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Para criar hijos felices

¿Cuál es el secreto para criar hijos felices?

La mirada de diferentes personalidades, psicólogos, filósofos, psiquiatras, padres de familia…
 Podemos plantearnos cómo queremos educar, porque los aspectos innatos son sólo una parte y la otra importante es la educación. De ella depende qué haga nuestro hijo con sus capacidades innatas, esta herencia genética que recibe  y nosotros como padres debemos ayudarlo a administrarla.  Con los recursos que le demos le enseñamos a sacar el máximo rendimiento a sus potencialidades.
 

 
JOHN ROSEMOND 
Psicólogo y terapeuta familiar (EEUU)
 
  Para John Rosemond, psicólogo y terapeuta familiar (EEUU), la respuesta no es tan complicada como parece.
 
Su libro “El plan de seis puntos para criar hijos sanos y felices” nos dice :
 
PUNTO 1: 
Preste más atención a su matrimonio que a sus hijos. En otras palabras, fije las prioridades como corresponde y no deje que ese orden se altere. Si usted no tiene pareja, esto significa: préstese más atención a usted que a sus hijos. Recuerde que resultará difícil que pueda dar algo, si su propio “stock” está agotado.
 
PUNTO 2: 
Dé por sentado que sus hijos le obedecerán y tómelo como lo único que cabe esperar. Deje de disculparse por las decisiones que toma, referidas a la vida de sus hijos. Vuelva a conectarse con la fuerza de la frase: “Porque yo lo digo”. Deje de creer que puede persuadir a sus hijos de las decisiones que está tomando son para el bien de ellos. Para que un niño pueda sentirse seguro y protegido, es esencial que sus padres tengan autoridad, sean decididos, y que el chico pueda contar con ellos. En pocas palabras, que detenten el poder. Así que ¡Adelante, sus hijos cuentan con usted!
 
PUNTO 3: 
Asegure la participación de sus hijos en la familia, esperando y dándoles la posibilidad de colaborar en forma activa y concreta, de la única manera en que ellos lo pueden hacer: ayudando en la casa. Y al convertirlos en miembros responsables de la familia, hágalos también responsables de su propia conducta. Deje de correr el ómnibus cuando a ellos le corresponde hacerlo, deje de atarle los cordones de los zapatos, deje de evitar que se caigan de narices. Déles la oportunidad de aprender “por la fuerza”, que, muy a menudo, es la única forma posible de aprender.
 
PUNTO CUATRO: 
Administre a sus hijos dosis regulares y realistas de Vitamina NO. Cuando lo haga, y ellos se tiren al suelo gritando y pataleando, felicítese por cumplir bien su tarea de padre o madre. Recuerde que al experimentar suficiente frustración durante la infancia, el niño se prepara para enfrentar la realidad de la vida adulta y , además, va desarrollando una cierta tolerancia a las frustraciones. Esa tolerancia tiene como resultado la perseverancia, que es el ingrediente esencial para tener éxito en la vida. Deje de pensar que su obligación es hacer que su hijo siempre esté contento : no es así. Su obligación básica es equiparlo con las habilidades que necesitará para buscar, con éxito, la felicidad por sí mismo. Frustre a sus hijos, para que triunfen en la vida.
 
PUNTO 5: 
En lo que se refiere a juguetes, menos es más. Y cuántas más cosas pueda representar cada juguete, tanto mejor. Recuerde que cuando un niño nos dice que está aburrido, lo que en realidad nos está diciendo es que le hemos dado demasiadas cosas, demasiado pronto.
 
PUNTO 6: 
No se deje engañar por la apología que se hace de ciertos programas de televisión para chicos. Recuerde que la televisión es un problema más serio de lo que parece a simple vista: cuando un niño mira televisión, lo que importa no es el contenido del programa, sino el hecho de que está sentado frente al televisor. Brinde a sus hijos la más hermosa oportunidad, en este mundo tan inundado de tecnología :permítale crecer sin que lo distraiga el permanente titilar de la “droga electrónica”.
 
PUNTO 7: 
Ame a sus hijos lo suficiente como para poner en práctica los 6 puntos anteriores.
 
Ahora haremos una recorrida por distintos tipo de pensamientos según diferentes autores.
 
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OSHO 
Filosofo Hindú
 
Para criar niños sanos y felices no los contaminemos con nuestras neurosis no resueltas, nuestros propios deseos, ideologías, miedos y creencias particulares. Antes de traer un hijo al mundo estemos nosotros sanos y felices luego y sólo luego podremos criar hijos sanos y felices.
 
No es una coincidencia que todas las religiones del mundo tengan en sus parábolas la idea de que una vez el hombre vivió en el Paraíso y de alguna manera, por alguna razón fue expulsado de él.
 
Las personas inteligentes, sensibles, creativas siguen estando obsesionadas por el Paraíso que una vez se conoció y ahora permanece como una tenue memoria, un difícil creer.
 
