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May 14, 2013
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Sabiduría Tolteca

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Sabiduría Tolteca

Sabiduría de los tiempos que llega a mi corazón por varios caminos. Cuando miremos con ojos de niños, tal vez entenderemos… como es este juego de vivir y evolucionar. No hay razón para sufrir. La única razón por la que sufres es porque así tú lo eliges. Si observas tu vida encontrarás muchas excusas para sufrir, pero ninguna razón válida. Lo mismo es aplicable a la felicidad. La única razón por la que eres feliz es porque tú decides se feliz. La felicidad es una elección, como también lo es el sufrimiento”, estas son algunas de las palabras de Dr. Miguel Ruíz, palabras que claramente descubren no sólo lo que es su propia opción de vida, sino también, lo que será para el lector el contacto con su libro “Los cuatro acuerdos”.
 

 
Podría parecer realmente utópico el mensaje de este doctor, discípulo de chamanes y admirador confeso de la sabiduría de los toltecas, pero sus palabras son de tal sencillez y descubren con una simpleza tan abismante la realidad del hombre y mujer de nuestros tiempos, que la utopía torna ciertamente en razón.
 
 
“La libertad que buscamos es la de ser nosotros mismos, la de expresarnos tal como somos.
 
 
Sin embargo, si observamos nuestra vida, veremos que, en lugar de vivir para complacernos a nosotros mismos, la mayor parte del tiempo sólo hacemos cosas para complacer a los demás, para que nos acepten.
 
 
Esto es lo que le ha ocurrido a nuestra libertad. En nuestra sociedad, y en todas las sociedades del mundo, de cada mil personas, novecientas noventa y nueve están totalmente domesticadas”.
 
 
D. Miguel Ruíz nos explica “Los Cuatro Acuerdos”.
 
 
Sé impecable con tus palabras.
 
 
No te tomes nada personalmente.
 
 
No hagas suposiciones.
 
 
Haz siempre lo máximo que puedas.
 
 
Sabias palabras de los toltecas, que hace mil años dominaban la zona central de México.
 
 
Estas antiguas máximas se han actualizado gracias a “Los cuatro acuerdos”.
 
 
Publicado en 1.997, “Los cuatro acuerdos”: Una guía práctica para la libertad personal, ha sido traducido a 30 idiomas.
 
 
En el 2.000 alcanzó el primer lugar en la lista del “The New York Times” y aún se mantiene en tan prestigiosa lista.
 
 
Ruíz es un símbolo cultural en todo el mundo, sin embargo, la fama y la fortuna nunca lo han motivado.
 
 
En realidad, su objetivo siempre ha sido ayudar a otros a encontrar “el camino hacia la libertad personal”, compartiendo recursos simples pero poderosos a los que se refiere como el “conocimiento tolteca”.
 
 
Además de “Los cuatro acuerdos”, Ruíz ha escrito otros tres libros, de los cuales el último es “La voz del conocimiento”: Una guía práctica a la paz interior.
 
 
En este último libro, Ruíz hace un recuento de su búsqueda para “descubrir la fuente del sufrimiento humano”.
 
 
Ruíz describe su trayectoria de vida, desde una zona rural de México hasta hoy, en medio de la fama internacional, como un recorrido lleno de misterio y misticismo.
 
 
Nacido en Guadalajara, México, él es el menor de 13 hermanos de una familia tradicional de curanderos descendientes de los toltecas.
 
 
Su abuelo fue un “nagual”, o chamán. Su madre, una curandera muy estimada, siempre supo, aún antes de que Miguel naciera, que él también continuaría con las tradiciones familiares.
 
 
“Recibí una señal y supe que algún día, él iba a ser reconocido en el mundo entero como el libertador de los toltecas”, dice la señora Vasques, una mujer de baja estatura, pero de voz enérgica y mirada fija.
 
 
Los toltecas dominaron la zona central de México del siglo X al XII.
 
 
En la actualidad se les conoce principalmente por haber fundado la gran ciudad Tula, cuyas ruinas están a 64 km (40 millas) de Ciudad de México y por el dios Quetzalcoatl, al que se representa mediante una serpiente emplumada.
 
 
Los toltecas eran reconocidos por sus enseñanzas espirituales. La palabra “tolteca” significa “hombres y mujeres de conocimiento”, dice Ruíz.
 
 
Los arqueólogos describen a los toltecas, junto a los mayas,  como una de las más grandes culturas mesoamericanas.
 
