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Abr 24, 2010
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La Medicina Natural

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Un arte y ciencia que buscan equilibrar los procesos del cuerpo a través de la estimulación de la energía interna

La medicina natural: Una escuela antigua al servicio de la vida moderna 
La ciencia y el arte de esta medicina buscan reequilibrar los procesos del cuerpo, de la mente y del espíritu, a través de la estimulación de la energía interna o Physis. Ello, utilizando los agentes vitales de la naturaleza como la alimentación, las plantas medicinales, el agua, el sol, el aire, la tierra, el ejercicio físico y la cura mental.

Fuente: www.revistavida.cl

La medicina natural se define como el arte y la ciencia de estimular la fuerza curativa natural, para restablecer la salud, utilizando los agentes vitales de la naturaleza. Se basa principalmente en siete pilares fundamentales: la fuerza vital (Physis o Natura-Medicatrix), la teoría humoral, la organización del ambiente físico-químico como soporte de la vida, las leyes naturales, las leyes de los estímulos, la ley de la curación y la ley del amor.

A continuación esbozaremos algunas consideraciones generales sobre la fuerza vital y sobre los elementos naturales, indispensables para la buena práctica en esta escuela médica.

Lo primero que señalaremos es que la medicina natural es una escuela vitalista y humoralista, que está centrada en el concepto hipocrático de la “Physis” y del principio de que “La naturaleza es la que cura”. Los griegos del siglo V a.C. manejaban con familiaridad la idea de esta fuerza vital que trabaja por el todo y por las partes y que es, a la vez, una y múltiple. De esta forma, médicos hipocráticos se dieron cuenta que tanto la mantención, como la recuperación de la salud, dependen del trabajo de esta fuerza interna, que tiende hacia la armonía o equilibrio del cuerpo, de la mente y del espíritu, como planos integrativos e indivisibles de la realidad del ser.

Para alcanzar este equilibrio es indispensable llevar un estilo de vida en armonía con las fuerzas ambientales, de donde provienen los principales estímulos que activan las funciones vitales. De esta forma, el ser humano sólo se mantiene sano en la medida que se integra constantemente a su medio ambiente natural.

Materia y energía oscura
Retomando la idea de la fuerza vital, que activa y armoniza las estructuras de la materia viva, en estos últimos años del siglo XXI, la ciencia ha realizado sorprendentes descubrimientos sobre la realidad.

A partir de 2001, notables descubrimientos realizados en cosmología y astronomía, empiezan a perfilar una nueva cosmovisión, que está removiendo, desde sus cimientos, las teorías construidas, hasta ahora, para comprender el mundo físico, la vida en general y la vida humana en particular.

La instalación del telescopio espacial Hubble, conectado a un sofisticado sistema de radiotelescopios terrestres, como los de la meseta de Chajnantor, a más de 5.000 metros de altura, cerca de San Pedro de Atacama, en el norte de Chile, ha permitido realizar un sorprendente descubrimiento anunciado a mediados de 2002 por la National Science Foundation de Estados Unidos. Se trata de la “energía oscura”, que expande el Universo.

A. Readhead, radiostrónomo a cargo del proyecto C.B.I. (Generador de imágenes del fondo del Universo), que se inició en Chile en 1999, explica así este hallazgo: “Hay algo más que átomos y neutrones. Más allá de la materia conocida, aparece una energía desconocida, que revoluciona la física. Esta ‘energía oscura’ constituye el 75% del Universo, un 20% está compuesto por ‘materia oscura’ y sólo un 5% del Universo está conformado por materia, tal como la conocemos, a base de protones y neutrones.

Ni la energía oscura, ni la materia oscura, tienen que ver con planetas o estrellas, que están hechos de la misma materia que conocemos. Es una forma de materia que nunca se ha logrado detectar, pero cuya existencia se ha predicho a partir de complejas mediciones de sus fluctuaciones. La fuerza de gravedad de la materia oscura es la que permitió el surgimiento de las galaxias.

Ahora, la energía oscura es un misterio mayor que la materia oscura pues es aún más singular porque no es una propiedad de la materia, sino que del espacio mismo, del vacío, que expande toda la materia y, de alguna manera que no comprendemos, se acumula en el vacío.
Esta energía oscura produce una acelerada expansión del Universo. Basados en la concepción original del Big-Bang, como origen del Universo, podríamos esperar que la expansión fuera disminuyendo, porque la gravedad la contiene. Pero este nuevo hallazgo demuestra que el Universo tiene un componente más fuerte, que está haciendo que las cosas se expandan cada vez más rápidamente y por siempre.

La energía oscura tiene una acción antigravitacional que es dominante, evita el colapso cósmico y contribuye a su expansión permanente”.

