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Los otros como espejo de ti mismo

Los otros como espejo de ti mismo

Cuando alguno de nuestros sentimientos, deseos o intenciones nos avergüenza o no somos capaces de explicarlo, muchas veces lo atribuimos a los demás. Estamos proyectando un problema nuestro que nos negamos a ver. Al darnos cuenta, tenemos la oportunidad de mejorar la relación con los demás, y sobre todo, con nosotros mismos. 
 

 
Los otros como espejo de ti mismo
 
 
Cuando alguno de nuestros sentimientos, deseos o intenciones nos avergüenza o no somos capaces de explicarlo, muchas veces lo atribuimos a los demás. Estamos proyectando un problema nuestro que nos negamos a ver. Al darnos cuenta, tenemos la oportunidad de mejorar la relación con los demás, y sobre todo, con nosotros mismos.
 
Clara llegó algo inquieta al parque dónde había quedado con Cristina. Era una soleada tarde de octubre y habían decidido dar un paseo aprovechando el apacible tiempo de aquél otoño. 
 
– ¡Hola Cris!. Saludó Clara.
 
– Hola Clara, que puntual has llegado… ¿Qué tal te está yendo la semana?
 
– Bien, pero podría ir mejor, créeme. Hoy he tenido un día fatal en el trabajo, estoy muy cansada, ¡siempre lo mismo!.
 
– ¿Por qué?, ¿qué ocurre?
 
– ¿Te acuerdas que te hablé de María, mi compañera de trabajo? ¡Pues me tiene harta!.
 
– Pero ¿que te ha hecho?. Ah, pero antes, ya verás saca tu libreta y toma nota de todo lo que dices de ella. ¡Nos servirá para hacer un ejercicio muy interesante!
 
Clara sacó su libreta y empezó a anotar todo lo que se le ocurría sobre su compañera.
 
– Pues que tengo que hacer yo el trabajo que ella no hace, es una vaga – prosiguió Clara- siempre se está escaqueando. Lo deja todo para el último momento, y claro, al final soy yo la que tengo que apechugar con lo suyo.
 
– No será para tanto ¿no?
 
– Bueno, para mi sí. Llega tarde, siempre tiene alguna excusa para no hacer su trabajo, no hay quien la entienda. Tendría que estar agradecida por tener el que tiene, que no está mal , la verdad. Es una privilegiada. Le falta motivación y entrega .
 
– ¿No crees que estás proyectando, Clara?
 
– ¿Y eso qué es?.
 
– Mira, todos tenemos tendencia a proyectar sobre los demás actitudes que en realidad son nuestras. Vemos en los demás lo que somos nosotros mismos.
 
– ¡De eso nada!. Yo en el trabajo me esfuerzo mucho, siempre estoy pendiente de todo, incluso de lo que no es mío. Yo no hago lo que hace María. Es más, tengo fama de todo lo contrario- Contestó Clara algo alterada.
 
– Bueno, déjame seguir ¿te parece?- le interrumpió Cristina divertida por la reacción- el hecho que te cause esa reacción es señal de que eso que percibes en María es también tuyo, si no lo fuera no te causaría ningún efecto emocional.
 
Lo que cada uno percibe del mundo físico es un reflejo de su interior, es una imagen que nos devuelve exactamente tal y como somos. Por eso la misma situación es percibida de diferente manera por según quien la experimente.
 
– ¡Pero insisto que yo no soy como ella!.
 
– Ya verás como en parte sí. Una de las características de proyectarse en otros es que percibes que los demás te hacen exactamente lo que te haces a ti misma. En éste caso, una parte tuya es perezosa, como María. Repite en voz alta lo mismo que has escrito sobre ella pero en primera persona, con el yo delante.
 
 
SOY COMO YO Y TAMBIÉN COMO TU
 
-“Soy una perezosa, alguien me tiene que hacer mi trabajo porque me escaqueo. Lo dejo todo para el final y tienen que hacerlo por mi. Llego tarde y siempre tengo una excusa para no hacer mi trabajo. No hay quien me entienda, tendría que estar agradecida de tenerlo, que no está mal, la verdad. Soy una privilegiada a la que le falta motivación y entrega- dijo Clara de ella misma.
 