 
Sin embargo, Ruíz diferencia a los toltecas de los aztecas, mayas, olmecas y otras culturas.
 
 
De hecho, los toltecas fueron una sociedad unificada por una espiritualidad esotérica, que se transmitió de generación en generación de toltecas y luego pasó a otras grandes civilizaciones que los sucedieron, añade Ruíz.
 
 
Los toltecas también fueron artistas, pero no en el sentido tradicional.
 
 
Ruíz explica: “Ellos consideraban que la manera en que cada uno vive su propia vida es arte. Los toltecas creían que la vida es un sueño y que siempre estamos soñando, aún cuando estamos despiertos.
 
 
Haciendo una analogía actual, el concepto tolteca del sueño es similar a protagonizar nuestra propia película, siguiendo un guión escrito por nosotros mismos.
 
 
Toda la gente a nuestro alrededor vive su propia película sobre la base de su realidad y su concepto del mundo”.
 
 
Si bien creció en México y su madre siempre creyó que sería él quien presentaría la filosofía tolteca al mundo moderno, Don Miguel, no estaba convencido.
 
 
En vez de dedicarse a la práctica del curanderismo tradicional de su madre y abuelo, ingresó a la escuela de medicina.
 
 
A fines de los años setenta, sin embargo, una experiencia que casi lo lleva a la muerte cambió por completo su vida.
 
 
Mientras conducía de regreso a casa con dos amigos después de una fiesta, se quedó dormido. Cuando su coche se estrelló contra un muro de cemento, Ruíz sintió que se separaba de su propio cuerpo.
 
 
Miró hacia abajo y se vio a sí mismo sacando a sus dos amigos del auto. Despertó en el hospital y supo que ni él ni sus amigos tenían lesiones serias.
 
 
El accidente lo convenció que el mundo espiritual realmente existe y se dio cuenta que era el momento de dedicarse a las enseñanzas toltecas.
 
 
Ruíz estudió todo lo que pudo encontrar sobre la espiritualidad tolteca. En 1.986, después de seis años de ejercer como cirujano, se mudó a California.
 
 
Allí, en un entorno informal, empezó a impartir cursos sobre la sabiduría tolteca asociándose a su madre en un programa de enseñanza que ella había iniciado a comienzos de la década de los setenta.
 
 
De sus inicios en la enseñanza de esos cursos, Ruíz recuerda, “Podemos decir que el principal reto era depurar el conocimiento tolteca de todo lo relacionado con la mitología, la superstición y el fanatismo.
 
 
Y cuando lo conseguimos, lo único que quedó fue lo que yo llamo puro sentido común”.
 
 
El sentido común de los cuatro acuerdos se reduce a un concepto: No es necesario esforzarnos demasiado para ser nosotros mismos.
 
 
A todos se nos condiciona a vivir según las imágenes que la sociedad nos impone. Pero ese proceso, que Ruíz denomina “domesticación”, en realidad nos limita.
 
 
“Buscamos la perfección fuera de nosotros mismos y esa es una de las mayores pérdidas de tiempo”, dice.
 
 
“La verdad es que ya somos perfectos de maneras muy individuales. Eres lo que eres”.
 
 
“Lo más importante es disfrutar de la vida”, y eso “sólo se logra si las personas se transforman en lo que realmente son.
 
 
He estudiado y enseñado filosofía tolteca durante muchos años, pero yo no les digo a mis alumnos, ‘Tú debes ser abogado, o tú debes ser médico’.
 
 
“Todo lo que puedo hacer es darles los medios para que ellos lo descubran por sí mismos”.
 
 
Ruíz señala que la filosofía tolteca tiene mucho en común con las principales religiones del mundo:
 
 
Jesús dijo, que la verdad nos libera.
 
 
Buda dijo que debemos apreciar el mundo tal como es y no cuando está empañado por prejuicios.
 
 
En la tradición tolteca, debemos encontrar el camino a través de la niebla que nos confunde con opiniones más que con hechos.
 
 
Debemos aprender a volver a nuestra “propia naturaleza”, observa.
 
 
Don Miguel añade, “Los cuatro acuerdos” son el espejo perfecto que nos permite mirarnos tal como somos y no como desearíamos ser.
 
 
No como aparentamos ser, sino como realmente somos. Ayudamos a la gente a encontrarse a sí misma.
 
