¿Porqué nos deprimimos?
Para responder a esta pregunta, antes definamos: ¿Qué es la depresión psicológica?
Básicamente, es un trastorno del estado de ánimo, que tiñe de un color oscuro toda nuestra vida. A tal punto, que interfiere absolutamente en las relaciones afectivas, laborales o sociales.
Este trastorno es más frecuente en el sexo femenino, en una proporción de cinco mujeres por cada dos hombres. Sin embargo, también se presenta en niños de ambos sexos y en adolescentes, que muestran entonces conductas antisociales, drogadicción, dificultades escolares y alta sensibilidad frente al rechazo amoroso o a la crítica.
¿La causa?. Se encuentran muy ligadas a dos elementos psíquicos: Los diálogos internos y las ideas irracionales. Pero antes de hablar de estos pilares cognitivos del problema, la depresión psicológica, describiremos las características fundamentales de esta depresión. No obstante es importante señalar que existen ciertas depresiones, llamadas de tipo endógeno u orgánico, en las cuales se sospecha que en su génesis intervienen elementos bioquímicos. Como todo problema humano es multifactorial en su formación y desarrollo, los aspectos físicos y psíquicos se entremezclan en casi todas sus manifestaciones. Existen también las llamadas “depresiones nerviosas” por agotamiento o estrés, depresiones post traumáticas, etc. Hasta hace poco se las clasificaba como reactivas o endógenas, las reactivas eran, por decir algo simple, menos complejas y de causas vivénciales, y las endógenas serían más severas y asociadas a factores orgánicos. Hoy esta clasificación va en desuso y se habla solo de polares, unipolares, severas, moderadas, psíquicas y orgánicas. En este artículo hablaremos de la depresión psíquica o reactiva, de tipo unipolar, y de sus causas y del tratamiento indicado, según la psicoterapia cognitiva procesal sistémica.
Los episodios depresivos
Cuando esta manera oscura y tormentosa de ver el mundo se mantiene por lo menos durante dos semanas, se habla de un episodio depresivo. Puede tener funestas consecuencias, y por esta razón, es conveniente recibir ayuda especializada lo antes posible.
La persona presenta algunas conductas muy precisas:
Pierde el interés en casi todas las actividades usuales, y en lo que antes le ocasionaba placer y la mantenía motivada.
Dice estar triste, desesperanzada, desanimada. A menudo recurre a expresiones como “me siento dentro de un hoyo”.
Hay trastornos del apetito, generalmente por disminución del mismo, con significativa pérdida de peso. Otras personas muestran un aumento del apetito y del peso, cuando la depresión tiene fuertes compromisos ansiosos. En el caso de los niños, tienden a dejar de comer, estancándose en su desarrollo.
Son comunes los trastornos del sueño: dificultad para quedarse dormido, sueño interrumpido, o demasiado sueño (hipersomnio). Esto asociado, durante el día con dificultades de concentración o en la toma de decisiones.
El aspecto psicomotor sufre alteraciones: hay agitación, incapacidad para permanecer tranquilo. En el otro extremo de esta actitud, hay lentificación psicomotora, que se traduce en un hablar pausado y movimientos corporales lentos. En los niños se observa una importante disminución de la actividad.
Casi invariablemente decae la energía. La persona experimenta una fatiga constante: hasta la más pequeña tarea puede parecer difícil o imposible de lograr.
A esto se agregan sentimientos de minusvalía: el individuo cree que todo lo ha hecho mal, y recuerda sus errores, magnificándolos. Se reprocha incluso mínimos detalles, y busca en el ambiente cualquier signo que refuerce esa idea de que él no vale nada. Hay sentimientos de culpa, igualmente exagerados, sobre situaciones presentes o pasadas.
Asociado a la depresión está el llanto frecuentemente, con sentimientos de angustia, irritabilidad, mal genio, líbido ausente o disminuida, preocupación excesiva por la salud física, ataques de pánico y fobias.
Depresión crónica
Estos mismos síntomas descritos anteriormente pueden mantenerse durante bastante tiempo, aminorados, pero no superados.
