Seguro que últimamente habéis visto en los medios de comunicación la noticia del reciente comunicado de una institución americana que ha asegurado que los transgénicos no producen ningún tipo de perjuicio sobre la salud.
Esto es sin duda una gran noticia para todos aquellos que se dedican a la ciencia, ya que sirve para acabar con todos los mitos y los miedos de aquellos que consideran los organismos modificados genéticamente una aberración antinatural peligrosa para el medio ambiente y para el ser humano.
En este artículo, además de hablaros del contenido de este comunicado por si sois alguno de los rezagados que aún no lo han leído, también os vamos a hablar sobre los transgénicos en general, desde qué son hasta las diferentes normas que se deben llevar a cabo para su producción segura.
Se consideran organismos transgénicos aquellos que han sido modificados mediante la introducción en su genoma de un gen perteneciente a otro organismo que le aporta alguna cualidad que no podría tener de ningún otro modo.
Aunque se puede aplicar a diferentes sectores, el de la agricultura y la alimentación es uno de los que más se han visto beneficiados de este tipo de técnicas, aunque también es el que más miedos genera, debido a lo directamente relacionado que está con la salud humana.
Aunque el primer cultivo de organismos modificados genéticamente fue llevado a cabo por Monsanto en 1.986 y consistía en una planta de tabaco resistente al antibiótico kanamicina, no fue hasta 1.994 cuando se comercializó el primer transgénico aprobado para su consumo, consistente en un tomate que aguantaba maduro durante más tiempo.
Sin embargo, poco después comenzaron a observarse algunos problemas en su sabor y su textura que llevaron a que dejaran de consumirse directamente, aunque sí que se siguen usando en la producción de productos de tomate elaborados.
Esto fue un duro golpe para los transgénicos, pero poco a poco se fueron perfeccionando las técnicas utilizadas y se aprobaron algunas especies de maíz, algodón y soja modificadas para resistir a los herbicidas y ser tóxicas para los insectos.
La aprobación de animales modificados para el consumo humano es aún más controvertida, aunque hace sólo unos meses se permitió la comercialización del Salmón AcquAdvantage, convirtiéndose en el primer animal transgénico aprobado para ser consumido como alimento.
Para empezar, uno de los miedos principales con respecto al consumo de organismos modificados genéticamente es su impacto sobre la salud humana, especialmente por la inserción de componentes a los que el organismos no está “acostumbrado” y que, por lo tanto, podrían generar alergias. Además, también se considera que algunos de estos componentes, podrían ser generadores de toxicidad y que los marcadores basados en resistencia a antibióticos podrían transferir esta resistencia a las bacterias patógenas para el ser humano.
Por otro lado, también se dice que los transgénicos pueden ser responsables de una pérdida de biodiversidad, ya que podrían desplazar a las plantas no modificadas, llegando a ocasionar su desaparición. Esto además se uniría a la supuesta necesidad de un mayor uso de pesticidas químicos, que resultarían perjudiciales para las plantas y para el ser humano y, a su vez, también disminuirían la biodiversidad, al atacar a insectos y plantas de las consideradas como “malas hierbas”.
Cada país tiene su propia legislación, más o menos restrictiva; pero, en general, el asunto de este tipo de alimentos está enormemente regulado para evitar todos los posibles daños anteriormente mencionados.
En España, la ley sobre organismos modificados genéticamente es la ley 9/2003. que establece el régimen jurídico de la utilización confinada, liberación voluntaria y comercialización de organismos modificados genéticamente. Sin embargo, a pesar de poseer una ley interna, en España se aplican las decisiones y reglamentos comunitarios establecidos en el marco de la Comunidad Europea.
Básandonos en todo esto, debemos tener en cuenta cuatro principios generales necesarios para el tratamiento de los Organismos Modificados Genéticamente (OMG):
Principio de cautela: Si no se tiene total certeza de la inocuidad de una actuación, lo mejor es no llevarla a cabo.
Principio del caso por caso: Cada caso concreto que implique la producción de un organismo modificado genéticamente debe estudiarse de forma individualizada.
Principio de paso por paso: La autorización del uso de un OMG debe seguir una serie de etapas jerarquizadas de tal modo que si no se supera una de ellas sea imposible pasar a la siguiente.
Todos estos principios se aplicarán a los tres supuestos regulados por la ley, consistentes en la utilización confinada, o fuera del contacto con la población o el medio ambiente, y la liberación intencionada a la población con fines que pueden ser o no ajenos a la comercialización.
¿Por qué no hay por qué temer a los transgénicos?
En lo referente a los miedos que expliqué anteriormente, la ley que os acabo de explicar tiene mucho que decir en muchos casos, mientras que en otros basta con el sentido común.
Por un lado, como os comentaba anteriormente, en algunas ocasiones el inserto genético utilizado para modificar el organismo va acompañado de un gen de resistencia a antibióticos, de modo que se pueda comprobar si la inserción se ha producido correctamente seleccionando sólo los que sobrevivan a la administración de dicho antibiótico.
