Austeridad.
10 puntos sobre como educar a la familia en la virtud y los valores humanos de la Austeridad.
Uno de los ejemplos más claros que denotan la falta de austeridad se da en la familia. Desde que nacen los hijos nos hemos esforzado en mimarlos en exceso, partiendo del principio de que han de tener lo que nosotros no pudimos alcanzar. Nos volcamos en facilitarles todo cuanto se les antoja. De esta forma consiguen ropa de marca según la moda, juegos electrónicos, TV personal, ordenador, moto, coche, etc. Han acostumbrado a los hijos a vivir sin carecer de nada y a conseguirlo sin esfuerzo. Los jóvenes así educados no cambiarán nunca y no sabrán hacer frente a sus obligaciones familiares actuales ni futuras. Se ha llegado a conformar una sociedad insolidaria por su falta de virtudes, valores y por individualista.
Fuente : http://blog.micumbre.com/
La austeridad no tiene que ver nada con la tacañería, la roñosería, ni la cicatería. Y sí tiene mucho que ver con la generosidad y el desprendimiento. Siempre está rodeada de cierta elegancia que la hace atractiva.
La austeridad es compatible plenamente con la elegancia, los buenos gustos, la buena educación, la generosidad, el ahorro, el dominio de la responsabilidad, el dominio de la voluntad, la frugalidad, etc.
La austeridad es la antitesis de la gula, el desenfreno, la inmoderación, el despilfarro, los antojos, los caprichos, la vanidad, la codicia, la ostentación, etc.
Austeridad en la comida. En casa o en los restaurantes. Qué espectáculo tan triste ver a las personas pidiendo comida que saben perfectamente que solamente van a comer una pequeña parte de cada plato y algunos de ellos ni los van a probar. Es mucho peor cuando la comida se realiza en familia, pues se transmite a los hijos la costumbre de no tener en cuenta la virtud de la austeridad. Este despilfarro de dinero y de comida es un mal ejemplo que los padres dan a los hijos cuando no ponen normas sobre la cantidad, calidad y precio que los hijos pueden consumir.
Hablar de la comida en la mesa es una ordinariez cuando hay tantas cosas para enaltecer ese acto.
El día que te levantes de la mesa sin haber hecho una mortificación, habrás comido como un pagano. Solamente el hombre come sin hambre y bebe sin sed. Lo contrario de la gula es la templanza. La gula es el vicio que hace de vanguardia de la impureza
Los padres tienen que educar para consumir con responsabilidad
Austeridad en las compras. De lo necesario y de lo superfluo. Muchas personas ponen demasiado énfasis en las marcas, en la moda y en el aparentar. Eso lo saben bien los fabricantes que encargan a sus publicistas que apelen a los sentimientos de los clientes para inducirles a comprar más, incluso de productos innecesarios o superfluos.
La austeridad contra la publicidad, el mercado y el consumo A este consumismo empuja la publicidad que de mil maneras atrapa a la persona y a la familia, cautivas e indefensas frente a las presentaciones y cantos de sirena de los beneficios que prometen. Así como desde hace un tiempo se imparten lecciones de “defensa personal”, habría que organizar la enseñanza del arte de “defenderse de la publicidad”.
La austeridad nos pide que agotemos la vida útil de las cosas que usamos antes de pensar en sustituirlas. Cambiar el teléfono sólo porque ha salido un modelo nuevo mas bonito, aunque tenga funciones que no necesitaremos, no tiene sentido. Nos pide también no tener cosas repetidas, si podíamos valernos con una sola. Siempre encontraremos disculpas para encontrar ventajas a tener dos productos casi iguales, pero la realidad es que casi nunca podremos utilizar los dos a la vez.
La austeridad es la antitesis de la cultura del “usar y tirar”. Tenemos que huir de comprar cosas que se fabrican para que duren poco tiempo. Las cosas que se estropean no se arreglan, sino que simplemente se cambian por otras nuevas, en gran parte porque nos resulta más barato comprar un artículo nuevo que reparar el antiguo, ya que cada vez cuesta más encontrar talleres de reparación. Pero siempre que sea posible, es mejor reparar.
Austeridad no significa siempre comprar al menor precio, ni las cosas peores. Muchas veces lo barato sale caro, porque es de mala calidad y se estropea antes. También la austeridad es comprar lo bueno antes que lo barato. La persona austera cuida las cosas propias y ajenas que usa, para que duren más.
Austeridad en el endeudamiento. Cuesta demasiado caro endeudarse. Las familias tienen que darse cuenta que comprar sin austeridad supone, la mayoría de las veces, endeudarse con unas cuotas de intereses del 20% anual y si se le añaden otros costos financieros pueden llegar al 35% anual.
Austeridad en la imagen proyectada, propia o familiar. Muchos quieren aparentar, ser o tener más que los demás, para epatarles, por eso no dudan en gastar incluso lo que no pueden. El antiguo dicho de “que según te vean, así te tratan” no hay que aplicarlo solamente en el de la vestimenta. Hay otros conceptos en cada una de las personas, en los que verdaderamente la sociedad se fija y valora.
Austeridad en los gastos ostentosos. Excesivamente utilizados en las celebraciones familiares, religiosas, civiles o amistosas, para intentar demostrar una abundancia económica que no siempre es real, por lo que las familias pueden quedar endeudadas durante mucho tiempo para pagar las deudas, y teniendo que sustituir en el futuro las compras necesarias por el pago de la deuda.