Según esta nueva cosmovisión, el universo no tiene ni principio ni fin. Según los nuevos hallazgos, el Big-Bang sólo representa un punto de inflexión, en un camino infinito. Del mismo modo, el tiempo, no tiene un inicio, ni tendrá un fin. Sólo ocurren cambios de fases o etapas evolutivas en las galaxias, en un proceso de expansión que es eterno.

Desde una perspectiva teológica, esta nueva concepción del Universo enlaza la visión de la ciencia, con la cosmovisión religiosa de los orígenes. Dios, como ser eterno e infinito, cuya misteriosa naturaleza podría incluir esta “energía oscura” que conmociona a los físicos, vuelve a ocupar su lugar de Creador, en un Universo eterno, del cual el positivismo materialista había pretendido desplazarlo por completo.

Por eso, hoy nos descubrimos humildes y retomamos, en la medicina natural, las enseñanzas de una civilización en la cual la idea de Dios, como esencia de nuestra propia realidad, que crea y armoniza nuestra vida, estuvo siempre presente y fue determinante en todo el proceso de la curación.

La idea misma de la creación, como un proceso ordenador, que genera mundos en equilibrio y armonía, en medio de un Universo que se expande en forma cada vez más acelerada y caótica (entropía), tiene su correlato en la medicina natural, según la cual, la salud es el estado normal del hombre y la naturaleza tiende constantemente a conservarla.

Proceso de la enfermedad
Cuando el hombre respeta la ley natural, la salud es una constante que se proyectará a lo largo de toda su existencia. Por el contrario, la enfermedad es el resultado de la conducta errónea del ser humano que voluntaria o involuntariamente procede a transgredir el orden de la naturaleza.

Esta transgresión se refleja en una vida disarmónica en la cual no se siguen las reglas de una alimentación correcta y se pierde el contacto con los agentes de la vida: la tierra, la luz del sol, el agua, el aire puro, el ejercicio y la confianza en las fuerzas superiores del espíritu.

De esta forma, la enfermedad inicia su marcha incontenible, desde la fase aguda, que es la expresión de un esfuerzo desesperado del organismo, para restablecer la normalidad; hasta la fase crónica y degenerativa, en la cual se pierde gradualmente la capacidad defensiva.

Dado que la enfermedad es la resultante de apartarse de la ley natural, volver a la naturaleza, mediante el estímulo de los agentes vitales es, por consiguiente, el camino apropiado para recuperar la salud. De esta forma, se reequilibran los procesos del cuerpo, de la mente y del espíritu, en forma simultánea y espontánea.

Agentes vitales
La práctica de la medicina natural requiere siempre el uso armónico y simultáneo de los siguientes elementos:

Alimentación: en todos los casos se indica un cuidadoso plan nutricional, preparado de acuerdo a las necesidades del enfermo, utilizando alimentos naturales, frescos e integrales. En orden de importancia el régimen incluye frutas de la época y lugar; semillas de árboles como almendras, nueces, avellanas, etc.; cereales integrales como arroz, avena, trigo, maíz, quínoa, etc.; legumbres, hortalizas, algas marinas y champiñones.

Plantas medicinales: se emplean de acuerdo a sus propiedades generales y específicas: antiinflamatorias, diuréticas, laxantes, emolientes, diaforéticas, carminativas, antiespasmódicas, analgésicas, hipnóticas, etc. Además se usan las infusiones de plantas aromáticas como rosa de mosqueta, menta, paico, boldo, cedrón, manzanilla, etc.; en reemplazo del té y café.

Agua: el uso del agua fría, caliente o como vapor aplicado según diversas modalidades, constituye una de las bases principales de la curación natural. El conjunto de técnicas con fines medicinales se denomina “Hidroterapia”.

Sol y aire: la cura solar incluye el uso de los baños de sol, de aire y de luz, aplicados de diferentes maneras, según el caso.

Tierra: se usa en forma de compresas y baños. Tiene la misma eficacia el barro de origen termal, como el preparado con tierra arcillosa o gredosa.

Ejercicio: lo más aconsejable es la caminata. Se asigna especial importancia a la ascensión de cerros y a los ejercicios aeróbicos.

Cura mental: se busca desarrollar en la persona la confianza en sí misma, en la naturaleza y en Dios. Se estimula el desarrollo de voluntad y perseverancia.
La medicina natural puede, efectivamente, resolver la mayor parte de las perturbaciones de la salud, sin embargo, existen enfermedades o procesos infecciosos, congénitos, traumáticos o quirúrgicos, donde no es suficiente el tratamiento natural y es necesario el uso de otros recursos, ya sean farmacológicos o quirúrgicos. En estos casos, se habla de medicina integral o integrativa que se puede definir como “el arte y la ciencia que reúne los conocimientos y técnicas, ya sean naturales o artificiales, para restablecer la salud de los enfermos al nivel más óptimo posible, para cada caso en particular

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Medicina integrativa
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