– Dime Clara, hay en alguna faceta de tu vida en la que actúes así?- preguntó Cristina.
 
-Mientras lo decía me suena muchísimo a lo que me dice mi madre con respecto al trabajo de la casa; vamos, ¡que es casi lo mismo!. Bien pensado, es verdad que para otro tipo de trabajos soy perezosa, y no sólo por lo que dice mi madre. También me cuesta hacer deporte, y sé que es bueno para mi salud, ¡pero me da tanta pereza!.
 
– ¿Y por qué te cuesta tanto el trabajo de casa?
 
– Pues porque me aburre, llego tarde del trabajo, estoy cansada. Bueno creo en realidad no me gusta ocuparme de la casa, aunque sé que debería colaborar más.
 
– ¿No te parece que tienes la misma falta de motivación que tiene María en la oficina?
 
– Ya, pero es que allí somos muchos trabajando y si ella no hace su trabajo nosotros lo sufrimos.
 
– Y si tú no haces tu parte del trabajo de casa la que sufre es tu madre, ¿no te parece?
 
– Pues es verdad – contestó Clara. Me parece que lo que he dicho me ha dejado en evidencia!
 
– En lugar de trabajar con gusto en tu casa, disfrutar de mantenerla ordenada y limpia, te desmotivas y la abandonas enrareciendo el ambiente con tu madre; haces lo mismo que María en la oficina. Abusas de tu madre y de su tiempo de la misma manera que María abusa de ti. No valoras el trabajo de tu madre de la misma manera que María no valora el tuyo. ¿te parece eso justo?
 
– No, ni una cosa ni la otra. Es verdad. ¡Pero no sé como salir de esto!
 
 
UNA CUESTIÓN DE ACTITUD
 
– El caso es que tienes muy buena actitud de trabajo en la oficina, pero en casa no, y no puede ser. Es algo que has de trabajar, igual que María ha de mejorar su actitud en el trabajo. ¿Tu que le recomendarías a María que hiciera en la oficina?¿que tendría que hacer para que estuvieras contenta con ella?. Escribe todo lo que le dirías…
 
– Pues le diría que tuviera más ánimo en su trabajo, que se motivara, que fuera más creativa. Tendría que llegar con muchas más ganas a trabajar, pensando en cómo ayudarme en lugar de cómo escaquearse. El ambiente mejoraría muchísimo, seríamos un equipo. Pero sobre todo le diría que, ya que tiene que hacerlo, que aprenda a disfrutarlo. Se puede disfrutar de las obligaciones, pero hay que renunciar a las excusas.
 
– Pues ¡aplícate el cuento ! Has de hacer en casa lo mismo que le recomiendas a María.
 
– Sólo si tu te conviertes en ejemplo y superas tu propia pereza puedes ayudar a María a superar la suya. La misma motivación que te aplicas en el trabajo de la oficina puedes aplicártelo para el de casa. ¿Entiendes ahora lo que es proyectarse en los demás?
 
– Ya entiendo. ¡creo que tengo mucho trabajo!. Bueno, por lo menos ahora la entiendo mejor. Antes sólo veía mi parte, ahora puedo entender que a ella le pase lo mismo….
 
– De lo que se trata es que te concentres en superar tu propio patrón. Cuando uno modifica la actitud interna, la magia de la proyección es que el exterior te dará la imagen de tu nueva Clara motivada y trabajadora. Puede ocurrir que María empiece a trabajar mejor, o puede haber un cambio inesperado en la oficina y te pongan una nueva compañera que refleja tu nueva actitud. ¡Quién lo sabe!. 
 
 
 
PARA RESOLVER UNA PROYECCIÓN
 
Las reacciones emocionales que muestras ante las circunstancias de la vida son fuentes de información sobre ti mismo. Si aprendes a observarte en ellas, podrás percibir qué parte de ti estás reconociendo en el otro.
 