La búsqueda del paraíso es nuevamente la búsqueda de la infancia: hacerse de nuevo un niño inocente, sin contaminar por los conocimientos, sin saber nada, todavía consciente de todo lo que nos rodea, con un profundo asombro y sentido del misterio.
 
No permitimos a nuestros hijos bailar, gritar saltar, por razones triviales, quizá puedan romper algo, quizá se les moje la ropa con la lluvia si corren en el exterior, por pequeñas cosas se destruye por completo una gran cualidad espiritual: la alegría.
 
El niño obediente es elogiado por sus padres, por sus profesores, por todo el mundo, y el niño juguetón es censurado. Sus ganas de jugar podrían ser totalmente inofensivas, pero es censurado porque existe un peligro potencial de rebelión. Si el niño continúa creciendo con total libertad, acabará siendo un rebelde.
 
El niño rebelde se convertirá en un joven rebelde. No se le podrá obligar a satisfacer los deseos incompletos y los anhelos de los padres. Vivirá su vida propia de acuerdo con sus deseos más íntimos, no de acuerdo a los ideales de otra persona.
 
No se le da una oportunidad a su naturaleza. Ese niño muerto en su interior destruye su sentido del humor: la vida en vez de expandirse, comienza a encogerse.
 
La vida debe ser, en cada momento, una creatividad preciosa. No importa lo que tu hijo crea, podrían ser sólo castillos en la arena, pero todo lo que hace debería salir de su capacidad de jugar y de su alegría.
 
·     Enseñen a los niños a ser autosuficientes: a no depender de nadie.
 
·     Dejen de influir en el niño. Sólo podemos hacerle como nosotros y nosotros no somos nada. Démosle una oportunidad de ser él mismo.
 
·     No lo malcriemos.
 
·     Si no interferimos en sus primeros años, a los 7 años lo tendrá todo tan claro que vivirá toda su vida sin ningún arrepentimiento.
 
·     Hay que educar a los niños para que puedan hacer preguntas, y los padres no deberían responder esas preguntas a menos que realmente conocieran las respuestas. E incluso si las supiesen deberían decir como Buda solía decir a sus discípulos: “No creas lo que te digo, esa es mi experiencia, pero en el momento que te la cuento se vuelve falsa porque para ti no es una experiencia. Experimenta, pregunta, busca. A menos que tu mismo conozcas, tu conocimiento no sirve; es peligroso. Un conocimiento prestado es una barrera”.
 
·     Los padres deben aprender el arte de no hacer . Es una arte muy difícil. Tiene que aprender a mantenerse alejados, fuera del camino del niño, no interferir. Tiene que ser muy valientes para eso, porque dejar al niño sólo, es arriesgado. Durante miles de años se nos ha dicho: si al niño se le deja sólo, será un salvaje. Tú no le puedes dar nada al niño, sólo puedes tomar. Si realmente quieres hacerle un regalo al niño, este es el único posible : no interfieras. Arriésgate y deja que el niño se adentre en lo desconocido, en lo inexplorado.
 
·     Respeta a los niños, hazles intrépidos.
 
·     Sólo puedes hacer una cosa con tus hijos: compartir tu propia vida. Cuéntales que tú has sido condicionado por tus padres, que has vivido en ciertos límites, de acuerdo a un cierto tipo de ideales, y por culpa de esos límites e ideales te has perdido completamente la vida, y que tu no quieres destruir la vida de ellos. Quieres que sean totalmente libres, libres de ti.
 
·     Los padres necesitan un coraje y un amor inmensos para decir s a sus hijos: “No nos obedezcan, dependan de su propia inteligencia. Incluso si se equivocaran, es mucho mejor que seguir siendo esclavo y siempre hacerlo bien. Es mejor cometer errores y aprender de ellos que hacerle caso a alguien y no cometer errores. Pero no entonces nunca vas a aprender nada excepto a obedecer, y eso es veneno.”
 
·     Dile a tus hijos: “No hay nada malo en cometer errores. Comete todos los que puedas, porque es el modo en que más aprenderás. Pero no cometas el mismo error una y otra vez, porque eso te convierte en un estúpido”.
 
·      Si los padres aman a sus hijos les enseñarán a ser valientes, incluso en contra de ellos mismos. Le ayudarán a ser valiente en contra de los profesores, en contra de la sociedad, en contra de cualquiera que vaya a destruir su individualidad.
 
·     Los niños deberían convivir, o por lo menos conocer a muchas personas. Diferentes personas aportan diferentes canciones, otros estilos de vida, traen diferentes brisas y los niños deben ser expuestos a tantos estilos de vida como sea posible, de modo que puedan escoger, de modo que tengan libertad para escoger.
 
Y se deben enriquecer conociendo a tantas mujeres que dejen de estar obsesionados con la cara de la madre o el estilo de la madre. Entonces serán capaces e amar a muchas más mujeres, a muchos más hombres. La vida será más una aventura.
 