Se trata entonces de una depresión crónica que, para ser calificada como tal, debe durar por lo menos dos años en los adultos y un año en niños y adolescentes.
Hay sentimientos de tristeza, desánimo, desesperanza; pérdida de interés por lo que ocasionaba placer. Esta diferencia puede ser persistente, o intermitente, separada por períodos de normalidad afectiva muy breves, de días o de semanas.
¿Cuándo y cómo se origina una depresión crónica?
A veces, muy temprano, en la niñez, adolescencia, o primeras etapas de la edad adulta. En otros casos, puede desencadenarse después de un período depresivo, que continúa latente, lo cual lleva el nombre, en su etapa críptica, de “depresión subclínica”.
Al respecto es importante señalar que 229.000.000 de personas en el mundo sufren de depresión, y en medicamentos, hospitalizaciones y ausencias laborales debidas a este trastorno, en Estados Unidos de Norteamérica, se gasta anualmente treinta y cuatro mil millones de dólares (2.001). Imposible no reconocer la importancia del problema, y por esto, en la última década, varios centros académicos de esa nación (U.S.A.) se han dedicado a investigar por qué la gente se deprime. Y naturalmente en la medida que más se va conociendo de este trastorno, más dudas y preguntas surgen. No obstante, es claro, como decíamos más arriba, las causas son múltiples, en todos sus aspectos, tanto personales, familiares, sociales y físicos. Es también meritorio mencionar que esto ha traído una corriente “opuesta” de investigación, llamada “Psicología Positiva”, liderada por el Dr. Martín Seligman, donde se están preocupando de conocer científicamente porque algunas personas son felices, como lo hacen y mantienen ese talante, enfrentando la misma realidad, aparentemente, que las personas que se deprimen. Pienso que ambas líneas de investigación son perfectamente complementarias
Una conclusión primordial de estos estudios y que ha cambiado todo el enfoque del problema, en su vertiente netamente psicológica, es la siguiente: existe una estrecha relación, como lo mencionamos anteriormente, entre las cogniciones (ideas, imágenes, capacidad de concentración, etc.), las emociones y la conducta. A este respecto es interesante hacer notar, como hace muchos años, el investigador Chileno, Darío Salas S., en su libro “Hipsoconsciencia” (1975), expresa con meridiana claridad, la estrecha relación que existe entre las dificultades de atención y los trastornos mentales, incluida la depresión.
La tríada cognitiva
Todos los signos de la depresión, como la tristeza, soledad, falta de motivación, trastornos del sueño y del apetito, fatiga o irritabilidad, pueden ser explicados totalmente desde el punto de vista cognitivo. Porque los pensamientos distorsionados de las personas deprimidas son fundamentales en el desarrollo y mantenimiento de la sintomatología depresiva.
Y resulta especialmente importante la tríada cognitiva, que se forma con tres aspectos:
Consideración negativa de sí mismo: el individuo deprimido manifiesta una marcada tendencia a considerarse como deficiente, inadecuado o inútil. Atribuye sus experiencias desagradables a un defecto propio, sea físico, mental o moral. Se auto degrada.
Consideración negativa del mundo: las interacciones con el ambiente son interpretadas como privaciones, o derrotas. El depresivo estima que el mundo le hace enormes exigencias y le presenta obstáculos que interfieren con el logro de sus objetivos de vida.
Consideración negativa del futuro: siempre desde una perspectiva oscura, se da vueltas y vueltas sobre una serie de expectativas que parecen amenazantes. Supone que sus problemas y experiencias comunes continuarán indefinidamente y que los males ya conocidos se agregarán otros males mayores.
Junto a esta tríada cognitiva, existen dos conceptos muy importantes, que son el “desamparo aprendido” y los “esquemas” de los diálogos internos donde se enlazan las ideas irracionales.
Desamparo Aprendido
Puede ocurrir que la depresión se origine de una desesperanza o desamparo aprendido: la persona aprende a creer que los eventos de su vida son incontrolables.