Esto puede resultar peligroso para el consumo humano, ya que esta resistencia podría pasar a las bacterias que resultan patógenas para nosotros, por lo que la ley incluye desde el año 2008 una norma común a los tres supuestos que prohíbe el uso de este tipo de resistencias en OMG si se conoce que éstas puedan llegar a causar algún perjuicio para la salud humana o para el medio ambiente.
¿Qué pasa con la disminución de la biodiversidad?
La disminución de la biodiversidad por el desplazamiento causado por plantas transgénicas no es distinta a la causada por otros tipos de plantas.
En estos casos, se suele hacer referencia al fenómeno de polinización cruzada, mediante el cual el polen de las plantas transgénicas podría llegar hasta los cultivos tradicionales a través de polinizadores como el viento o las abejas.
Por un lado, esto es algo que ha pasado siempre, ya que precisamente la diversidad se genera a través de este tipo de cruzamientos. Por otro lado, no olvidemos que si la ley permite la liberación de este tipo de organismos fuera de un entorno confinado significa que no van a causar ningún daño a la población o al medio ambiente, por lo que los agricultores de cultivos no transgénicos no tendrían nada que temer. Además, la propia modificación que se le introduce a los transgénicos incluye que sean incapaces de hibridar con especies salvajes.
En cuanto a los insectos y las malas hierbas cabe destacar que algunos transgénicos, como las especies de maíz que incluyen en su genoma la capacidad de producir toxina Bt, poseen la capacidad de actuar directamente sobre el insecto que come las hojas, sin afectar a los que no lo hacen o directamente se posan en otras plantas, algo que no ocurre en algunos de los insecticidas aceptados en cultivos ecológicos.
¿Ocasiona algún tipo de daños sobre la salud el consumo de transgénicos?
Como os contaba al principio, la Academia Nacional de Ciencias de Estados Unidos ha llevado a cabo un estudio en el que analiza el impacto causado por el consumo de transgénicos desde que comenzaron a desarrollarse hace justo treinta años.
Como resultado, han puesto de manifiesto que no sólo no son responsables de ningún problema de salud; sino que, además, los organismos resistentes a plagas han propiciado un impacto positivo, ya que disminuyen los casos de intoxicaciones alimentarias causadas por restos de pesticidas químicos.
Los cultivos ecológicos, ¿una alternativa necesaria?
Por otro lado, las personas que rechazan el consumo de transgénicos defienden la alternativa de los cultivos ecológicos.
Esto no es más que una forma de agricultura en la que se siguen una serie de normativas para asegurar el desarrollo de explotaciones autónomas basadas en el uso de recursos naturales, sin recurrir a pesticidas u otros productos químicos.
Aunque visiblemente son todo ventajas y no suponen ningún perjuicio ni para la salud ni para el medio ambiente, lo cierto es que con una mirada crítica se pueden encontrar algunos inconvenientes. Por ejemplo, el abonado basado en el estiércol puede ocasionar problemas en el caso de cultivos de verduras de hoja, ya que al recaer directamente sobre el suelo pueden ser infectadas por las bacterias fecales contenidas en el abono.
Además, al usar fertilizantes no específicos, es más complicado controlar las plagas y se pueden producir contaminaciones por micotoxinas (toxinas de hongos).
En cuanto al valor nutritivo, la mayoría de informes positivos defienden la presencia de mayores niveles de vitamina C, algo que parece ser totalmente cierto, pero no debemos olvidar que, como ocurre con otras sustancias, nuestro organimo requiere una dosis concreta de esta vitamina, fácilmente alcanzable con la dieta habitual, por lo que todo lo que contienen de sobra estos productos no aporta ningún beneficio extra.
Por otro lado, sí que se ha reportado un déficit en algunos aminoácidos que resultan indispensables para el correcto funcionamiento del organismo.
Además, se venden como la forma de agricultura más segura para el medio ambiente, pero su legislación permite el uso de productos como el alumbre o el sulfato de cobre, que resultan enormemente contaminantes. Esto además se complica porque, mientras que los transgénicos siguen muchísimo controles, los cultivos ecológicos, al ser considerados inocuos, están mucho menos regulados.
Sea como sea, no todo es blanco o negro. Ni los transgénicos son malísimos ni los productos ecológicos son la panacea. De hecho, el informe americano del que os hemos hablado sí que reconoce que los organismos modificados genéticamente pueden generar algunos insectos y malas hierbas resistentes a pesticidas y herbicidas, aunque sólo en los casos en los que no se siguen las normas correctamente.
Por lo tanto, lo importante es estar informados y elegir libremente qué tipo de productos queremos en nuestra mesa. Pero para eso es importante abrir la mente y estudiar todas las posibilidades, porque no hay peor alimento para el miedo que el desconocimiento. Y en este tipo de temas es muy importante no tener miedo.
Fuente: www.omicrono.com