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Mujeres místicas

Mujeres Místicas en la vida de hoy: nosotros también podemos hacer Sagrado lo Cotidiano
Hoy, en plena era de Acuario, muchas mujeres -y hombres también, cómo no- podemos seguir un profundo sendero espiritual sin movernos de nuestros quehaceres.

Saben traer el perfume de lo divino a la vida cotidiana. Entienden que Dios está en todo y en todos. Son las místicas de hoy, que sin ser monjas ni haberse retirado a ningún refugio, han comprendido que el templo está en el interior.

Fuente : http://www.guioteca.com/

 

Existen muchas hoy, yo he tenido la bienaventuranza de conocer a dos:

La primera es una escritora e investigadora especializada en Literatura comparada y estudios medievales. Madre de cinco hijos y doctorada en la Universidad de Maryland,catedrática, que sin embargo, se define a sí misma, con total desapego por los honores de este mundo, como una “contemplativa de fregadero”.

La segunda es una maestra sufi. Conferencista internacional, que busca experimentar la unidad esencial que subyace a toda la creación. Hace muy poco, viví el gozo de entrevistarla. Ella, escuchando el llamado de su corazón, se entrega a vivir experiencias místicas, pero a la vez alimenta Espíritu a través de las cosas más domésticas, junto a su marido y sus dos hijos.

Las antiguas religiones propiciaban en sus caminos aislarse del mundo; hoy, en plena era de Acuario, muchas mujeres -y hombres también, cómo no- podemos seguir un profundo sendero espiritual sin movernos de nuestros quehaceres, ni de dónde sea que debamos estar.

Por ejemplo, santificando la cocina. O la oficina. ¿Cómo? En primer lugar, haciéndolo con alegría, enviando nuestros mejores deseos a los alimentos o a los proyectos que estamos preparando.

Santificando el riego de las plantas. Conectándonos con el silencio y el ritmo paciente y sosegado de la madre tierra. Maneras diferentes de hacerlo, hay tantas como la diversidad de las almas.

No debemos irnos al Tíbet ni hacer nada extraordinario para conectar con Lo más grande, como le gusta llamar al Gran Espíritu a una de mis maestras. Sólo abrir el corazón, y estar atentos a las señales, Haciendo Sagrado lo Cotidiano.

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