Austeridad al comprar cosas innecesarias. Los padres tienen que dar un primer paso para desembarazarse de este impuesto y asumido estilo de vida de Occidente, en el que al consumo compulsivo se le llama “nivel de vida” y a la posibilidad de conseguirlo se le llama “bienestar”. Trate de anotar y analizar continuamente los gastos mensuales, individuales y familiares. Posiblemente llegue a la conclusión de que puede vivir con más austeridad. Cada persona y cada familia debe decidir libremente el grado de austeridad, severidad y rigidez en la forma de obrar o vivir, incluso para que sirva de ejemplo a otras personas o grupos sociales.
Austeridad al comprar cosas que no son de estricta necesidad. Los padres deben moderar el consumo y uso de artículos y aficiones que no son necesarias para vivir. Resistir al consumismo significa vivir un estilo y sentido de la vida diferente. Hay que estar bien enraizados en los valores de la sencillez. No se debe ser austero únicamente por mortificación, se aspira a ganar tiempo que utilizará en beneficio de su persona que es materia y espíritu. La austeridad les hará solidarias con personas y sociedades menos desarrolladas. así podrá compartir con justicia, pues tiene que tener una lucidez esperanzada para discernir entre lo que se necesita verdaderamente y lo qué se puede prescindir.
Austeridad y modestia. El verdadero sentido de la austeridad sólo se conoce cuando se enlaza con la modestia. La modestia es rehusar lo innecesario, desde el momento en que lo innecesario nada significa. Los padres deben ser modestos por naturaleza, no por renuncia, sino por predisposición, por ideales, o por que han educado esta virtud.
Hay una opción en la forma de ser de las personas, que es la modestia. Y hay también una opción en el uso de las cosas materiales, que es la austeridad. Vivir con lo que uno necesita para vivir y nada más, es una buena norma de vida y no tiene nada que ver con la pobreza, ni con la suciedad, ni con la dejadez. Uno puede tener pocas cosas de poco valor, pero limpias y en la medida de lo posible, en buen estado. Pero seguro que vivimos rodeados de cosas que no necesitamos. Son necesidades que nos hemos ido creando.
Del mismo modo que hay drogadictos, o “alcohol-adictos”, o “tele-adictos”, hay también “compra-adictos”: personas que tienen un deseo irreprimible por comprar cosas. Son los que tienen el trastorno obsesivo compulsivo de la compra innecesaria. Sin llegar a esos extremos, todos estamos de acuerdo en que no siempre que se sale a la calle hay que comprar lo primero que encontramos.
La austeridad y la religión. La austeridad de vida es una exigencia ética y una virtud cristiana. Como exigencia ética obliga preferentemente a quienes están al frente de la cosa pública en sus diversos niveles y a los que en el ámbito privado están situados en posiciones privilegiadas, como los padres maestros y otras personas influyentes en la sociedad. Es cierto que hablar de austeridad a determinados colectivos es muy difícil, pues casi ya no pueden ejercerla, al estar en los mínimos niveles de subsistencia. Es muy difícil hablar de religión cuando los oyentes tienen los estómagos vacíos.
Las grandes tradiciones morales de la humanidad corren el riesgo de desaparecer asfixiadas por nuestra nada, nuestro vacío. Tenemos que hacer de la necesidad una virtud, a través de la austeridad.
Algunos dicen que los ricos son siempre los otros, pues la tendencia más común para el compromiso es medirse con aquellos que tienen más que nosotros. Nunca nos medimos con los que tienen menos, así siempre saldremos engañándonos para evitar las responsabilidad individual o colectiva.
Austeridad en las relaciones económicas con los hijos. Es en este punto cuando se suele abandonar la obligación de la responsabilidad familiar de la educación en las virtudes y valores humanos, pues en vez de responder con entereza a las normas de una buena educación, algunos padres prefieren apostar por la satisfacción inmediata de quitarse los problemas de encima mediante el olvido de las virtud de la austeridad. Por eso llegan los excesivos regalos y premios injustificados a los hijos para no tener que luchar contra las peticiones de los hijos.
A las dificultades que suelen plantearse en la educación normal, se añaden otras muy serias cuando hay un divorcio y cada uno de los padres compite por gratificar más a los hijos cuanto se le antoje, durante el tiempo que la ley asigne a cada uno la convivencia, para comprar la voluntad de los hijos hacia el padre o la madre que les consiente y educa sin ningún tipo de austeridad. De esta forma continúa la cadena de desaciertos habidos en el matrimonio.
Hay un dicho muy antiguo que las relaciones de los padres con los hijos e hijos políticos debieran estar presididas por la costumbre de tener la “boca abierta y la cartera cerrada”. Normalmente los hijos e hijos políticos sueles decir que debiera ser “la boca cerrada y la bolsa abierta”, pero esta ultima situación alteraría el concepto de austeridad que debemos tener en todas las relaciones familiares.
Los padres tienen que enseñar a los hijos sobre los inconvenientes del consumo excesivo, sobre la tiranía de las marcas y a consumir de manera responsable. Enseñarles lo importante que es pensar antes de gastar, para saber si las cosas son necesarias y así adquirir y mantener hábitos de consumo responsables.
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Desarrollo evolutivo