental. En estas disciplinas el objetivo es la eliminación de la causa de la enfermedad y no el alivio momentáneo proporcionado por un remedio asintomático.

“Cuando una persona me pregunta cuánto demorará en recuperarse, le respondo que su organismo se tomará un mes por año de enfermedad para lograr la salud, aunque siempre los plazos son menores. Para asimilar un proceso de curación, sólo basta con observar y percibir el tiempo que requiere la naturaleza para regenerarse, cuando presenta algún daño. El ser humano es parte de ella y también necesita un tiempo similar para lograr el equilibrio”, asevera la doctora.

Los remedios homeopáticos
Estos medicamentos se elaboran a partir de extractos vegetales, animales y minerales y se diluyen en diversos grados para evitar efectos secundarios. Paradójicamente, cuanto más diluidos están los remedios, más profunda y eficaz es su acción.

El proceso de elaboración es muy preciso. La materia prima se disuelve en una mezcla de agua y alcohol y se deja reposar de dos a cuatro días, agitándose de vez en cuando y luego se filtra con una prensa. Ese líquido se conoce como tintura madre.

Para producir diferentes potencias de remedios, la tintura madre se diluye en una mezcla de alcohol y agua, según una de dos escalas: la decimal (x) y la centesimal (c). Entre una y otra etapa de la dilución, la mezcla se agita enérgicamente. El número de un remedio homeopático muestra cuántas veces ha sido diluido y agitado.

Una vez que un remedio homeopático ha sido diluido más allá de una potencia de C12, es muy poco probable que conserve alguna molécula de la sustancia original. Esta es la razón principal de por qué la homeopatía ha sido vista con tanto escepticismo por muchos científicos. Hasta ahora no se ha propuesto ninguna teoría que explique de forma convincente cómo funcionan en el organismo los remedios potenciados.

En el mercado existen dos tipos de remedios:

Los medicamentos homeopáticos simples, los cuales expresan el nombre de la sustancia en latín y la potencia en que se encuentran (habitualmente son D6, D12, D30, C30 y C200). Las potencias ideales para afecciones comunes son la D6, D12 o D30, mientras que es mejor que las más altas sean manejadas por un profesional.

Las formulaciones complejas, por su parte, son combinaciones de medicamentos homeopáticos en una misma forma farmacéutica (glóbulos, gotas, comprimidos), que están orientadas a patologías específicas como tos, gripe, diarreas, entre otros. Estas formulaciones son de fácil manejo y carecen de efectos secundarios. Se identifican en las farmacias por su principal componente acompañada de la palabra “compuesta”. En otras ocasiones también se utilizan nombres de fantasía

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