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Jun 4, 2012
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Neurociencia y música

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Innovadora y científicamente comprobada forma de enseñanza

La neurociencia ha corroborado que la música activa áreas del cerebro que son claves para el aprendizaje.
Según la enseñanza que se desea potenciar, la música, melodía, estilo e instrumentos deben ser elegidos, por ejemplo, los violines estimulan la concentración.
La música no sólo aviva las emociones: también potencia los aprendizajes cognitivo, afectivo y motor. El profesor de música y magíster en Educación Egidio Contreras lleva años investigando dicha relación. De esto, nació su propuesta “Potenciación Creativa”, aplicada por establecimientos de 90 ciudades latinoamericanas, varias chilenas entre ellas.
 

 
Lo que él propone, no es sólo que los niños escuchen una pieza musical determinada para potenciar un aprendizaje específico. “Una manera innovadora de conseguirlo es el desarrollo intencionado de experiencias multisensoriales con el fenómeno sonoro en el aula”, explica. Eso significa que los niños deben, simultáneamente, poner en juego su audición, movimiento, visión, memoria corporal, visual y auditiva.
 
 
Cuando se decide utilizar la música como potenciador del aprendizaje, hay que determinar qué es lo que se quiere lograr, porque de eso depende el tipo de música, la clase de instrumento, así como la velocidad y frecuencia de la melodía que se utilizará. “Para el desarrollo de la atención, son ideales los instrumentos de cuerda, que estimulan de manera más directa un determinado patrón de ondas cerebrales relacionadas con la concentración”, explica el profesor Contreras.
 
Así como violines y guitarras potencian lo cognitivo, la percusión (tambores y bombos) hace lo suyo con los aprendizajes motores, mientras que los instrumentos de viento se vinculan con los aprendizajes afectivos.
 
“Los sonidos de alta frecuencia (más agudos) son los que más se relacionan con beneficios pedagógicos. Uno de sus efectos neurofisiológicos más reconocidos es la estimulación de una zona del oído interno diseñada para convertirlos en energía nerviosa disponible para numerosas funciones cerebrales”, dice Contreras.
 
Esa energía nerviosa, agrega, aumenta los índices de carga eléctrica de áreas de la neurocorteza cerebral relacionadas con la concentración, memoria de corto y largo plazo y con funciones de razonamiento superior, como abstracción, síntesis y análisis.
 
“Cuando se trata de niños preescolares, la música que se usa debe ser de melodías ordenadas, que tengan una secuencia clara, como el Minueto 1 de Mozart. Y si se trata de música infantil, hay que poner atención a las letras, a que sean claras y favorezcan el lenguaje”, agrega Claudia Donoso, quien dirige el magíster de Neurociencias Aplicadas en Educación Infantil de la Universidad Finis Terrae.
 
El profesor Egidio Contreras explica que cuando se trata de la estimulación a través de la música, importa más la calidad de la pieza que se usa que la cantidad de tiempo que se aplica. “Básicamente se busca desafiar sistemáticamente al oído, para que escuche más y mejor, por ello empleamos estilos musicales seleccionados que suponen un grado adicional de dificultad para escuchar”, explica.
 
Por eso se usa la música clásica, porque los niños y adolescentes la escuchan muy poco debido a que la encuentran “fome”.
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