El desafío de las parejas modernas para que el sexo doméstico funcione radica en conciliar lo seguro y predecible con las situaciones excitantes, misteriosas y sorprendentes, sin disonancia entre compromiso y emoción, responsabilidad y juego, un símil al del ancla y las olas.
La psicoterapeuta belga Esther Perel, autora del libro “Inteligencia erótica”, nos da las claves para mantener la pasión en la pareja, con sus veinte años de experiencia en terapias por diferentes países, ya que creció en Bélgica, estudió en Israel y terminó su formación en Usa, bebiendo treinta años de culturas muy diferentes.
Sexualidad e intimidad emocional, muy distintas
Para Perel, “la emoción viene de la mano de la incertidumbre, del entusiasmo por abrazar lo desconocido”, hechos, que en principio, están reñidos con el sexo doméstico, “porque sexualidad e intimidad emocional son dos idiomas distintos”.
“Como un camisón de franela”, definió una de las pacientes de Perel a su marido, tras calificarle también de “muy considerado y muy tierno”. “Amor cómodo”, lo calificó Perel, tras destacar que la pareja carecía de sensualidad y, mucha más, de deseo sexual.
Y es que los elementos de protección y cuidado que alimentan la vida hogareña pueden ir en contra del espíritu rebelde del amor carnal ya que, al intentar crear una sensación de cercanía en nuestra relación y un puente de unión rompemos, paradójicamente, el erotismo.
El secreto: crear cierta distancia en la pareja
“La inteligencia erótica consiste en crear cierta distancia entre la pareja para luego hacer cobrar vida en cada espacio, en crear la distancia esencial para el deseo, en tener un espacio (físico, emocional e intelectual) que sólo me pertenece a mí, porque no todo hay que mostrarse”, asegura Perel.
El psicólogo francés Jacques Salomé habla de la necesidad de desarrollar una intimidad personal con uno mismo como contrapeso de tu pareja. En nuestra intimidad mutua hacemos el amor, tenemos hijos y compartimos espacio físico e intereses, de hecho, mezclamos las partes fundamentales de nuestras vidas.
Pero ¡ojo!, “fundamental” no significa mezclar todas las partes, porque la intimidad personal delimita una zona privada que requiere tolerancia y respeto y no todo tiene que mostrarse. Para esta terapeuta, “todas las parejas deberían cultivar un jardín secreto”.
La autora constata en su libro la paradoja de que en los actuales tiempos de revolución sexual, liberación femenina y normalización de tabúes, las parejas tengan menos relaciones que antes, “ya que, muy a menudo, las parejas se instalan en la comodidad que brinda el amor sin tabúes, dejan de avivar la llama del deseo y se olvidan de que el fuego necesita aire”, asevera Esther Perel.
Del amor al deseo
Para definir bien los conceptos, la terapeuta subraya que mientras el amor disfruta sabiéndolo todo del otro, el deseo necesita algo de misterio, que si la intimidad crece a través de la repetición y la familiaridad, el erotismo se adormece con los mismos hechos, mientras que el misterio, lo original y lo inesperado le da alas.
“No es necesario el amor para tener sexo, pero el sexo es necesario para el amor”, subraya Peres a las parejas que acuden a su consulta con cariño, pero sin deseo, y apunta que el riesgo del matrimonio pasa porque, al intentar controlar la pasión, acabas con ella.
¿Y dónde radica el punto medio? Anthony Robbins, un experto en motivación, lo expone claramente al remachar que “la pasión en una relación es proporcional a la cantidad de incertidumbre que se puede tolerar”.
Fuente: http://www.demujer.es/inteligencia-erotica/