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Lectura y cerebro

La lectura es buena para el cerebro

La iniciación a la lectura se produce a temprana edad y normalmente se le atribuyen beneficios para el cerebro. Pero, ¿cuáles son estos beneficios en concreto? Un equipo internacional de neurocientíficos se propuso responder a esta pregunta y descubrió que las personas que saben leer, independientemente de si son adultos o niños, muestran respuestas más intensas en distintas zonas del cerebro ante palabras escritas. En la revista Science se publicó recientemente un artículo sobre este trabajo.

Fuente: http://www.laflecha.net

Científicos de Bélgica, Brasil, Francia y Portugal dirigidos por el especialista en neurociencia cognitiva Stanislas Dehaene, del Instituto Nacional de Salud e Investigación Médica de Francia (INSERM) en Gif-sur-Yvette (Francia), se propusieron descubrir si el alfabetismo mejora la función cerebral y también si conlleva algún tipo de contrapartida. Para ello midieron la respuesta cerebral de 63 participantes portugueses y brasileños ante textos orales y escritos, rostros, casas y varias herramientas mediante imágenes obtenidas por resonancia magnética funcional (RMf). De todos los participantes 10 eran analfabetos, 22 aprendieron a leer a una edad adulta y 31 durante su infancia.

Los resultados indicaron que todos presentaban respuestas más intensas ante las palabras escritas en varias zonas del cerebro que procesan lo que observamos. Además, en los que sabían leer, pero no en los analfabetos, las palabras escritas también provocaban actividad cerebral en partes del lóbulo temporal izquierdo que responden al lenguaje oral. Según el equipo, esto sugiere que la lectura activa circuitos cerebrales que evolucionaron para permitir el lenguaje oral, una «innovación» bastante más antigua que la lectura en la comunicación humana. La lectura es una invención relativamente reciente en la historia de la humanidad, pues tanto ésta como la escritura no tienen más de 5.000 años.

«El alfabetismo, ya sea adquirido durante la infancia o mediante formación para adultos, mejora las respuestas cerebrales en al menos tres maneras distintas», indican los autores en el artículo. Concretamente, «fomenta la organización de las cortezas visuales», la parte del cerebro que recibe y procesa impulsos procedentes de los nervios ópticos. La lectura surtió este efecto «en concreto mediante la inducción de una respuesta mejorada ante la escritura conocida en el “área de formación visual de palabras”, situada en la corteza occipital temporal izquierda, y también mediante el aumento de las respuestas tempranas visuales en la corteza occipital, de forma parcialmente retinotópica», explican.

En segundo lugar, la lectura «permite que la práctica totalidad de la red del hemisferio izquierdo dedicada al lenguaje oral se active al observar frases escritas. Por consiguiente la lectura, un avance cultural tardío, se acerca a la eficiencia del canal de comunicación más evolucionado de la especie humana: el habla.»

Por último aducen que su investigación ha demostrado que la «capacidad para leer perfecciona el procesamiento del lenguaje oral mediante la mejora de una región fonológica, el planum temporal, y mediante la disponibilidad descendente de un código ortográfico».

No obstante, puede que exista una contrapartida a esta actividad cerebral adicional. Los investigadores descubrieron que una región de la corteza temporal occipital izquierda respondía en menor medida a imágenes de rostros en las personas que habían aprendido a leer a una edad temprana que en los voluntarios analfabetos.

«Estos cambios, en gran medida positivos, no deben ocultar que la capacidad de leer y escribir, al igual que otras capacidades, también conlleva un efecto de competencia en la corteza», aclaran los autores. «Se observó que el “área de formación visual de palabras” se activaba considerablemente menos ante patrones a cuadros y rostros.» No obstante, los científicos apuntan que será necesario profundizar en la investigación para determinar si la capacidad lectora va en detrimento de la de reconocer rostros.

No es la primera vez que se señala la importancia de la lectura para el funcionamiento del cerebro. El año pasado Manuel Carreiras, del Centro Vasco de Cognición, Cerebro y Lenguaje en San Sebastián (España), descubrió que los cerebros de adultos que habían aprendido a leer a edad avanzada presentaban una estructura distinta a la de los analfabetos.

 

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