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Psicología de los colores

Psicología de los colores: ¿Cómo reaccionamos ante ellos? (I: Colores primarios)
Los colores son uno de los elementos más presentes en nuestra vida y uno de los que más determinan nuestras sensaciones e impulsos. ¿Por qué la comida azul nos produce rechazo? ¿Por qué asociamos el rojo al amor? ¿A qué se debe que el amarillo nos inspire alegría e ira a la vez? Vamos a descubrir cómo y hasta qué nivel varía el efecto de un color sobre las personas.

Cada color produce muchos efectos distintos, a menudo contradictorios, debido a que conocemos más sentimientos que colores. Un rojo puede resultar erótico o brutal, inoportuno o noble, así como un verde puede parecer saludable, o venenoso, o tranquilizante. Estos efectos tan diversos y particulares se deben a que ningún color aparece aislado, sino que cada uno está rodeado de otros colores, es decir, en un efecto intervienen varios colores. A esto se le conoce como acorde de colores.

Fuente: http://todaunaamalgama.blogspot.com/

 

¿Qué es un acorde de colores?
Un acorde cromático se compone de aquellos colores más frecuentemente asociados a un efecto particular, de manera que se evidencie que colores iguales se relacionan siempre con sentimientos e impresiones semejantes. Ejemplifiquemos esto: los colores asociados con la fidelidad se asocian también a la confianza; los que se asocian con la animación, lo hacen también con la alegría. De este modo, un acorde de colores no es un efecto accidental, sino una combinación que determina el efecto del color principal.

Los colores psicológicos.

Suelen diferenciarse trece colores psicológicos: azul, rojo, amarillo, verde, negro, blanco, naranja, violeta, rosa, oro, plata, marrón y gris. Cada uno de ellos se ha ligado a varias emociones, sensaciones, sentimientos e impresiones que son coincidentes en personas de diferentes culturas, edades y regiones. ¿A qué se deben estas coincidencias? Los colores tienen simbolismos y significados universales que se asocian con experiencias humanas que nada tienen que ver con la cultura o la sociedad, sino que están presentes en las personas de manera global.

Los colores suelen clasificarse en bloques que los dividen en primarios, secundarios o terciarios, según su procedencia. En el grupo de los colores primarios encontramos el azul, rojo y amarillo, colores de los que proceden el resto de gamas, llamadas “secundarias”, que engloban los tonos verdes, anaranjados y violetas. Se discute sobre si el blanco y el negro son verdaderos colores debido a los efectos ópticos de la luz, ya que el blanco implica presencia máxima de luz, y el negro, ausencia absoluta. Colores como el rosa, el gris o el marrón proceden de mezclas subordinadas entre colores primarios y secundarios (colores terciarios).

Hay dos reglas básicas que debemos conocer sobre el efecto de los colores antes de abordar su estudio:
El mismo color tiene un efecto completamente distinto si se combina con otros colores.
Si un color se combina con el negro, su significado positivo se convierte en el significado contrario.

En el presente texto únicamente abordaremos lo concerniente a los colores primarios.

AZUL:

Es el color preferido del 46% de los hombres y el 44% de las mujeres, en cualquiera de los 111 tonos que se conocen. Sólo un 1% de los hombres y un 2% de las mujeres señalan el azul como el color que menos les gusta.

Es uno de los colores más empleados para la ropa, los automóviles y las viviendas, sobre todo en dormitorios, pues es tranquilizante. El único ámbito de la vida cotidiana en el que el azul es más rechazado es en la comida: no comemos ni bebemos prácticamente nada azul. Esto es debido a que el azul no es un color que se encuentre de forma natural en los alimentos (casi ningún alimento proveniente de la naturaleza es azul, sin olvidar a los arándanos), de modo que se prefieren comidas y bebidas de color rojo, naranja o amarillo, que son mucho más predominantes en los alimentos naturales. Este rechazo es también fundamentado por el color azulado que adquiere la carne, por ejemplo, alimento fundamental en la dieta humana, cuando está en mal estado, lo cual nos indica que va a hacernos daño. Además, un estudio reciente publicado en la revista Journal of Consumer Research ha revelado que el color de los alimentos influye en la percepción del sabor.

