A estas alturas, hay evidencia abrumadora de que estar en buena forma física previene el desarrollo de patologías cardiovasculares, obesidad, diabetes, enfermedades neurodegenerativas o cáncer. Por si fuera poco, se ha visto que el ejercicio también mejoró con nuestra salud mental .
Pero, ¿sabemos por qué? Y, sobre todo, ¿cuánta actividad física es necesaria para que alguno de estos mecanismos haga efecto? ¿Da igual el tipo de ejercicio? Es decir, ¿cualquier respuesta motora activa estos mecanismos positivos para la salud?
Para poder responder a todas estas cuestiones hay que empezar por comprender las bases neurales del movimiento. Es decir, cómo se elabora y regula un programa motor en nuestro cerebro.
Circuitos neurales que elaboran los programas motores
El movimiento del cuerpo humano tiene su origen en circuitos neurales que estimulan la contracción de los músculos del cuerpo. En distintos centros neurales de nuestro cerebro y de forma jerárquica se toman decisiones para elaborar y ejecutar un programa motor. El sistema de control del movimiento cerebral incluye tanto actividades motoras rutinarias, como caminar, hasta movimientos más elaborados, como tocar el piano, bailar o lanzar un triple.
En el primer nivel en la jerarquía de la toma de decisiones de movimiento encontramos la corteza cerebral , que da el pistoletazo de salida a la elaboración de un plan motor. La orden transcurre por diversas estructuras cerebrales como las del tronco del encéfalo, cuyas redes neurales ajustan el plan motor. Finalmente, el estímulo definitivo se dirigió a la musculatura responsable del movimiento parte principalmente de las redes neurales de la médula espinal.
Lo más interesante es que en cada punto de este camino se toman “decisiones” que pueden modularse.
Modulación dopaminérgica de la capacidad física
De estudiar cómo se ejecuta (y se regula) un programa de ejercicio a nivel cerebral se ocupa nuestro grupo de investigación en neurobiología de la actividad física de la Universidad de Murcia, liderado por José Luis Ferrán. Utilizamos modelos animales, que brindan la oportunidad de entender cómo madura el cerebro durante distintas etapas de la vida en un corto período de tiempo.
A principios de este año publicamos en la revista Molecular Neurobiology nuevos datos sobre el papel del sistema dopaminérgico durante la mejora de la capacidad física. Este sistema participa en la generación de la respuesta motora, y se ve gravemente afectado en pacientes con enfermedad de Parkinson .
Concretamente observamos que, durante la etapa adolescente de los roedores, la dopamina liberada desde los centros neurales dopaminérgicos condicionaba la cantidad de actividad física que un individuo puede llevar a cabo.
Al administrar bloqueantes de la acción dopaminérgica mediada por los receptores D1 se demostró que el tiempo de actividad física resistido por los roedores en la rueda disminuyó significativamente. De esta forma, se desarrollarán que estructuras cerebrales como las del cuerpo estriado y de otras regiones del cerebro participarían en la modulación de la capacidad de ejercicio, y que esta depende a su vez de la acción dopaminérgica.
El descubrimiento tiene importancia. Conocer los mecanismos neurales que regulan la intensidad y el tiempo que se puede permanecer corriendo permitirán potenciar los efectos positivos de la actividad física.
El tiempo que corremos o hacemos cualquier otro ejercicio, sumado a la intensidad a la que lo hacemos, forman parte de lo que se conoce como “carga” de actividad física. Después de todo, si resulta que los beneficios para la salud se relacionan con cargas y tipos específicos de ejercicio, es importante conocerlo. Porque permitirá individualizar la prescripción del ejercicio según el estado de salud, el historial clínico y otras variables propias de cada individuo.
Por si fuera poco, entender cómo se regula y gestiona la respuesta motora podría también mejorar los programas de entrenamiento para los deportistas.
Fuente: theconversation.com