La felicidad de nuestros hijos
 
No hay que estar demasiado ocupados en hacer feliz a los hijos y luego sentirse infeliz por fracasar en el intento. La infelicidad es contagiosa, es como una enfermedad. Si eres infeliz, todos los que están conectados contigo, en especial los niños, se sentirán muy infelices. Y los niños son muy sensitivos, muy frágiles, muy intuitivos, sienten las cosas inmediatamente.
 
Hasta una determinada edad los niños permanecen muy arraigados en ti y saben lo que está pasando.
 
Relájate un poco. Déjale que se mezcle con otros niños, déjale que juegue, y deja de hablar en términos de felicidad o infelicidad.
 
En vez e eso, se feliz. Viéndote feliz, ellos se sentirán felices.
 
El niño sólo es feliz cuando no es consciente de ello. La felicidad es algo muy sutil que sólo sucede cuando estás totalmente inmerso en otra cosa.
 
El niño está jugando y es feliz porque, en esos momentos, no sabe nada de sí mismo, ha desaparecido. La felicidad sólo existe cuando has desaparecido,. Cuando regresas la felicidad ha desaparecido.
 
A la felicidad no hay que buscarla directamente, haz cualquier cosa y la felicidad te sigue ; es una consecuencia, no un resultado.
 
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MIGUEL ANGEL CONESSA
 
Ser padres es una tarea sumamente personal.
 
La reflexión sobre la forma personal de ser padres la podemos hacer antes de tener un hijo, como una forma de establecer una orientación previsora.
 
Si el hijo ya es mayor, también es un momento de retomar ciertas actitudes y ver, desde la experiencia, si son adecuadas o no.
 
Podemos plantearnos cómo queremos educar, porque los aspectos innatos son sólo una parte y la otra importante es la educación. De ella depende qué haga nuestro hijo con sus capacidades innatas, esta herencia genética que recibe  y nosotros como padres debemos ayudarlo a administrarla.  Con los recursos que le demos le enseñamos a sacar el máximo rendimiento a sus potencialidades.
 
Hay unos requisitos básicos para que el desarrollo de nuestro hijo sea armónico, que pueda crecer sano y feliz.
 
1.   Que tenga las necesidades básicas satisfechas.
 
2.   Que sea atendido y aceptado por la familia.
 
3.   Que tenga un grupo de referencia y de pertenencia.
 
4.   Que reciba una educación que potencie sus capacidades.
 
Hay formas de ser padres que no favorecen este desarrollo, incluso pueden, al contrario, llegar a bloquearlo.
 
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WILHEM STEKEL 
Psiquiatra y escritor
 
Para WILHEM STEKEL,  lo importante para criar hijos sanos y felices es educarnos como padres.
 
Nuestra ignorancia de las cosas psíquicas y nuestros principios erróneos, son responsables de numerosas y crecientes trastornos psíquicos en nuestros hijos, víctimas de una falsa educación.
 
Las impresiones de la juventud deciden el porvenir.
 
Los padres servimos de ejemplo a nuestros hijos, nuestro comportamiento es, pues, concluyente para ellos.
 
¿Pero cómo educar hijos sanos y felices cuando uno mismo no lo está?
 
Somos un producto de predisposiciones hereditarias (factor constitucional( y de la influencia del medio (factor condicional). Aún cuando el factor constitucional sea definitivo, puede ser mejorado.
 
Se puede demostrar, que la nerviosidad de los padres no se trasmite sólo por herencia, sino también por una educación falsa. Nerviosidad es igual a desdicha disfrazada.
 
Hay padres nerviosos, insatisfechos, irritables , muy jóvenes o muy maduros, puritanos, sádicos, alcohólicos, obsesivos, egoístas.
 
Algunos ejemplos:
 
·     Los padres ambiciosos, decepcionados de la vida, esperan de los hijos las realización de sus proyectos fracasados.
 
·     Los padres descontentos, hace reproches a sus hijos descubriendo en ellos cada vez nuevos defectos.
 
·     Los padres hipocondríacos, que tiemblan por su vida, no quiere a ninguno de los que le rodean, hacen de sus hijos seres obsesivos.
 
·     El padre derrochador, el pedante, el incumplidor, el cruel, el débil, el indiferente, el exageradamente tierno, el inquieto, el descuidado, el impulsivo, el apático, el colérico, cada uno de estos tipos dejan huellas imborrables.
 
  No hay que desesperar ante tamaña enumeración, y creer que la educación de los padres es insoluble.
 
Todo perjuicio tiene sus ventajas.
 
Sería un error unificar la humanidad de acuerdo con un modelo.
 
Pero la humanidad sacaría un provecho inconmensurable, si los padres, conscientes de nuestros defectos los evitáramos, dominando nuestra debilidad en la medida en que se las trasmitimos a sus hijos.
 
Es natural deducir que es muy difícil criar niños sanos y felices en esas condiciones psíquicas.
 
Hay estados intermedios (acá estamos la mayoría) que podemos observar, internalizar para mejorarnos, educarnos como padres. El simple y profundo acto de darnos cuenta es el motor esencial de cambio.
 
Pero sabemos que antes de querer educar con amor tenemos que sentir amor, ser alegres, ser sanos.
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