Los tres niveles de nuestro cerebro
Paul Mac Lean, célebre psicólogo norteamericano, gran estudioso del cerebro humano, distingue hasta tres niveles dentro de éste. Llega incluso a hablar de un “cerebro triúnico”, de tres cerebros encajados.
Estos tres cerebros de los que habla Mac Lean son el cerebro reptiliano, que compartimos con los lagartos, el cerebro límbico, que nos asemeja al resto de los reptiles y a los mamíferos, y el cerebro cortical, que ya se desarrolla en algunos mamíferos pero que alcanza su máximo exponente en el ser humano.
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Estos tres niveles son fácilmente apreciables incluso en el desarrollo del cerebro humano cuando este es todavía un feto. Primero se desarrolla ese primer cerebro básico común a los reptiles, luego uno más desarrollado y por último, a partir de los cinco meses, el cerebro humano experimenta su máximo desarrollo diferenciándose al fin del resto de los animales .
La existencia de estos tres niveles ha sido vista por algunos como verdaderos vestigios de la evolución humana a lo largo de los siglos, puesto que parece que han ido superponiéndose uno sobre otro.
Estos tres cerebros se encuentran en permanente comunicación entre ellos, pero conservan sin embargo una cierta independencia y controlando además cada uno algunos rasgos específicos.
El cerebro más primitivo, el reptiliano, es también el que nos conecta con el hombre primitivo. Es un cerebro que nos entronca con nuestras raíces, con las tradiciones, con los rituales, con nuestro atávico miedo al cambio, a lo novedoso.
Este cerebro se encarga de automatizar todas nuestras respuestas, de la repetición , de la rutina, pero también de marcar nuestro territorio, de defendernos ante cualquier agresión externa.
Nuestros prejuicios tienen su origen en ese cerebro primitivo.
Sobre ese primer cerebro la evolución ha ido construyendo un segundo nivel, un segundo cerebro, el denominado límbico.
Si el primer nivel apareció hace 200 millones de años, esta segunda capa lo hizo, tan sólo, hace 60 millones de años.
El cerebro límbico controla todo lo relacionado con nuestros afectos, con nuestra visceralidad, con nuestras motivaciones.
El cerebro límbico nos acerca al resto de los mamíferos y nos asegura las cuatro grandes funciones para nuestra supervivencia: la agresividad, el alimento, el apareamiento y la autodefensa.
Por último, el cerebro cortical, es el cerebro superior, el que nos distingue del resto de los animales. Es la culminación de la evolución. El neo-cortex ha alcanzado en el hombre una dimensión tan grande que debe plegarse sobre sí mismo para tener cabida dentro de nuestra cabeza.
Esta dividido en dos hemisferios y a su vez en cuatro lóbulos, cada uno de los cuales tiene funciones específicas.
Los lóbulos temporales se ocupan del lenguaje y es también donde parece alojarse la memoria. También se ocupan de la audición.
Lo lóbulos occipitales son los encargados de la vista y los lóbulos parietales son los que rigen nuestros sentidos.
En los lóbulos frontales es donde se aloja lo que denominamos inteligencia. Es aquí donde se planean y deciden nuestras estrategias. Donde pensamos lo que debemos o no hacer y cómo hacerlo.
Este nivel del cerebro es muy inestable e imprevisible. Es el cerebro creador, el que nos impulsa a emprender nuevos caminos, a inventar, a no conformarnos con lo que tenemos o lo que somos, a buscar lo novedoso.
Estos tres niveles descritos por Mac Lean han sido criticados por otros estudiosos de la materia, en cuanto a la especialización de cada uno de ellos, sin embargo la mayoría han coincidido en reafirmar la existencia de esos niveles primitivos en el cerebro, que nos acercan de una manera directa con nuestros ancestros, y que nos hace reaccionar ante determinados estímulos amparándonos en nuestros más bajos instintos.
Joseph Petersen