 
¿Pueden estos cuatro simples acuerdos cambiar realmente nuestras vidas?
 
 
A ti le toca decidir.
 
 
– Sé impecable con tus palabras
La palabra tiene gran poder y debe usarse con cuidado. Debemos evitar el uso de palabras para juzgar o avergonzar a otros.
 
 
El chisme es particularmente venenoso y nunca debemos participar de él.
 
 
Honra tus palabras. Lo que sale de tu boca es lo que eres tú. Si no honras tus palabras, no te estás honrando a ti mismo; si no te honras a ti mismo, no te amas.
 
 
Honrar tus palabras es honrarte a ti mismo, es ser coherente con lo que piensas y con lo que haces.
 
 
Eres auténtico, y te hace respetable ante los demás y ante ti mismo, dice Ruíz.
 
 
– No te tomes nada personalmente
Se reconoce este acuerdo como el que más cambia la vida. Ruíz afirma que toda nuestra vida puede cambiar si aceptamos que las acciones y opiniones de otras personas no tienen nada que ver con nosotros.
 
 
Cada uno vive su propia realidad y tiene sus propias experiencias.
 
 
“El que alguien te diga que eres una persona terrible, no te hace terrible. Del mismo modo, si alguien te dice, que eres una maravilla tampoco te hace maravilloso”.
 
 
Si las palabras o acciones nos afectan emocionalmente, ello significa que han tocado una herida en nuestro interior. Debiéramos concentrarnos en curar nuestras heridas y no en vengarnos.
 
 
No te tomes NADA personalmente, ni la peor ofensa, ni el peor desaire, ni la más grave herida. Según la tradición Tolteca, poniendo en práctica estos cuatro acuerdos tu vida puede cambiar, siempre y cuando seas impecable con ello.
 
 
En la medida que alguien te quiere lastimar, en esa medida ese alguien se lastima a sí mismo. Pero el problema es de él y no tuyo.
 
 
– No hagas suposiciones
Suponemos porque tenemos temor de hacer preguntas, dice Ruíz. Con frecuencia los supuestos que asumimos cambian el curso de nuestras vidas.
 
 
Quizás asumimos que sabemos lo que otra persona, como nuestro cónyuge por ejemplo, piensa, cree, o desea.
 
 
Debiéramos preguntar, debiéramos expresar lo que deseamos y debiéramos comunicarlo claramente; de lo contrario, colmaremos nuestras vidas de malentendidos, resentimiento y oportunidades perdidas.
 
 
No supongas. No des nada por supuesto. Si tienes duda, aclárala. Si sospechas, pregunta. Suponer te hace inventar historias increíbles que sólo envenenan tu alma y que NO TIENEN FUNDAMENTO.
 
 
– Haz siempre lo máximo que puedas
Lo mejor de nosotros cambia a cada instante, sostiene Ruíz. En ocasiones estamos enfermos o cansados; aun así podemos dar lo mejor que tenemos.
 
 
Si hacemos todo de la mejor manera posible y aceptamos el resultado, nunca será necesario compararnos con otra persona y nunca nos juzgaremos con severidad si fracasamos.
 
 
Haz siempre lo mejor que puedas. Si siempre haces lo mejor que puedas, nunca podrás recriminarte nada o arrepentirte de nada, dice.
 
 
Ruíz, quien sufrió un severo ataque al corazón en 2.002, ha dejado gran parte de su labor de enseñanza en manos de su hijos José Luis y Miguel júnior.
 
 
En cada iniciativa que toma, dice que se mantiene fiel a la filosofía tolteca y alienta a todos a hacer lo mismo.
 
 
“Hago lo que me gusta hacer y evito hacer lo que no me gusta. Tengo fe en todo lo que hago porque tengo fe en mí mismo”, dice Ruíz con una sonrisa que inspira confianza.
 
 
“La vida está llena de opciones. Para tomar decisiones, la persona debe confiar en sí misma.
 
 
No importa la edad, siempre se puede vivir una vida distinta. Uno puede recibir inspiración hasta en el último minuto de la existencia”.
 
 
Fuentes:
http://www.aarpsegundajuventud.org
http://cristalsecrets.blogspirit.com
http://www.ulibros.cl/reflexion
* * * * *
“Saber no es suficiente, debemos aplicar. Desear no es suficiente, debemos hacer”.
-Johann W. Von Goethe-
 
Article Categories:
Filosofía
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