 
Obsérvate
 
Cuando sientes que alguien “te hace algo” y reaccionas emocionalmente . tu reacción indica que se trata de una proyección, algo que te haces a ti mismo, te estás “re-conociendo” en alguien, en una situación determinada. Tu reacción automática reproduce un patrón aprendido que aplicas involuntariamente. 
 
 
Describe el patrón
 
El siguiente paso es reconocerlo en ti. Siéntate y describe con todo lujo de detalles la actitud que te causa reacción emocional. Describe qué hace esa persona, cuándo lo hace, cómo se comporta contigo, y sobre todo cómo te hace sentir a ti esa actitud.
 
Si tu reacción es negativa significa que una parte de ti hace algo que no te gusta y otra reacciona en contra, y por lo tanto tienes un conflicto interno por reconocer y solucionar.
 
Si tu reacción es positiva significa que tu reflejo muestra una parte que te gusta de ti mismo, de la que no eres consciente. Tienes una virtud interna sin reconocer, algo positivo y que aprecias de ti mismo. 
 
 
Reconócete
 
No se puede transformar nada que previamente uno no reconoce. Tanto si la proyección es positiva como negativa, has de aceptar esa parte tuya. Lo que ves en el exterior no es mas que una representación de las ideas y actitudes que albergas sobre ti y el mundo. Si es positiva podrás buscar esa virtud que admiras de alguien, descubrirla en ti paRA ejercitarla conscientemente. Si es negativa podrás descubrir que eso que no te gusta en los demás tampoco te gusta en ti, y aprender a cultivar la cualidad contraria y transformarte. 
 
 
¿Se lo haces a los demás?
 
¿Dónde haces tú lo mismo? ¿A quién? ¿En que momentos? ¿Por qué lo haces?. Te darás cuenta que lo que recibes del exterior es reflejo de lo que tu das, a ésa o a otra persona. Por ejemplo, ¿sueles desconfiar de quien desconfía de ti, o confiar en quien confía en ti?. Uno sólo es libre cuando no le afecta delante de quien esté, su actitud es resultado de una elección y no de una reacción automática demasiado dependiente del entorno. 
 
 
¿ Te lo haces a ti mismo?
 
Todo eso que “haces” a los demás, en realidad no es más que un reflejo de lo que “te haces” a ti mismo. Por ejemplo, si te molesta que te critiquen, es muy posible que no sólo critiques a los demás, sino también a ti mismo, y a veces de forma desmedida o injusta. Identificas los momentos que haces eso contigo. El cambio real está en modificar esa actitud, si tu no estás esa dinámica, no habrá de que preocuparse, no te afectará que te critiquen o no. 
 
 
 
Habla con tu proyección
 
En el siguiente paso podrías contestar a las siguientes preguntas: ¿Qué crees que tendría que cambiar esa persona para quedar tu satisfecho? ¿Cómo crees que tendría que actuar? ¿Cómo te gustaría que te tratara?. Toma bolígrafo y papel y descríbelo con todo lujo de detalles. Pero no es para que se lo digas al otro, sino para que trabajes contigo. Se trata de transformar tu propia actitud, aprovechando lo que te dice tu proyección.
 
 
Aplícate el cuento
 
has descubierto algo en alguien y has reconocido que ese algo también está en ti. ahora se trata de que te apliques a tí y tu actitud el mismo cuento que le recomiendas a tu proyección. Conviértete en eso que deseas ver en los demás, emplea tu energía en cambiarte a ti, y no en tratar de cambiar al otro . Tu sabes lo que te haría feliz recibir de los demás, empieza por dártelo a ti mismo. En la medida en que aprendas a transformar tu interior, irás encontrando la manera de hacer lo mismo en el exterior. 
 
Beatriz Fernández del Castillo
Autora de “La clave está en tus sueños”
 
 
Publicado en la revista MENTE SANA Nº 5
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