Tiene mayor importancia su valor simbólico y sentimental, pues es el color asociado a las buenas cualidades que se acreditan con el tiempo y de los buenos sentimientos que se basan en la comprensión recíproca. No hay ningún sentimiento negativo en el que domine el azul. Es el color más nombrado en relación con la simpatía, la armonía, la amistad y la confianza.

Cuando relacionamos una experiencia a algún color lo hacemos en contextos amplios, por ejemplo: el cielo es azul, por lo que el azul es el color de lo divino y lo eterno. No es casual que el verde sea el segundo color nombrado en estos sentimientos: en contraste con el azul, el verde es terrenal, el color de la naturaleza. En el acorde azul-verde se unen Cielo y Tierra de manera armónica y natural.

El azul también se asocia con la lejanía o la vastedad, la eternidad y la infinitud, y con lo grande. Esto se debe a la ilusión de espacio que produce la perspectiva creada por los colores, lo que se conoce como “perspectiva aérea”, que genera que en los cuadros el azul del cielo sea más profundo arriba que abajo.

El efecto psicológico del azul ha adquirido un valor universal, y, como color de la lejanía, también es color de la fidelidad: ésta se relaciona con la lejanía puesto que sólo se pone a prueba cuando se da la ocasión para la infidelidad. En la poesía trovadoresca aparece una mujer llamada Staete que es la encarnación de la fidelidad (Staete significa constancia) y siempre va vestida de azul.

El azul también es el color de la fantasía si aparece unido al violeta y al naranja. Como color de la lejanía y del anhelo, el azul es el color de lo irreal, e incluso de la ilusión y el espejismo. En la antigua Alemania se designaban como “cuentos azules” a las historias inventadas, y en Holanda se emplea la expresión “esto no son más que florecillas azules” para hacer referencia a las pequeñas mentiras que alguien cuenta.

Además, el azul es el color de lo frío y lo masculino, de la inteligencia, la ciencia, la concentración, la independencia y la deportividad. También hay una parte femenina del azul, puesto que es apacible, pasivo e introvertido, y el simbolismo tradicional lo vincula al agua, atributo de lo femenino. Asimismo, es el color de la Virgen María por antonomasia.

Es curioso cómo la palabra blue en el idioma inglés hace referencia, además de al color, a la fidelidad y la censura. La expresión true blue (traducida es algo parecido a “fiel hasta la médula”) implica una unión sólida. El rito nupcial inglés de las novias tiene que estar formado por something old, something new, something borrowed, something blue (algo antiguo, algo nuevo, algo prestado, algo azul (este último como símbolo de fidelidad). Además, un blue pencil es utilizado cuando algo es víctima de censura, las blue movies son las películas pornográficas, los blue jokes son los chistes obscenos y el blue language es propio de quien habla de forma ordinaria.

ROJO:
El rojo fue el primer color al que el hombre puso nombre y es probablemente el primer color que los recién nacidos pueden ver. En la misma proporción, el 12% de los hombres y mujeres cuestionados mencionaron el rojo como su color favorito, mientras que solo un 4% lo indicaron como el color que menos les agrada.
El simbolismo del rojo viene determinado por dos experiencias fundamentales: el fuego y la sangre, elementos que, en todas las culturas, tienen un significado existencial. Por eso son símbolos universales y todo el mundo comprende vitalmente el significado del rojo.

Dentro de los 105 tonos diferentes, el rojo es el color de todas las pasiones, buenas y malas, pasando desde el amor hasta el odio. El amor se identifica con el rojo en un 75% , mientras que el odio es un 38% rojo, un 35% negro y un 15% amarillo. Esto se debe a la propia experiencia sensible humana: nos enrojecemos si nos avergonzamos o nos excitamos. Los corazones se pintan rojos porque se piensa que, al enamorarse, toda la sangre afluye al corazón.

