FELIPE CUBILLOS: “Busco siempre el sueño imposible”
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Después de dar la vuelta al mundo en yate, Felipe Cubillos buscaba un sueño más grande y su eterno amigo, el mar, se lo puso en la mira: levantar las escuelas y caletas devastadas por el terremoto y el tsunami. Una tarea que cada día que pasa se hace más real.
Durante los desastres y crisis siempre aparecen héroes. Algunos anónimos, otros más mediáticos. El caso de Felipe Cubillos es una mezcla de ambos. Su anonimato va por la vía de no tener más intenciones que ayudar y representar a un mundo que no busca sino entregar un aporte, que sea efectivo y rápido. Su exposición, casi obligada, es para difundir y aglutinar gente alrededor de la cruzada “Levantemos Chile”. Su celular no para de sonar. Durante la entrevista debe haberlo hecho al menos 15 veces, claro que por educación Cubillos lo había dejado en silencio, considerando que cada ring es una posible donación, como nos cuenta mientra revisa las llamadas perdidas al finalizar el encuentro. Por lo mismo, la batería no le dura mucho, aunque las pilas de él parecen tener duración ilimitada. Todo el día está contestando su teléfono para coordinar las donaciones y ayudas. Duerme poco, come poco y a veces da la sensación de que tuviera un doble.
Cuesta creer que por la mañana esté en un matinal de televisión, en la tarde en Iloca y a medianoche en el noticiario. Además, con el mejor ánimo. Pero está acostumbrado. Lleva casi tres años compitiendo arriba de un yate donde las comodidades son mínimas y el máximo lujo es el silencio y las estrellas. Donde las inclemencias del tiempo lo han tratado de doblegar, pero él, tozudo, no se ha dejado nunca pasar a llevar por el mar.
“Pensé que con las olas en el Mar del Sur lo había visto todo”, confesó Cubillos a sus amigos en un mail. Pero el maremoto que azotó la costa chilena, asegura, ha sido lo más fuerte que le ha tocado presenciar.
“El domingo después del terremoto estaba viendo televisión en mi casa, donde no había pasado nada y me bajó la inquietud de cómo podía ayudar a la gente. Se me ocurrió que sería una buena opción donar los derechos del libro que hicimos con la historia del Desafío Cabo de Hornos, pero pensé que era poco. Por eso, le pedí a un amigo que me llevara en helicóptero a ver la zona devastada. Sentía que, si iba a empezar algo, lo primero era conocer físicamente el lugar. Nunca había escuchado hablar de Iloca. Me pareció precioso desde el punto de vista geográfico, pero mostraba un estado de desolación brutal, como si hubiese caído una bomba atómica. Cualquiera que vaya se sentirá obligado a hacer algo”, recuerda.
Agrega que desde ese instante empezó a enviar mails con la poca batería que le quedaba en su notebook, porque no había electricidad en la zona. Le mandó correos a toda la lista que lo seguía durante la vuelta al mundo, y entre las respuestas que recibió, el dueño de Tecnofast, su amigo Cristián Goldberg, le ofreció lo que fuera necesario. Por ejemplo, un hotel destinado a la industria minera, que en menos de 15 días puede alojar a 500 personas. Cubillos se lo contó al alcalde, pero éste le respondió que la gente prefería dormir en carpas o mediaguas, y que era mejor reconstruir la escuela o la posta.
Lo que vino después ya se conoce. En pocos días, gracias a la ayuda de Tecnofast, levantaron la escuela de Iloca, el retén y el policlínico de Cauquenes. La velocidad con que se mueve Cubillos es vertiginosa, por lo que seguramente cuando salga esta entrevista va a haber más escuelas y construcciones en pie, dispuestas para volver a hacer sonreír a los que perdieron todo. Lo que muy pocos conocen es que éste es un hombre que no se quiebra con facilidad y que no descansará hasta lograr que todos los niños vuelvan a sus escuelas nuevas y que los pescadores de la Séptima y Octava regiones vuelvan a altamar.
–¿Cómo llegas a dormir en las noches con toda la carga de emociones que tienes?
–Para ser sincero, soy bien llorón. Cuando empiezo a recordar… (silencio, sus ojos se enrojecen como muestra de lo que está sintiendo)… La señora Hortensia en Boyeruca lo perdió todo, todo. Se le cayó toda la pensión que tenía y ella no quería ayuda. Le regalaron una vajilla y se la regaló a la vecina, porque ella iba a recuperar la suya de entre medio de la arena. Este es un país de miedo, es maravilloso. Lo quiero mucho más que antes. Podemos dar una gran lección. Nunca imagine que se produjera esto. Habla muy bien del alma del país.
Felipe Cubillos Sigall (47 años), abogado, empresario y navegante, es hoy uno de los rostros más conocidos y admirados por los chilenos. No sólo por su actitud de generoso desprendimiento, sino por su claridad mental y su visión de país. Hijo del ex canciller Hernán Cubillos y Marcela Sigall, es hermano de la ex diputada Marcela Cubillos y del rector de la Universidad Finis Terrae, Nicolás Cubillos, y nieto del doctor Luis Sigall.
