Las actitudes y emociones que favorecen la salud sexual
El concepto de sexualidad sana considera como básica la posibilidad de disfrutar de la actividad sexual y reproductiva en forma gratificante y enriquecedora. Para lograrlo, juegan roles clave las creencias, actitudes y emociones personales.
Cada vez se reconoce con mayor fuerza la legitimidad de la sexualidad como uno de los aspectos más importantes en la vida de las personas, ligado tanto a la construcción de la identidad personal como a la interacción socio-cultural. Un gran salto en este sentido se dio en 1974, cuando en una reunión de expertos de la Organización Mundial de la Salud (OMS), se declaró que la salud sexual es parte integral del concepto de salud.
Es posible considerar la sexualidad humana como el resultado de cuatro potencialidades: la reproductividad, el género, el erotismo y la vinculación afectiva.
El concepto de sexualidad sana considera como aspectos básicos:
• La posibilidad de disfrutar de la actividad sexual y reproductiva en forma gratificante y enriquecedora, en tanto se considera como vínculo de comunicación con el otro.
• La posibilidad de regular la fecundidad equilibrando una ética personal y social, al conocer y disponer de las diferentes opciones para ello.
• El adecuado conocimiento de la sexualidad humana a fin de desterrar mitos, temores, culpas y creencias infundadas para prevenir la aparición de roles de género estereotipados y rígidos que perturben la salud sexual.
• La ausencia de trastornos orgánicos y /o factores psicológicos, que anulen o limiten el ejercicio de la sexualidad.
A menudo, al analizar las dificultades sexuales, se alude la existencia de creencias erradas que restringen o inhiben a la persona con sus comportamientos o que, con mayor frecuencia, le provocan confusión, malestar y dañan la vivencia de su sexualidad. Se han descrito numerosas creencias que restringen la sexualidad, sin embargo, muy poco se ha planteado respecto a supuestos que podrían favorecer una sexualidad saludable, así como las actitudes y emociones deseables.
ACTITUDES Y EMOCIONES
Las actitudes hacia uno mismo que favorecen una sexualidad sana son:
• Disposición al autoconocimiento que permite identificar las propias necesidades y deseos, los valores personales, lo que resulta agradable o desagradable.
• Hacerse responsable de la propia sexualidad. Reconocimiento y expresión de lo que se desea, en lugar de asignar la responsabilidad al otro, de adivinarlo o descubrirlo.
• Autoestima positiva. Al estar consciente del propio valor, la persona buscará activamente proporcionarse circunstancias de disfrute o se mostrará dispuesta para recibirlas.
• Sensación del propio atractivo. Sentirse atractivo suele redundar en la realización de comportamientos, gestos y actitudes que resultan atractivas para el otro.
• “Egoísmo” sano. Priorizar el propio placer permite explorar y reconocer los propios gustos y disgustos. Además, permite experimentarlo plenamente, lo que en muchos casos, estimula y satisface al otro.
Las actitudes deseables hacia el propio cuerpo, son:
a) Aceptación y aprecio del propio cuerpo. Dejar de priorizar el aspecto “correcto” y considerar a nuestros cuerpos como una fuente de placer y aventura.
b) Reconocer las sensaciones corporales. Al estar atento a las propias sensaciones es posible encontrar con mayor claridad los propios ritmos y poder reconocerse en ellos.
c) Habitar o poblar el cuerpo. Algunas partes del cuerpo las percibimos con toda claridad y otras están anestesiadas e invisibilizadas. Si no desbloqueamos estas últimas se afecta la capacidad de placer.
d) Estar en los sentidos, de cuerpo presente. Existe una multiplicidad de razones por las que nos desconectamos, parcialmente, de la información de nuestros sentidos. El volver a los sentidos posibilita experimentar pequeños placeres, que de otro modo pasarían desapercibidos.
Para disfrutar el placer, es necesario:
a) Descubrir los mapas de placer. En los primeros años de vida, formamos el mapa erógeno primario de nuestro cuerpo, que consta con zonas asociadas al afecto, la intimidad, el placer, y la imagen corporal. Se deben buscar las áreas de sensa¬ciones placenteras.
b) Reconocer las fuentes permanentes de excitación. El tacto; la fantasía e imaginación erótica; y por último la excitación que se deriva de observar al compañero(a) excitado(a).
c) La disposición corporal al placer. Respiración pausada y profunda; flexibilidad corporal; y, por último, una gestualidad y expresividad abierta y relajada.
d) Liberar la resistencia al placer. En muchos casos, el placer es asociado a dolor, temor, culpa o vergüenza. Para reconectarse con el placer es necesario reconocer y procesar estas emociones, y a partir de allí abandonarse y relajarse.
Las actitudes hacia la experiencia sexual, debieran ser:
• Liberarse de expectativas y quedarse en la experiencia. Fluir libre de dirección y metas.
• Permiso para explorar y flexibilidad en las prácticas. Es posible ampliar, flexibilizan elegir las prácticas sexuales a realizar según el deseo propio y de la pareja, incorporando elementos creativos, en una disposición de juego y disfrute sin estructuras preestablecidas.
• Preparación para la sexualidad. Una preparación del ambiente, el lugar y el momento, del cuerpo y de la disposición interna unido a un proceso de seducción entre los participantes.
• Algo que se aprende. Una actitud de apertura y un reconocimiento de procesos de aprendizaje para el desarrollo de la sexualidad, redundará en menores niveles de frustración y mayor satisfacción general.
• El autorerotismo como espacio de conocimiento, conexión y placer. La exploración y estimulación corporal constituye un parte saludable del desarrollo de la autoestima y la capacidad de vincularse sexualmente con otros. Por otra parte, el tacto puede brindar un espacio importante de placer, y contribuir a la recuperación de partes dormidas o desconectadas del cuerpo.
Las actitudes recomendables hacia la relación con el otro, son:
¬• La comunicación sexual. Permitir expresar deseos, proponer iniciativas sexuales, explicitar rechazos, límites o disgustos, aceptar o rechazar la iniciativa sexual de otro.
• La sana preocupación por el otro. Cuidar sin descuidarse. Volver al propio placer y expresarlo, provoca satisfacción personal y satisfacción en el otro.
• Comprender el ajuste sexual como un proceso necesario en la pareja. Se requiere un proceso de comunicación, negociación y acuerdos para lograr un ajuste sexual satisfactorio.
• Reconocer y desarrollar aspectos de la relación. Capacidad de flexibilidad y de comunicación; búsqueda de la intimidad, de proximidad y cuidado del otro en forma alternada; sensación de confianza y compromiso en la relación con el otro; existencia de atracción erótica entre la pareja; autonomía, libertad y responsabilidad por cada miembro de la pareja respecto del otro; posibilidad de enfrentamiento de discrepancias y conflictos y establecimiento de formas de reparación; e igualdad de valor entre los miembros de la pareja y un manejo armónico del poder.
Dra. Patricia Aliaga