Las lágrimas producidas al llorar de alegría o tristeza, pueden causar en nosotros mucho más que un momento de emoción. Así lo postula la lagrimaterapia, tratamiento que utiliza este líquido para potenciar la conciencia de las personas y así lograr que sean ellas mismas las que sanen de sus padecimientos.
Pese a que el llanto se relaciona la mayoría de las veces con la tristeza, lo cierto es que también puede ser provocado por otros sentimientos como la alegría, la ira o la impotencia, todos ellos causantes de las lágrimas de las cuales se ha descubierto que no sólo tienen la misión de limpiar y lubricar los ojos.
Así lo plantea el homeópata y director del Centro Integral de Tratamientos Naturales (CITN), Hugo Fuchslocher Salgado, especialista creador de esta técnica considerada como un proceso de gran poder de curación y un aliciente para la autosanación en las personas.
“Aquí no se beben literalmente lágrimas ajenas”, sentencia el homeópata quien subraya esta idea para dar a entender a quienes quizás se muestran más pudorosos, que la terapia no consiste en beberse textualmente las lágrimas propias ni las de los demás, sino que se trabaja en este – ahora – principio activo con el fin de iniciar un camino terapéutico.
A grandes rasgos, la lagrimaterapia trabaja en forma muy similar a la terapia de las Flores de Bach, en donde se clasifican las lágrimas – esto según la emoción que motivó su expulsión – y se guardan en frascos, los que luego se someterán a procesos que permiten conformar un preparado que luego será administrado al paciente para que éste pueda beberlas y así iniciar un tratamiento de recuperación.
Según Hugo Fuchslocher las lágrimas contienen hormonas muy similares a las del crecimiento. De esta manera, el llanto en los adultos podría relacionarse también con procesos evolutivos a nivel interno, como lo son la maduración y la elevación del nivel de conciencia.
Es así como el terapeuta explica que desde el descubrimiento de la lagrimaterapia hasta hoy se han ido agregando más antecedentes interesantes y que de alguna manera potencian más aún el estudio de estas sutiles gotas, las que no sólo entregan beneficios a su dueño, sino que también a las personas con las que se comparte este verdadero elixir.
Al respecto, Fuchslocher dice que entre los nuevos antecedentes con ribetes científicos que han permitido a esta terapia ganar aún más credibilidad, está el estudio que postuló que “la mujer tiene más sobrevida que el hombre gracias a que a ellas no se les ha reprimido tanto el llanto”, cuenta.
Otro dato dice relación al trabajo realizado por Sigmund Freud, quien en sus terapias provocaba el llanto de sus pacientes con el fin de hacerlos caer en un estado de catarsis y así lograr buenos resultados en sus terapias. “Él pensaba que con las lágrimas se eliminaban las toxinas del cerebro que se suponían eran las causantes de la angustia o la depresión”, dice.
Sin embargo, aclara lo anterior diciendo que las personas “tenemos un flujo retronasal que de alguna forma hace que un torrente de lágrimas pase también hacia el interior de nuestro organismo”, situación que explicaría de alguna manera el alivio que nos provocaría este líquido en momentos de tristeza e intranquilidad.
Por otro lado, el homeópata manifiesta que uno de los principios de la lagrimaterapia, además de “alimentarnos” de nuestras propias lágrimas, es compartirlas con el resto de las personas. Éstas, según el director de CITN, serían aquellas que se deslizan hacia el lado de la cara y no las que bajan a la boca. Estas últimas serían especialmente personales.
“Una forma de compartir nuestras lágrimas es pasarlas a nuestros dedos y tocar al otro para posarlas sobre su piel. Eso va provocando sentimientos, emociones, pensamientos, ideales, etcétera”, los que se van transportando a través del líquido.
Además, dice que otro de los antecedentes que se han dado a conocer con respecto al efecto que causa el compartir las lágrimas proviene directamente desde el Tíbet, donde los monjes se reúnen en una ceremonia en donde lloran por la humanidad.
Al respecto, cuenta que estos monjes tibetanos “van juntando las lágrimas que son derramadas por ellos durante el año, luego las reúnen y las vierten en el Ganges, río considerado como sagrado”.
Según cuenta Hugo Fuchslocher, las lágrimas contienen ciertas sustancias que nos ayudarían a sanar. De esta manera, dice que aquellas que surgen de los ojos a causa de emociones (no las que emergen de actividades como las de picar una cebolla), “contienen leucina encefalina, sustancia química producida por nuestro propio cerebro y que es mucho más poderoso que la morfina”, asegura.
Así, explica que lo anterior tiene mucho sentido cuando se habla del fundamento empírico que rige a la lagrimaterapia, del cual se desprende el efecto sedante de las lágrimas, lo que explicaría de alguna forma el alivio y relajo que siente una persona luego de experimentar el llanto.
En esta misma línea sentencia que dentro de su composición química, la lágrima posee “una hormona que no está en ningún otro lado de nuestro cuerpo y cuya contextura es muy similar a la hormona del crecimiento. Eso significa que los adultos que también lloran, pero que ya crecieron físicamente, podrán experimentar una evolución traducida en un mejor nivel interno y de conciencia.
Luego, prosigue, estaría el fundamento anatómico del cual se desprende que la conformación de nuestro rostro estaría perfectamente hecho para que la lágrima se deslice hacia la boca; y por otro lado estaría el fundamento de carácter fisiológico, donde sentencia que “la lágrima pertenece a nuestro mecanismo de defensa y siempre aparece en el momento en que la persona es agredida por un problema de características externas”.
Frente a la posibilidad de sanar de enfermedades tanto físicas como emocionales, el homeópata afirma que la lagrimaterapia no puede ser comparada a un medicamento convencional como los que actualmente se recetan para curar alguna patología.
Al respecto, sentencia que tal como se mencionaba en la antigüedad, “la verdadera sanidad del ser humano vendrá desde dentro de nuestro propio cuerpo” y es por eso que resalta que todo lo relacionado con la sanación tiene mucho que ver con la toma de conciencia y con la idea de que nuestros pensamientos, emociones y sentimientos deben estar enfocados hacia la salud y no hacia la enfermedad.
“No podemos desconocer, por ejemplo, que nuestras emociones también nos enferman, produciendo elementos orgánicos que luego se traducen en malestares. Además nuestros pensamientos provocan diversas reacciones en el cuerpo que al final terminan por enfermarnos”, dice.
Con esto, Fuchslocher afirma que lo que hace la lagrimaterapia a nivel terapéutico, “es ayudar en el control de las emociones y al lograrlo, la persona va automejorándose, habiendo entonces un proceso de autosanación que permite al paciente además elevar su conciencia con respecto a lo enferma que se encuentra hoy nuestra sociedad”, manifiesta.
Fuente: www.puntovital.cl