Como color de la fuerza y el vigor, del valor y de lo atractivo, el rojo goza de bastante aceptación, haciéndose el color dominante en los sentimientos vitalmente positivos. En el acorde rojo-azul se unen fuerzas corporales y espirituales, ya que, en muchas culturas, es la sangre el lugar donde reside el alma. Por otro lado, como color del fuego, el rojo se asocia con el calor, la energía, la pasión y el deseo; experiencias también asociadas a otros colores cálidos como son el naranja o el amarillo.

El rojo es también un color masculino, puesto que es el color de la fuerza, la actividad y la agresividad.. El fuego es masculino y el agua, femenina. En todas las lenguas hay nombres de varón que significan “rojo”: en latín encontramos Rufus, y en Inglaterra y Estados Unidos, Roy. Adán significa “hecho de arcilla roja”. Paradójicamente, cuando se pregunta por el color de lo masculino, casi nadie responde con el color rojo, únicamente un 5% lo hace así. La razón de esto se encuentra en convencionalismos en los colores de los recién nacidos: el azul es para los niños y el rosa –derivado del rojo-, para las niñas. Pese a esto, el rojo oscuro es típicamente femenino, relacionado con el simbolismo de la sangre relativo al sexo y a la menstruación. El rojo claro y el rojo oscuro se complementan como masculino y femenino: el rojo claro es el color del corazón, y el oscuro lo es del vientre. El claro simboliza la actividad, mientras el oscuro es un color quieto y nocturno, de ahí que sus efectos psicológicos sean totalmente diferentes.

Al rojo también se le han asociado experiencias como la alegría, la felicidad, la cercanía, la voz alta, la extraversión, la ira, la excitación, el peligro, lo prohibido, lo seductor, la sexualidad o el erotismo, e incluso, lo inmoral. El acorde rojo-negro se asocia a lo prohibido, mientras que rojo-violeta-rosa hace referencia a lo relacionado con el sexo.

El rojo como color de lo inmoral viene dado por creencias religiosas y convencionalismos sociales. En el Nuevo Testamento encontramos a la “madre de las fornicaciones” (asociada con María Magdalena) enteramente vestida de rojo; y, durante siglos, sólo los nobles podían vestir de rojo. Fue en el siglo XX cuando se pudo elegir libremente el color de la vestimenta, y sólo entonces se identificaron los colores discretos con la seriedad y los llamativos con la inmoralidad.

El desprecio por los cabellos rojos es más antiguo: en la Edad Media las mujeres pelirrojas corrían grave peligro de ser quemadas por brujas (en Alemania y España sobre todo, ya que ser pelirrojo es excepcional). Los hombres pelirrojos también estaban ligados al diablo, y también los zorros y ardillas. Tal es así que en Inglaterra la ardilla era símbolo de las prostitutas, y en Alemania se decía un viejo refrán que afirmaba que “el diablo es una ardilla”.

AMARILLO:
En sus 115 tonos distintos, es el color más contradictorio. Un 6% de los hombres y mujeres lo señalan como su color favorito, y un 7% como el color que menos les gusta. Es un color presente en experiencias y símbolos relacionados con el Sol, la luz y el oro. ¿A qué se debe su desprecio, pues? El amarillo es un color muy poco estable, ya que sólo una gotita de rojo basta para convertirlo en naranja, y otra gotita de azul lo habrá convertido en verde. Es un color que depende más que ningún otro de las combinaciones. Es el color del optimismo, pero también del enojo, la mentira y la envidia. Es también el color de la iluminación y el entendimiento, pero también el de los despreciables y traidores; la contradicción hecha color, es el amarillo.

El amarillo se suele asociar con lo divertido, el placer, la amabilidad y el optimismo. Nuestra experiencia elemental con el amarillo es el sol, en el cual encontramos una generalización simbólica de ánimo y calma. Como color de la amabilidad y de lo divertido, los smile-buttons no podían ser de otro color que amarillos.

