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La Luz y el Color

En la vía óptica (la última en desarrollarse de los órganos de los sentidos) los seres humanos contamos con receptores que nos permiten codificar la luz en corrientes eléctricas expresadas por el color. Tenemos cerca de seis millones de conos que son fotorreceptores sensibles al color y unos 120 millones de bastones que nos permiten adaptarnos a condiciones de oscuridad. Esto quizás como indicio de las sombras que aún nos dominan en nuestro proceso del desarrollo de la conciencia, y por eso requerimos de un número mucho más abultado de estas últimas para ayudarnos a despejar el sendero de nuestro reencuentro con la humanidad que llevamos dentro.

CUANDO MIRAMOS CON OJOS DE ASOMBRO Y EXCITACIÓN, PODEMOS INCLUSO MODIFICAR LA EXPRESIÓN DE NUESTROS GENES

Las mejores cámaras fotográficas disponibles en el mercado tienen una resolución de cerca de 50 megapíxeles, mientras que el ojo humano está dotado de unos 760 megapíxeles, que nos invitan a disfrutar de los contrastes, el brillo, la luminosidad, los tonos y la armonía de lo que nos brinda la vida.


La luz es fundamental para excitar las moléculas y modificar los niveles de energía. Roger Penrose y Stuart Hameroff han demostrado la presencia de canalículos en nuestras células, a través de los cuales la luz es transmitida y casi podríamos decir que, de acuerdo a ello, es el comportamiento de nuestros órganos, tejidos y sistemas. Por eso decimos ser seres de luz, y cuando recuperamos el colorido de la vida, cuando miramos con ojos de asombro y excitación, podemos incluso modificar la expresión de nuestros genes. De ahí que una mirada basta para impresionar o generar respuestas en el otro, o incluso una emoción puede cambiar la emisión de patrones de información a nivel del biocampo (el campo electromagnético que emitimos los seres vivos) y, por lo mismo, los claroscuros de la vida pueden hacer que nuestra fisiología se modifique continuamente.

Las células vivas emiten una corriente fotónica constante que nos permite recordar que somos seres dinámicos y en continuo movimiento.

Si se genera una radiación coherente, unos cuantos fotones bastan para producir efectos cuánticos, lo cual se traducirá en un sistema de comunicaciones maravilloso. Todas las células dialogan entre sí, a través de patrones ondulatorios específicos, entre los 400 y 800 nm, que les permiten generar resonancias que crean algo así como un canal o una zona de “quietud” y si hay una mínima perturbación se expresa una señal entre ellas, tal como lo describiera Fritz Albert Popp. Esto hace que las células utilicen esta forma de contacto para poder crear fuerzas de atracción que permitan, de hecho, la formación de órganos. Estos pocos fotones descritos pueden producir cerca de mil reacciones químicas por segundo en cada célula.

NUESTRA SALUD ESTÁ DEFINIDA POR LA COHERENCIA DE LA LUZ INTERIOR EN NUESTRO CUERPO

Los biofotones, en última instancia, son luz celular organizada que explicaría la velocidad de comunicación entre ellas. Los campos electromagnéticos que se desprenden de esto contribuyen al orden del sistema conservando el buen funcionamiento, gracias a que el ADN absorbe la luz solar, la convierte en luz láser sintonizada y modulada adecuadamente para producir campos electromagnéticos portadores de información.


Dicho de manera simple, nuestra salud está definida por la coherencia de la luz interior en nuestro cuerpo, que también podría traducirse como que el pensar, sentir y actuar vayan en la misma dirección.

Existe el llamado código RGB (rojo, verde y azul) desde la visión del color y la luz. Al ser mezclados estos colores, que llamamos primarios por adición, da como resultado la aparición del blanco que es el que refleja la luz y que constituye la perfecta salud en esta octava de información. En cambio, la mezcla de los colores primarios por sustracción, desde la visión más densa de los pigmentos, en el llamado código CMY (cian, magenta y amarillo) da como resultado la expresión del negro que absorbe el color y es ausencia de luz. Una vez más podría decirse que en la medida en que trascendemos desde la materia a la energía y la información, nos acercamos a la luz de la conciencia, la misma que es necesaria para ser verdaderamente partícipes del desarrollo de nuestra salud, como si se nos dijera que es momento de ir ligeros de equipaje, dejando atrás lo denso, para poder elevar el vuelo en señal de libertad.

Cuanto más sutil es la materia de nuestro cuerpo, más brillante puede resultar la luz interior. Esto es más que simple retórica: si se realizan técnicas de meditación de manera constante y disciplinada, las partículas de magnetita presentes en la glándula epifisiaria o pineal, crean un campo suficiente para encender una especie de “faro interior” que permite que se secrete melatonina, responsable de los ciclos de luz y oscuridad (o, dicho de otra manera, de los ritmos y las pausas); serotonina, llamada por algunos la molécula de la felicidad; dopamina, la del amor y la pasión y, además, oxitocina, también conocida como vinculina, precisamente porque genera la posibilidad de comprender la importancia de la interdependencia.

EN LA MEDIDA EN QUE TRANSCENDEMOS DESDE LA MATERIA A LA ENERGÍA Y LA INFORMACIÓN, NOS ACERCAMOS A LA LUZ DE LA CONCIENCIA


Cuando el color se reduce a sus frecuencias vibratorias más bajas, da origen a la manifestación del sonido como transición a la creación de la forma y la materia, como lo son los cristales de nuestro cuerpo. Probablemente si estuviéramos sometidos a la luz o a la oscuridad total, la vida no sería compatible. De ahí que el color sea una poderosa herramienta. Johann Wolfgang von Goethe terapéutica, pues representa el equilibrio entre ambos extremos, tal como lo plantea Rudolph Steiner.

LA LUZ, EN INFLUENCIA RECÍPROCA CON LA OSCURIDAD, CREA EL COLOR», JOHANN WOLFGANG VON GOETHE

Cuando el color se reduce a sus frecuencias vibratorias más bajas, da origen a la manifestación del sonido como transición a la creación de la forma y la materia, como lo son los cristales de nuestro cuerpo. Probablemente si estuviéramos sometidos a la luz o a la oscuridad total, la vida no sería compatible. De ahí que el color sea una poderosa herramienta. Johann Wolfgang von Goethe terapéutica, pues representa el equil

Las características de la vida no dependen solo de procesos metabólicos, que representan intercambios de materia y energía, sino también de reciprocidades y transferencias de información. El color aparece siempre en los límites de lo visible y lo invisible. Es bien interesante saber que se requiere la presencia de la luz para poder apreciar toda la gama de colores. Pero esa luz es mucho más que una onda electromagnética portada en el vacío.

Refleja muy certeramente la claridad, la transparencia y los destellos de fotones, lo cual interviene en nuestro cuerpo físico, pero además en otras esferas más sutiles que modifican hasta nuestras actitudes, que se convierten en el mejor pincel para pintar el lienzo en blanco que es la vida.

Fuente: www.sintergetica.org
Por: Alejandro Posada Beuth

 

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