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Sep 10, 2010
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Música Autóctona Chilena

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Música Mapuche

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El clima inhóspito, la lucha para sobrevivir en una tierra cubierta durante meses por la nieve le dan a la música mapuche un carácter lastimero donde la pasión es cruel y desesperanzada. La pasión no puede expresarse ni siquiera a través del llanto o del amor. De allí la sencillez de sus instrumentos musicales y que la música araucana sea queja y angustia. Utilizaban varios instrumentos musicales: cultrún, trutruca, pifilca, ñorquin, quinquer-cahue o violín araucano.

Allá en las tierras del sur americano donde la realidad es mito y leyenda de antigua estirpe, los más viejos entre los viejos afirman que el padre – creador de la música es el viento. Y no les faltan razones, porque es cierto que allá curruf (viento) sopla su flauta en los pajonales, se vuelve trompeta en los remolinos, redobla como timbal, entre las piedras y el agua, y es manso violín en los cañadones largos y protegidos.  

Fuente: www.profesorenlinea.cl

 

Dicen que en la lengua araucana no existe una palabra para designar la música. No hace falta. Los instrumentos musicales hablan por sí solos de su presencia en el pueblo y su cultura… ¿Cómo negarla cuando suenan el quinquercahue o la pifilca? Y aunque todavía no hubiera ritmos indígenas ni instrumentos, el viento-músico sí existiría, y seguiría dando notas para sus legendarios taieles…  

Entre todos los instrumentos musicales, Nguenechén, el Padre de las razas aborígenes, eligió el cultrún y lo puso en las manos de la machi. Desde entonces es sagrado. Su vientre resonador tiene el perfume y las voces misteriosas de las maderas con que se talla: el foye (canelo) el triwe (laurel), el ciprés o el raulí. Y es para que no se escapen, que los artesanos le ponen bien ajustado sobre la redonda boca el parche de cuero pelado.

Es el cultrún el instrumento chamánico por excelencia, y esto ocurre desde sus antepasados, el tambor divino de los magos hindúes y el tibetano. Por eso el rito acompaña su nacimiento como instrumento compañero e inspirador del trance mítico.

Quienes lo han visto dicen que antes de tensar la membrana del cultrún la machi mete adentro su canto y con él parte de su pullú o alma… Y es fama que introduce las propiedades mágicas o curativas al colocar por la abertura a punto de cerrarse, piedritas de colores, plumas, pelo de animales o hierbas medicinales…

Los mapuches aseguran que cuando la meica hechicera toma el cultrún tiene el mundo en su mano. Y así debe ser nomás, no solo por su forma semiesférica característica sino también porque los dibujos que lo ornamentan, con sus sagrados azules, amarillos y blancos, con su cruz abarcadora y sus extrañas figuras, representan posiblemente el orden y equilibrio entre el cosmos y sus criaturas.

Con el cultrún junto a su pecho la mediadora sagrada está a la altura de su dios, y con el palo percutor de cabeza de rellmú (arco iris) puede invocarlo y obtener la gracia o petición. Con él hace sus rogativas, y con él vuela el más allá, con él acompaña los taieles y danza en torno al rehue (altar sagrado), con él se instala el camaruco y bate sin cesar… Como antes, ¿como siempre?.

Al cultrún sagrado lo acompaña en los nguillatunes (rogativas), la también sagrada pifïlca.

Cuenta la leyenda que los valientes mapuches al son de la pifïlca pudieron rechazar a los poderosos incas conquistadores. Pero perdieron la pifïlca mágica… y todavía la buscan. Por eso la reproducen en madera o hueso y con sus timbres agudos parecen que las llaman en las rogativas… Especialmente cuando el muday las bendice con su agua de trigos maduros. ¿Volverán a ser fuertes e invencibles cuando la encuentren?

En las rogativas rituales los mapuches acompañan los sonidos sagrados del cultrún y la pifïlca con los tonos graves de la trutruca . Esta hermana del erque norteño buscó el sur de la leyenda promisoria para vivir por sí misma, y tanto se aquerenció que no falta en el corazón de los nguillatunes.

Claro que un buen pillantún (orquesta sagrada) se completa con otro noble instrumento como el cull cull, el cuerno que es pariente del erquencho y que antiguamente hacía sonar sus graves alarmas en caso de peligro para la tribu. Y hasta con la wada, la rítmica sonaja aborigen.

