La adolescencia constituye una etapa de la vida en la que muchos jóvenes comienzan a coquetear con el alcohol o las drogas. Por curiosidad, por el morbo de lo prohibido, o por la falta de conciencia de riesgo que hay en esta edad. Sea por el motivo que sea, parece ser que no hay el secreto de oro que asegure que nuestros hijos no caigan en la trampa. Aunque sí consejos y un cierto sentido común que a veces pueden ayudar.
Una nueva investigación llevada a cabo por investigadores de la Universidad de Iowa, en Estados Unidos, ha mostrado que los progenitores podrían tener una fuerte influencia en la reducción del riesgo de que los más jóvenes caigan en adicciones. Esta influencia se basaría en tratar de mantener una relación sana y abierta con los hijos e hijas.
No hay que ser un súper padre/madre
En su trabajo, los científicos afirman que los adolescentes son más propensos a beber o consumir drogas si pasan gran parte de su tiempo con amigos que ya consumen o cuando activamente buscan compañeros que les faciliten la sustancia a consumir. Paralelamente, los padres y madres que son conocedores de lo que está pasando con sus hijos y amigos pueden minimizar el impacto de ambos tipos de consumo. Los investigadores han publicado los resultados en la revista Drug and Alcohol Dependence.
Para los expertos, no hay siquiera que ser un súper padre o madre para poder reducir el riesgo de que los hijos caigan en adicciones. Para lograrlo bastaría que los progenitores se encontraran en el percentil 71 según su tabla de clasificación a la hora de educar a los hijos.
Para el trabajo, los investigadores observaron las interacciones entre padres, madres y 675 hijos latinos con objeto de medir el nivel y los efectos de la supervisión paterna y materna. Se centraron específicamente en familias latinas para entender mejor si las diferencias culturales pueden influenciar las conductas parentales y los resultados. Además, los latinos en Estados Unidos están en mayor riesgo de consumir drogas y alcohol a una edad temprana, así como de consumo prolongado en el tiempo.
Bases sólidas
El equipo de investigación observó a los jóvenes primero quinto grado y otra vez cuando se encontraban en séptimo grado, puesto que éste es el rango que se ha constatado como punto de partida en el inicio del consumo de alcohol, tabaco y drogas. Es también un momento en que los padres pueden sentirse consternados y desagradablemente sorprendidos por los cambios en el comportamiento de sus hijos, si estos no tienen una base sólida establecida.
Los investigadores observaron a madres y padres por separado, ya que interactúan de forma diferente con sus hijos. También controlaron el temperamento del niño y las creencias culturales. Todo ello indica que en el potencial comportamiento adictivo hay mucho más en juego que la genética, y que los progenitores puede influir mucho en ello.
Según los científicos, cuando durante la niñez media y tardía los progenitores no han logrado construir una relación sólida con los hijos, abierta, con mucha comunicación, respeto y comprensión, toda esta base desaparece cuando llega la adolescencia.
Fuente: www.medciencia.com