Un niño puede adquirir la noción de que él es inepto, ya sea porque ha tenido experiencias de fracaso o porque otros se lo han dicho, y en esto los padres y profesores tienen una enorme influencia, al hacer observaciones o entregar mandatos sobre la conducta del niño; y cada vez que se encuentre en dificultades, estimará que no tiene control sobre los eventos, simplemente porque él está convencido de que es inepto. El Psicólogo Norteamericano, Dr. Albert Bandura, explica esto a través del concepto de “sentimiento de auto eficacia”. Una persona deprimida presenta “sentimiento de auto eficacia” en su mínima expresión.
Esquemas Cognitivos
Cualquier persona puede fabricarse una depresión cultivando diálogos internos con ideas irracionales.
Todos tenemos fracasos o dificultades. Pero el depresivo magnifica estas situaciones, hasta que llega a crearse un esquema o estructura cognitiva, una distorsionada imagen de sí mismo: “Soy inútil”, “soy tonto”, “soy desagradable”.
Y si a este diálogo interno, compuesto por ideas irracionales se agregan eventos de vida comunes que causen tensión, la persona puede caer en una depresión clínica, con serias consecuencias.
Un aspecto que vale la pena subrayar es que la persona depresiva va seleccionado los recuerdos negativos. Se alimenta de ellos, y capta rápidamente los estímulos que le refuerzan ese esquema cognitivo: “Claro, de nuevo fracasé porque soy inútil”. Y bloquea cualquier sentimiento positivo con diálogos internos como éstos: “No merezco ser feliz”; “soy diferente a los demás”, “todo está mal en mi vida”. Debemos recordar que la memoria es selectiva, y a veces solo recuerda lo que nuestro sistema cognitivo quiere recordar. Es importante también enfatizar que estas estructuras cognitivas, se pueden desarrollar en algunas personas más fácilmente que en otras, por ciertas espontaneidades genéticas y de experiencias primarias.
Esto es la mecánica psíquica que está detrás de muchas depresiones. Para terminar este comentario, quisiera entregar algunas de las 10 frases inconscientes y mecánicas, más típicas y frecuentes que refuerzan nuestras actitudes depresivas. Estos son modelos básicos estudiados por el doctor Aarón Beck (1976), de ideas irracionales que nos pueden orientar para estudiarnos y ver si en nosotros existe, en nuestros diálogos internos, estos mensajes irracionales que son el origen de muchas depresiones y malos momentos. Ellos son:
No podré ser feliz si no soy famoso o reconocido por los otros.
Si cometo un error, significa que soy inepto.
Para ser feliz debo tener éxito en todo lo que emprenda.
Si no estoy en la cumbre y soy exitoso, estoy en el suelo y derrotado.
Para ser feliz debo ser aceptado por toda la gente, todo el tiempo.
Es maravilloso ser popular, famoso, conocido. Es terrible ser impopular, un tipo normal.
Mi valor como persona depende de lo que otros piensen de mí.
No puedo vivir sin amor. Si mi esposa (amante, padre, hijos, etc.), no me aman, no valgo nada.
Si alguien está en desacuerdo conmigo significa que no le agrado o ésta en mi contra.
Si no aprovecho perfectamente cada oportunidad para triunfar, lo lamentaré siempre.
Todas estas oraciones se repiten mentalmente, una y otra vez, sin darnos cuenta, por su mecanicidad, debilitando nuestra psiquis y nuestra capacidad de triunfar sobre los eventos negativos, internos o externos. Observemos si estos pensamientos irracionales, con sus variantes personales, existen en nosotros, para al detectarlos, poder bloquearlos y liberarnos de ellos. Recordemos que estos pensamientos son modelos básicos y se pueden presentar con ciertos cambios de palabras o énfasis.
La depresión que no tiene un origen biológico, las cuales son mayoría, son relativamente fáciles de superar si aprendemos a usar correctamente nuestra psiquis, cambiando nuestra actitud interna (sentimientos de auto eficacia), elevando el nivel de consciencia, ahorrando energía a través de una buena relajación, bloqueando pensamientos irracionales y mecánicos y viviendo intensamente el momento presente.
Fuente:ÂÂ
Psicólogo Antonio Estévez M., CLINICA CECOP.CL