Los músicos mapuches han recibido de sus hermanos americanos la inspiración e impulso para trasplantar y adaptar formas instrumentales. Por eso también hacen música con el koolo o violín tehuelche, el ñolquín hermano menor de la trutruca, el quinquercahue o gran violín araucano hecho con costillas de yeguarizo, el piloiloi descendiente de los incas que imita en madera o piedra la mítica flauta de Pan, el trompe con su diminuto cuerpo de hierro con forma armoniosa lira, o las cascavillas de sonantes pezuñas de huemul…

Los aborígenes de los confines patagónicos guardan viva memoria de los orígenes sagrados de la música, y han representado por siglos mitos y tabúes en la relación con la ejecución de los instrumentos musicales. Por ejemplo no pueden tocarse indistintamente o en cualquier ocasión… y hasta hay claras jerarquía, por orden social, o sexo, o edad, para ejecución de algunos. De este modo la machi batirá el parche del pichicultrún… y las pifilcas estarán a cargo únicamente de acólitos masculinos.

Supongamos por un momento que ahora el pillantún está completo y muestra su variedad de sonidos y matices orquestales. Los ejecutantes están listos y ensayan… Sin embargo, aún falta el instrumento entre los instrumentos: la voz humana, el don con el que el hombre se lanza a la vida con el primer llanto sonoro… En realidad los instrumentos musicales son sólo el complemento y realce para el canto aborigen.

Los pueblos del Sur cantan sus taieles sagrados como invocaciones a sus dioses en las rogativas, o como invocaciones a su origen en las canciones del linaje. Pero también cantan a la vida en el ülcatún profano, o en los “romanceos” improvisados, o en los de memoria que preservan lo que fue: patria, historias, amor, magia, costumbres… para que no mueran con el tiempo y el olvido en los hermanos dispersos…

Instrumentos musicales mapuche

Clarín:

El clarín fue conocido a la llegada de los españoles y fue imitado con materiales de la zona (cañas vegetales y madera).

Cullcull:

Era la corneta con la que se daba la señal de alarma ante una emergencia y también en la guerra. Se hacía con cuernos de buey.

Pinquilhue:

El pinquilhue, de épocas remotas, era algo así como un flautín fabricado con el tallo del coligüe.

Machi y su Cultrum.
Cultrún:

Tambor hecho de un trozo de madera ahuecado, con forma de timbal. Está forrado con un cuero de caballo bien estirado.
Se lo percute con un solo palillo cuyo mango esta adornado con hilos de colores.

Trutruca:

Este instrumento esta construido con una caña coligüe, de hasta unos cuatro metros de largo. Se la parte por la mitad para ahuecarla. Luego se juntan las dos mitades con un hilo de lana y se la forra con tripa de caballo.

En uno de sus extremos se coloca un cuerno de vaca y por el otro se sopla. Su sonido parece el bramido de un toro y representa la fuerza de la tribu.

Es uno de los dos tipos de grandes aerófonos existentes en nuestro país (el otro es el erke).

Pifilca:

Es una flauta construida de madera o hueso. Es corta y suena como un pito.

Se la lleva colgada del cuello mediante un cordón.

En la actualidad se la construye con tallas de madera de unos 30 a 40 centímetros. El tubo esta cerrado en su extremo inferior y se lo perfora más o menos hasta la mitad de su largo. Emite un solo sonido y esta única nota se mezcla en el curso del canto o del conjunto instrumental sin relación rítmica ni tonal con el resto.

Kunkulkahue:

Tenía dos arcos (generalmente de huesos de costilla) complementado por una sola cuerda de crines de caballo. Se tocaba apoyando, con la mano izquierda, uno de los arcos —cuerpo del violín— contra los dientes incisivos superiores. La mano derecha, a su vez, pasaba la cuerda del otro arco —arco del violín— sobre la anterior, produciendo un sonido quejumbroso y doliente.

Lolquin:

De hechura similar a la trutruca pero mucho más pequeño. Se fabrica con la caña del cardo llamado “troltro”.

Caquel cultrum:

Es un tambor confeccionado con el corte hueco de un tronco.

Huada:

Especie de maraca, es una calabaza que suena con pepas secas y a veces piedrecillas.

Cada Cada:

Son grandes conchas que suenan frotando sus bordes y caras rayadas.

Varios de los instrumentos citados suelen ejecutarse, todos a la vez, durante las ceremonias rituales: “nguillatunes y machitunes “.

Trompe:

Idiófono araucano tradicional, con plena vigencia, de forma de llave, hecha de acero con un alambre al aire. La parte exterior forma la pieza y la central es la lengüeta, que va doblada hacia arriba para poder pulsarla.

Se ejecuta apoyando la pieza contra los dientes, con la mano libre se pulsa le lengüeta exhalando el aire sobre él al tiempo que se pueden hacer variaciones del sonido moviendo la boca y la lengua.

Los mapuches lo usan cuando hacen el amor y obtienen una melodía dulce y sugerente.

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