Es también el color de lo claro y luminoso, y es el más ligero de los colores vivos. Acompañado del rosa, esta ligereza se acentúa, y si, por el contrario, se acompaña de rojo y naranja, se forma el acorde cromático del calor y la energía. Sólo resulta un color cálido si lo situamos en este acorde.

Como color de la luz, también es el color del entendimiento. La luz es, en sentido metafórico, la iluminación mental. En muchas culturas la claridad se asocia con la inteligencia (en el mundo islámico, por ejemplo, el amarillo dorado es el color de la sabiduría). En el antiguo simbolismo europeo se asocian los colores del siguiente modo:
Azul como color de lo espiritual, que pertenece al orden de los poderes supraterrenales.
Rojo como color de las pasiones, perteneciente al corazón.
Amarillo como color del entendimiento, que pertenece a la cabeza.

Sin embargo, el amarillo también es un color con varias connotaciones negativas. A ellas se debe que, para referirnos a los cabellos con tonalidades amarillas, utilicemos el eufemismo “rubio”. Ahora bien: como color contradictorio que es, lo encontramos también asociado a lo bello: en inglés, la palabra fair hace referencia a lo rubio y a lo bello.

Estas connotaciones negativas a las que nos referimos son, fundamentalmente, la envidia, los celos, la avaricia y el egoísmo. Este amarillo no es el mismo que el amarillo solar, sino que es un amarillo verdoso, el amarillo del tono del azufre. También es el color de la bilis, por lo que se asocia con la irritabilidad y el enojo. En los enfados fuertes, los conductos biliales se contraen, la bilis ya no puede ser conducida al intestino y va directamente a la sangre, haciendo que la piel se ponga amarilla. Estas “enfermedades amarillas” antiguamente las curaban los brujos con “remedios amarillos” (frutos, flores, orina e incluso arañas).

Esta negatividad del amarillo se plasma también en el léxico: la palabra yellow, “amarillo” en inglés, significa también “cobarde”, y en Francia y Rusia, una “casa amarilla” (maison jaune/ zeltyi dom) es un manicomio.

Además, resulta paradójico que el color del entendimiento, al unirse con el negro, se convierta en el color de la impureza y la falta de entendimiento. Junto al gris, sin embargo, se torna el color de la inseguridad debido a que el gris no es ni blanco ni negro y a que el amarillo es manipulable como ninguno.

También es el color de lo ácido, lo refrescante y lo amargo; sólo hemos de pensar en un limón. Lo espontáneo, la impulsividad, lo impertinente y la presuntuosidad también son experiencias amarillas debido a que éste es un color que reluce y brilla más que ningún otro. Es precisamente por esto mismo por lo que ha sido adoptado internacionalmente como color de la advertencia, y para hacernos llegar un mensaje importante en una señalización pública, normalmente se emplea la escritura en negro sobre un fondo amarillo chillón.

En definitiva, como hemos visto, cada color queda asociado con experiencias, emociones y sensaciones que, psicológicamente, parecen ser inconscientes, pero en realidad son reacciones aprehendidas y fundamentadas en actos biológicos, físicos, históricos o sociales; y condicionan y afectan a nuestra vida cotidiana y estímulos mucho más de lo que parece a simple vista. Los colores marcan nuestros actos más comunes, como comer o vestirnos. Indudable, y muchas veces inconscientemente, estamos condicionados a los colores y sus reacciones sobre nuestras experiencias y emociones, que han llegado a tal nivel de aceptación social que pasan por innatas, pero son fruto de asociaciones y convencionalismos que se han integrado de tal modo que no se cuestiona por qué un niño no puede vestirse de rosa, no se viste y punto.

(Si te ha gustado, ¡espera la segunda parte sobre los colores secundarios!)

Bibliografía:
HELLER, EVA: Psicología del color. Cómo actúan los colores sobre los sentimientos y la razón. Ed. GG. 2008.
Otras fuentes:

http://www.muyinteresante.es/ciencia/preguntas-respuestas/ipor-que-no-nos-gusta-la-comida-azul
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